REAL MADRID 4-ATL?TICO 1
El Bernab¨¦u llor¨® antes de estallar de alegr¨ªa con la D¨¦cima
El Bernab¨¦u se llen¨® para ver la final con 80.000 espectadores que no pudieron ir a Lisboa. Con los goles de Sergio Ramos, Gareth Bale, Marcelo y Cristiano Ronaldo lleg¨® la locura
El Bernab¨¦u se llen¨® para ver la final. 80.000 espectadores que no pudieron ir a Lisboa se reunieron en el templo blanco para transmitir su apoyo desde la lejan¨ªa a los hombres de Ancelotti. Desde las cinco de la tarde el ambiente festivo se not¨® en los aleda?os del estadio. Parec¨ªa un d¨ªa de partido. De partido de los importantes. No ven¨ªa el Bayern, el Barcelona o el Atl¨¦tico, pero hab¨ªa banderas y bufandas ondeando al viento. La marea blanca que se fue adentrando en el estadio. All¨ª esperaba Miki Nadal que ameniz¨® la espera hasta el pitido de Kuipers.
Antes de empezar el p¨²blico dej¨® claras sus preferencias para h¨¦roe del partido. La atronadora ovaci¨®n cuando nombraron a Cristiano reson¨® hasta en Lisboa. El resto del once tambi¨¦n fue aclamado, pero el portugu¨¦s tiene un lugar especial en el coraz¨®n del madridismo. Tambi¨¦n fue muy aplaudido Figo, ¨ªdolo blanco y embajador de esta final en Portugal. Despu¨¦s llegaron las emociones propias del partido.
La ocasi¨®n perdida de Bale dio paso a un breve lamento y a un nuevo despertar del grader¨ªo. Que enmudeci¨® con el gol de God¨ªn. Algunos se dedicaron a pitar a Casillas por su error, pero la mayor¨ªa les silenci¨®. El Bernab¨¦u, que ha vivido las grandes remontadas en las noches europeas, tiene m¨¢s vidas que un gato. No perdi¨® la fe y sigui¨® con sus mensajes a Lisboa: ¡°?S¨ª se puede!¡±. Esa fe movi¨® monta?as, lleg¨® hasta donde el Tajo besa al Atl¨¢ntico. El gol de Ramos de cabeza dio alas. Los goles de Bale, Marcelo y Cristiano, hicieron pasar de las l¨¢grimas al ¨¦xtasis. Fueron los goles de la D¨¦cima. Sus nombres ya est¨¢n en el olimpo blanco. La celebraci¨®n se apoder¨® del Bernab¨¦u. El ¡°C¨®mo no te voy a querer¡± se repiti¨® una y otra vez. El estadio ech¨® el cierre y la gente se fue rumbo a Cibeles. Fue una noche larga y, sobre todo, la noche m¨¢s blanca.