Se luce Jes¨¦ y ahorra el Madrid
El equipo blanco solucion¨® el partido en la primera mitad con goles de Isco, Cristiano y el canario y pens¨® en el PSG despu¨¦s. Hern¨¢n salv¨® el honor amarillo y debut¨® Mayoral.

Jes¨¦ Rodr¨ªguez lo tiene todo para triunfar, siempre y cuando la cabeza no le traicione. Es r¨¢pido con el bal¨®n, h¨¢bil en el regate y goleador si se lo propone. Tambi¨¦n luce un f¨ªsico rocoso que le permite no achicarse ante ning¨²n enemigo. Lo cierto es que no hace falta estudiarle en profundidad; basta con apreciar su modo de impactar el bal¨®n para advertir que sus pies son los de un futbolista superdotado.
Las bajas han propiciado que Jes¨¦ dispute cinco partidos seguidos como titular y la continuidad ha dado sus frutos. Cada vez es mejor futbolista y ninguno fue mejor que ¨¦l contra Las Palmas, gol incluido. La motivaci¨®n de jugar contra sus paisanos tambi¨¦n debi¨® tener alguna influencia. Nada mejor que encontrarse con los vecinos para mandar recados a los amigos y enemigos de la infancia, o a las novias de despu¨¦s.
Pese a la derrota, no se puede poner en duda la buena voluntad de Las Palmas: hasta en los peores momentos, intent¨® jugar al f¨²tbol. Si atr¨¢s hizo aguas es porque la defensa no siempre es un problema de aplicaci¨®n, tambi¨¦n influye la naturaleza de los jugadores. Las Palmas s¨®lo demostr¨® entusiasmo cuando busc¨® la porter¨ªa del Madrid. El resto del tiempo no lo disfrut¨® porque lo pas¨® imaginando el pr¨®ximo ataque. No lo tendr¨¢ f¨¢cil Quique Seti¨¦n, ni lo tendr¨¢n sencillo sus jugadores. Da la sensaci¨®n de que la doctrina del entrenador es un manual de ajedrez que no se puede editar en un libro de bolsillo.?
El Madrid se puso en ventaja a los tres minutos. El equipo adelant¨® la presi¨®n, Roque Mesa fall¨® en un control y Casemiro alumbr¨® con un pase cruzado el desmarque de Isco, que marc¨® con la izquierda. La f¨®rmula es tan sencilla como infalible. Ben¨ªtez encontrar¨¢ pocos rivales en el mundo que sepan librar la presi¨®n avanzada de sus jugadores. Si consigue inculcar esa ambici¨®n (robo y espadazo), habr¨¢ recorrido la mitad del camino. Su desaf¨ªo, y no es menor, consiste en convencer a sus futbolistas de que consigan con sufrimiento lo que casi siempre pueden lograr silbando.
El segundo gol de los anfitriones confirm¨® la escasa ferocidad defensiva del adversario. Cristiano cabece¨® sin oposici¨®n ni resistencia, aunque hay que se?alar en descargo de los centrales que Marcelo puso un bal¨®n en el ¨¢rea que lo hubiera podido repartir Interflora.
Varas frustr¨® el segundo gol de Isco, que remat¨® al galope tras una fabulosa carrera de Jes¨¦ por la derecha. Se olfateaba la goleada. Sin embargo, Las Palmas no es el ¨²nico equipo al que distraen las labores de vigilancia. El Madrid dej¨® cabecear a Hern¨¢n (quiz¨¢ los defensas ya marcaban a Ibra) y con su gol el partido recobr¨® la intriga, al menos durante cinco minutos. Fue Jes¨¦ quien termin¨® con el suspense al marcar un gol que imagin¨® segundos antes. Esa capacidad para imponer su voluntad, por encima de los defensas, del portero y del azar, est¨¢ reservada a muy pocos futbolistas. Para triunfar en el Madrid (plenamente), Jes¨¦ s¨®lo debe aprender lo que a los humanos comunes nos viene dado de serie: paciencia.
El gui¨®n no cambi¨® durante el resto del partido, y es una l¨¢stima. Seti¨¦n, falto de sensibilidad y de estrategia, no consider¨® oportuno dar unos minutos a Valer¨®n en su despedida del Bernab¨¦u. Hubiera sido un reconocimiento para el jugador y un auxilio para el equipo, que no anda sobrado de visi¨®n de juego. Tampoco hubo novedades en relaci¨®n a Cristiano. Sigue por debajo de s¨ª mismo, aunque el bache no le impida marcar su gol de cada tarde. Javi Varas impidi¨® su doblete en los ¨²ltimos minutos y evit¨® un marcador m¨¢s doloroso para Las Palmas; no lo hubiera merecido ni su alegr¨ªa de vivir ni su empe?o por volar: p¨ªo, p¨ªo.?