Torres desactiva al Madrid

Ahora, con perspectiva y con evidente ventaja, podemos afirmar que el Madrid se recre¨® en la exhibici¨®n de sus medallas antes del partido. Cristiano dedic¨® al p¨²blico su Bal¨®n de Oro y las dedicatorias se prolongaron con el resto de los premiados en Z¨²rich: James, Sergio Ramos y Kroos. Los cuatro se fotografiaron por separado, juntos y luego lo hicieron con sus compa?eros, sin prisa. Es probable que en esos minutos los jugadores del Atl¨¦tico sintieran que en su causa estaba la raz¨®n. Al menos, en lo referente a la puntualidad; el encuentro se inici¨® con retraso.

La ceremonia no s¨®lo ofendi¨® a los dioses del f¨²tbol, que son muy suyos. Tambi¨¦n interrumpi¨® el calentamiento que hab¨ªa iniciado el madridismo dos horas antes, en las puertas del estadio, en un multitudinario recibimiento al autob¨²s del equipo. La escenograf¨ªa fue imponente: los caballos de la polic¨ªa montada abr¨ªan paso al autocar entre una marea de aficionados enloquecidos. M¨¢s all¨¢ del f¨²tbol, Arbeloa tiene un futuro prometedor como organizador de eventos.

El Madrid acus¨® la distracci¨®n. No se hab¨ªa cumplido un minuto, cuando marc¨® Fernando Torres. Pepe midi¨® mal y Griezmann corri¨® sin oposici¨®n hacia la porter¨ªa de Keylor. Al entrar en el ¨¢rea, el franc¨¦s recort¨® y centr¨® al Ni?o, que remat¨® como en sus mejores tiempos. Por cierto: primer gol oficial de Torres en el Bernab¨¦u.

El golpe dej¨® helado al Bernab¨¦u, pero su equipo se repuso pronto. Es m¨¢s, dir¨ªamos que no le sent¨® mal luchar con una flecha hincada en el hombro, al estilo los valerosos muchachos del S¨¦ptimo de Caballer¨ªa. Desde el minuto cinco y hasta final de la primera mitad, el Madrid puso en marcha un asedio asfixiante y sostenido. Tan constante fue el cerco, que los atacantes quedaron hipnotizados con la capacidad de los defensores rojiblancos para despejar los balones que ellos bombeaban. S¨®lo as¨ª se explica la reiteraci¨®n de la jugada, obsesiva a ratos.

Sergio Ramos empat¨® de cabeza y Oblak confirm¨® que es un buen portero con agorafobia: le aterran los espacios despejados. Quedaban 70 minutos de eliminatoria y tres goles m¨¢s no parec¨ªan demasiados para el Madrid. Ni siquiera la alicatada defensa del Atl¨¦tico podr¨ªa resistir algo as¨ª: 14 remates contra uno a la media hora de juego. Pero resisti¨®.

Por all¨ª se perdieron las opciones del campe¨®n. Ahora es f¨¢cil decir que le falt¨® tranquilidad. Lo cierto es que tambi¨¦n le falt¨® algo de suerte y le sobr¨® mucho God¨ªn, bastante Miranda.

En el descanso volvi¨® a triunfar el discurso del Cholo. Algo tiene preparado para las situaciones de p¨¢nico, alguna infusi¨®n contra el miedo, alguna an¨¦cdota de Bielsa. Funcion¨® otra vez. Como si cada mitad se escribiera sobre un papel de calco, Fernando Torres volvi¨® a marcar antes de cumplirse el minuto de la reanudaci¨®n. A Sergio Ramos no le vol¨® el bal¨®n en un pase largo y Griezmann condujo de nuevo el contragolpe mortal. Torres recort¨®, bati¨® a un Keylor transparente y sentenci¨® la eliminatoria. El Ni?o ya no necesita m¨¢s para dar argumento a una buena pel¨ªcula.

Cristiano igual¨® el marcador ocho minutos despu¨¦s, pero ni los m¨¢s optimistas imaginaron al Madrid marcando tres goles m¨¢s. El resto del tiempo ¨²nicamente lo disfrut¨® el Atl¨¦tico, que busc¨® el triunfo y no anduvo lejos de conseguirlo. Su rival, entretanto, s¨®lo luch¨® por la dignidad, cuesti¨®n que Isco puso en peligro con una entrada vergonzante.

El Atleti se enfrentar¨¢ ahora al Barcelona, camino de la semifinal. Ese es el ¨²nico consuelo del Madrid, pensar que sus principales enemigos se dejar¨¢n jirones de piel en las dos pr¨®ximas semanas. Triste alivio para un equipo que aspiraba a todo y que, a partir de ahora, solamente podr¨¢ so?ar con tres cuartas partes del cielo.