Una humillaci¨®n hist¨®rica

N¨¦lson Rodr¨ªgues defini¨® el Maracanazo como ¡°la Hiroshima de Brasil¡±. A toda Hiroshima, le sigue un Nagasaki. Alemania hizo lo que parec¨ªa imposible. Dejar el desastre del 50 en una an¨¦cdota ejecutando a base de un f¨²tbol inalcanzable para los de Scolari la peor hora y media que jam¨¢s vivi¨® Brasil. La humillaci¨®n que le infligi¨® Alemania a Brasil en su propia casa dejar¨¢ marcada a una generaci¨®n y puede que le abra los ojos a un pa¨ªs que pag¨® car¨ªsima la traici¨®n que cometi¨® contra su propia esencia futbol¨ªstica.

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A base de un f¨²tbol r¨¢pido y articulado en torno al bal¨®n Alemania destroz¨® sin miramientos a una selecci¨®n que ¨²nicamente ten¨ªa de Brasil el uniforme. El castigo fue escandaloso ante la incredulidad de un Mineirao que pasar¨¢ a la historia del f¨²tbol brasile?o como el mausoleo de una manera de jugar mientras que para Alemania supondr¨¢ el zenit de su historia futbol¨ªstica, que no es precisamente corta.

Desolado, el p¨²blico tard¨® 23 minutos en empezar a llorar y a la media hora ya se formaban aglomeraciones en las puertas de salida del estadio. La gente no quer¨ªa ver lo que estaba pasando. De la incredulidad se pas¨® a la verg¨¹enza.

A medida que ca¨ªan los goles alemanes, el equipo de Scolari se descompon¨ªa m¨¢s y m¨¢s. De nada sirvi¨® toda la parafernalia de evocaci¨®n de los ausentes orquestada desde todas las plataformas. Las caretas de Neymar, las llamadas hiperb¨®licas a la uni¨®n del pa¨ªs frente a las adversidades, el canto del himno, la camiseta del ¡¯10¡¯ sostenida por Julio C¨¦sar y David Luiz. Todo a la basura en media hora de pesadilla.

Tanto a?orar a Neymar y por donde de verdad empez¨® la inundaci¨®n fue por el boquete que dej¨® la ausencia de Thiago Silva. Puede que la presencia del capit¨¢n tampoco hubiera evitado el desastre, pero la hemorragia empez¨® por ah¨ª. Al primer saque de esquina que bot¨® Kross, la pelota sobrepas¨® las cabezas de la defensa y cay¨® mansa a los pies de M¨¹ller, que inaugur¨® la carnicer¨ªa.

Brasil perdi¨® el norte. Los aguerridos chicos de Scolari, tan bien atendidos psicol¨®gicamente, se vinieron abajo de manera tr¨¢gica. A los 23 minutos, Klose, tras una jugada en la que Brasil ni oli¨® el bal¨®n marcaba su gol n¨²mero 16 en la historia de los mundiales desbancando as¨ª a Ronaldo. Otra humillaci¨®n m¨¢s.

Ese gol desat¨® la peor de los escenarios jam¨¢s imaginados por un brasile?o. En tres minutos les cayeron tres goles m¨¢s, el quinto fue especialmente sangrante, pues lleg¨® tras perder la pelota en el saque de centro. Kross y Khedira eran los due?os absolutos del partido.

Con 0-5 en media hora, la historia estaba ya escrita. Lo que sigui¨® fue el ensa?amiento del p¨²blico, especialmente contra Fred, y el recital de Neuer que en la segunda parte le neg¨® a Brasil el consuelo de un gol antes de que Sch¨¹rrrle con dos goles m¨¢s, le quitase la careta a un Scolari marcado para siempre.