M?LAGA 1 - REAL MADRID 2
El Madrid sufre su r¨¦cord
Decimosexta victoria consecutiva del Madrid. Kameni fue el h¨¦roe de un M¨¢laga que tambi¨¦n tuvo ocasiones y pele¨® hasta el final. Marcaron Benzema y Bale. Isco vio la roja.
Cada contra del Real Madrid es un documental de ant¨ªlopes. No hay equipo en el mundo que haya perfeccionado tanto el noble arte de escapar y perseguir, de correr por la sabana. Todo el mundo lo sabe. Algunos rivales intentan combatirlo con sesudos planes defensivos y otros apelando a la concentraci¨®n propia. El M¨¢laga opt¨® por esta segunda opci¨®n: rezar. Ser valiente, aplicado, permanecer fiel a su estilo y rezar. El resultado es que se asegur¨® un puesto en el cielo, pero no gan¨® para sustos.
Para un buen equipo como el M¨¢laga, que comparte algunas de las virtudes del Madrid, no hay cosa peor que enfrentarse al Madrid, al verdadero, al de capa y espada. No hay modo de ser original. Cada idea del aprendiz despierta una idea mejor en el maestro. As¨ª ocurri¨®, a cada raci¨®n le sigui¨® una raci¨®n doble: de contras, de presi¨®n, de ocasiones, de goles.
A los diez minutos, Cristiano reclam¨® airadamente un penalti y lo cierto es que brace¨® poco. Sergio S¨¢nchez se agarr¨® a su camiseta como si fuera la presidenta de su club de fans. Ni el drag¨®n le amilan¨®. Ni la hidra. Cristiano entendi¨® que deb¨ªa alejarse de Sergio S¨¢nchez para construir el primer gol. De manera que, unos minutos despu¨¦s, atac¨® a Rosales por banda, le mostr¨® un cat¨¢logo de bicicletas y asisti¨® a Benzema.
La gran jugada de Cristiano nos distrajo del agarr¨®n del franc¨¦s a Weligton, seguramente el ¨²ltimo acto de una re?ida disputa. Diremos en favor del ¨¢rbitro, lustroso debutante en Primera (abogado de 28 a?os y 1,92 metros), que mantuvo un criterio coherente en todas las faltas dentro del ¨¢rea: no pitar nada. Fue as¨ª como nos priv¨® de un fren¨¦tico 4-6 con cinco hermosos penaltis.
Mientras todo esto suced¨ªa, lo mejor del M¨¢laga se localizaba en los arrebatos de Samu Castillejo (pocos) y en los remates Santa Cruz (escasos, pese al gol). En el Madrid, adem¨¢s de Cristiano (generos¨ªsimo), destacaba el entusiasmo de Bale, premiado con un gol al final del partido, medalla a los fabulosos progresos de su pierna derecha.
Lo de Isco, si lo piensan, no fue tan raro. Ante el primer amor hay quien se deja vencer por la melancol¨ªa, por aquellas noches en la playa. Conclusi¨®n: partido gris y expulsi¨®n injusta, exageraci¨®n arbitral de un ¨¢rbitro que deseaba pitar algo.
Existe otro partido, no menos importante, que perteneci¨® por completo a los porteros. Kameni evit¨® el gol 21 de Cristiano con un par de intervenciones prodigiosas, a disparos casi a bocajarro. Isco y Bale tambi¨¦n probaron su inspiraci¨®n celestial. Casillas, en la otra orilla, altern¨® indecisiones en tiros lejanos con milagros de los que acostumbra.
Ya en el a?adido, el gol de Santa Cruz hizo justicia a los m¨¦ritos del M¨¢laga y a los del Madrid. Conste en acta: batir el r¨¦cord de 16 triunfos no fue f¨¢cil ni se logr¨® contra un rival cualquiera. La Rosaleda pincha este a?o. Quien lo prob¨®, lo sabe.