Los mineros de la cuenca del Ruhr, optimistas
¡°Es imposible que el Madrid repita el 1-6 del a?o pasado¡±
AS comparti¨® a 1.200 metros bajo tierra una jornada de trabajo con los mineros de Bottrop, una ciudad a 15 kil¨®metros de Gelsenkirchen. ¡°Ra¨²l es un ejemplo del esp¨ªritu minero¡±.
Llevo 31 a?os en la mina, pero nunca tuve que usar esta mascarilla de emergencia que transforma el di¨®xido de carbono en ox¨ªgeno. La llevar¨¦is con vosotros todo el recorrido¡±. Esta es la bienvenida que nos da el minero Ume H?lting al pozo de Bottrop, de la compa?¨ªa RAG, en la visita guiada que nos llevar¨¢ a 1.200 metros de profundidad para recoger con nuestras manos el carb¨®n que hay en los m¨¢s de 120 kil¨®metros de galer¨ªas subterr¨¢neas que recorren la comarca del r¨ªo Ruhr.
Las minas de la zona viven sus ¨²ltimos d¨ªas. S¨®lo hay tres pozos abiertos y en 2018 dejar¨¢n de explotarse. ¡°Sale demasiado caro por las medidas de seguridad, pero Alemania tiene carb¨®n para 400 a?os¡±, dicen los mineros. Pero m¨¢s all¨¢ de los riesgos intr¨ªnsecos de una profesi¨®n dura se asoma otra realidad dif¨ªcil de digerir: el trabajo se acaba. Son 3.700 trabajadores que acuden a diario a Bottrop (a 15 kil¨®metros de Gelsenkirchen) desde 1981. Extraen 16.000 toneladas diarias de carb¨®n.
?dolo. Santa B¨¢rbara, su patrona, les protege ah¨ª abajo, pero arriba su religi¨®n es el Schalke. ¡°Ra¨²l es un ejemplo del esp¨ªritu minero. Lo encarna a la perfecci¨®n¡±, nos recalcan al lado de un p¨®ster suyo.
Ra¨²l pas¨® hace cuatro a?os el mismo protocolo de seguridad que seguimos nosotros ahora para bajar a la mina. As¨ª nos lo hace saber Klaus Hermanatus, un minero jubilado desde 2000, tras el cierre de Zeche Hugo, y que, al igual que con los futbolistas del Schalke, tuvo la gentileza de hacer un hueco a AS en estas visitas restringidas. ¡°Cualquier aparato electr¨®nico est¨¢ terminantemente prohibido abajo por motivos de seguridad¡±, nos se?alan mientras nos colocamos casco, espinilleras, rodilleras, gafas de protecci¨®n, guantes y luz.
Son las 14:30 horas y toca bajar a los infiernos en nuestra jaula. En 120 segundos llegamos a 1.110 metros de profundidad. Tenemos que recorrer un kil¨®metro m¨¢s, donde la temperatura ser¨ªa de unos 50? si no es por los sistemas de refrigeraci¨®n que permiten bajar la temperatura 10?. La luz comienza a ser escasa. Debemos coger un tren para llegar al punto de extracci¨®n del carb¨®n. Viajamos durante media hora a una velocidad de seis metros por segundo, en paralelo a las cintas transportadoras de carb¨®n que se mueven m¨¢s r¨¢pido que nosotros. Entre la oscuridad se distinguen las m¨¢quinas que permiten seguir taladrando la tierra y ampliar estos t¨²neles unos 12 kil¨®metros al a?o.
Esp¨ªritu. Una vez detenido el tren toca andar por terreno encharcado. De las minas salen 11.000 metros c¨²bicos de agua que van luego al Rhin previo paso por la depuradora. Para llegar al carb¨®n hay que quitar un mill¨®n de toneladas de piedra y el trabajo que antes hac¨ªan los humanos ahora lo producen mayoritariamente las m¨¢quinas. M¨¢quinas extractoras de 300 metros de longitud que valen 50 millones de euros. ¡°Aqu¨ª est¨¢ medio Cristiano¡±, bromea Cakir Seyit, un minero turco que nos pregunta por la bota de Arda Turan.
El calor aprieta y los mineros que andan por esa zona tienen la cara y el cuerpo ennegrecidos. Nos dan un trozo de carb¨®n. Ah¨ª est¨¢ el esp¨ªritu del Schalke, dicen: ¡°No se nos puede juzgar por lo que se ve por fuera sino por el trabajo que llevamos dentro. Nuestros jugadores deben saltar al campo con la actitud con la que bajamos a la mina, as¨ª ser¨¢ imposible que se repita el 1-6¡±.