AS COLOR
Universo Bielsa: una ciclog¨¦nesis permanente
Bielsa ha pasado del ¨¦xito en Espa?a y Europa con el Athletic (meti¨® al equipo en dos finales) a dejar el club por los aires y no existir ni rastro de lo logrado.
El 9 de mayo de 2012. El Athletic acababa de perder la final de la Europa League en Bucarest. En la sala de prensa, mientras los jugadores rojiblancos todav¨ªa no dejaban de derramar l¨¢grimas, Marcelo Bielsa daba la cara. ¡°Soy el responsable¡±, lanz¨® a todos los que le quer¨ªan escuchar. Y eran muchos. Al d¨ªa siguiente, el Athletic regres¨® a casa en un jumbo fletado para la ocasi¨®n. Cuando ¡®El Loco¡¯ Bielsa y sus futbolistas subieron a la aeronave, los hinchas que hab¨ªan viajado junto al equipo ofrecieron una c¨¢lida ovaci¨®n. La misma que se repiti¨® luego en Lezama. Pocos d¨ªas m¨¢s tarde, casi sin tiempo para recuperarse del latigazo continental, los leones volvieron a una final, al Calder¨®n, para medirse en la Copa al Barcelona. Los aficionados tomaron Madrid y fueron mayor¨ªa en el estadio. Pero sus caras de ilusi¨®n volvieron a mudarse en una tristeza infinita. El Bar?a hizo lo mismo que el Atl¨¦tico. Es decir, gan¨® 3-0 y desarm¨® muy pronto al Athletic. ¡°No estuvimos a la altura¡±, se quej¨® el t¨¦cnico argentino, el mismo que durante la ceremonia de entrega de medallas al subcampe¨®n escuch¨® como la grada le cantaba ¡®A lo loco, a lo loco, a lo loco se vive mejor¡¯. Era la forma de confesarle un amor imperecedero. Su manera de decirle que aceptase la oferta de renovaci¨®n de contrato que le hab¨ªa trasladado el Athletic. Nunca dos finales perdidas tuvieron un desenlace tan amable para el entrenador que se hab¨ªa sentado en el banquillo. Ni en el Athletic ni en ning¨²n otro sitio. La hinchada antepuso todo lo bueno que hab¨ªa dado el argentino al equipo y al club a la cuesti¨®n de haber quedado subcampe¨®n. Y se entreg¨® en cuerpo y alma al profesional que hab¨ªa maniobrado aquel cambio.
El rosarino pidi¨® unos d¨ªas para reflexionar sobre una posible renovaci¨®n y Josu Urrutia, el presidente, aguant¨® la cuarentena. Hasta que por fin el t¨¦cnico accedi¨® a sentarse para tratar una continuidad que se cerr¨® el 3 de junio. Por el medio qued¨® una extensa planificaci¨®n con el sello Bielsa, es decir, con el t¨¦cnico metido hasta el escudo de la camiseta. ¡°Nada de lo que ped¨ª lo expuse como una obligaci¨®n¡±, justific¨®. Vamos, que si el Athletic lo hizo fue porque quiso.
En ese compendio de planificaci¨®n y desarrollo que propuso Bielsa hubo un amplio espacio para las infraestructuras de Lezama. Fue curioso que m¨¢s que de fichajes o de amistosos, el n¨²cleo de las conversaciones que mantuvo antes de tomarse unas vacaciones girase alrededor de las instalaciones. Quer¨ªa lo mejor para sus jugadores. Sin fallos. Viaj¨® a su finca argentina con las obras de Lezama metidas en la cabeza y no hab¨ªa d¨ªa que no se pusiera en contacto con Jos¨¦ Mar¨ªa Amorrortu, director deportivo del Athletic y su principal interlocutor. La pasi¨®n, puede que a veces hasta enfermiza, que pone el t¨¦cnico en todo lo que hace estuvo a un paso de romper la l¨ªnea que le un¨ªa al club. Y todo por unas obras. En los pocos d¨ªas que tuvo de descanso, manej¨® planos, ide¨® soluciones, compar¨® infraestructuras. Y todo lo que hac¨ªa lo comunicaba a Amorrortu, que ten¨ªa un tel¨¦fono que sonaba sin tener en cuenta la diferencia horaria que existe entre Rosario y Bilbao. La crisis de las obras. Advertido de que las obras iban a estar hechas en los plazos requeridos, el t¨¦cnico se present¨® en Lezama para el comienzo de la pretemporada y se llev¨® las manos a la cabeza. Ni de lejos estaba como se hab¨ªa imaginado. Le dol¨ªa que cerca de los vestuarios hubiese obreros en el tajo, que el comedor y la sala de esparcimiento no estuvieran terminadas, que en el p¨¢rking se hab¨ªan levantado barracones para que se cambiasen los trabajadores¡ pero, sobre todo, que uno de los campos que le hab¨ªan dicho que iba a tener a su disposici¨®n estuviese inutilizado por una reciente siembra tras haber cambiado el drenaje.
¡°Mis futbolistas me pueden ver como un improvisado¡±, grit¨®. Y eso, para ¨¦l, era mucho da?o. Y opt¨® por la tremenda. Se cit¨® con el jefe de obra y no le gust¨® lo que le escuch¨®, hasta el punto de agarrarle por el pecho y zarandearlo. Muchos de los jugadores del primer equipo vieron como el trabajador sal¨ªa despedido. El peor de los comienzos. El episodio se quiso guardar, pero fue imposible. En parte, porque ante el silencio institucional salt¨® Bielsa, que el 5 de julio convoc¨® una rueda de prensa. Nadie en el club ten¨ªa bien claro qu¨¦ iba a decir, pero le permitieron hablar. La gesti¨®n de esa crisis fue un error may¨²sculo, porque el entrenador habl¨® a pecho descubier to y con todo lujo de detalles: ¡°Ante la falta de otra autoridad de la empresa que hac¨ªa la obra, decid¨ª hablar directamente con el jefe de obra, lo llam¨¦ a mi vestuario para decirle que las obras no estaban bien hechas, que no iban a estar en la fecha prevista y que, sobre todo, eran un enga?o y una estafa. Me produjo indignaci¨®n que no se reconociera y comenc¨¦ a decir cosas ofensivas. Luego lo tom¨¦ del cuerpo y lo saqu¨¦ a la fuerza del lugar. Yo a este se?or no le respeto, porque ¨¦l hizo mal su trabajo. Cuando sali¨® del lugar donde lo expuls¨¦, dijo que lo hab¨ªa golpeado. No hizo ninguna denuncia policial, creo que presionado por su empresa o por el Athletic, quer¨ªa evitar lo que yo estoy denunciando. Tiene derecho a reclamar el trato que yo le di. Estoy haciendo algo que deber¨ªa estar haciendo el Athletic Club. El club dir¨¢ que no he tenido paciencia, pero estoy tranquilo, tengo respuesta para todas esas cr¨ªticas¡±.
La extensa explicaci¨®n tuvo un punto c¨®mico cuando el entrenador desvel¨® que hab¨ªa acudido a una comisar¨ªa de la Ertzaintza (Polic¨ªa Aut¨®noma Vasca) para autoinculparse de la agresi¨®n y dar credibilidad a una posible denuncia del jefe de obra. ?Imaginan la cara del ertzaina que le atendi¨®? Bielsa puso en un brete al Athletic, al que coloc¨® en muy mal lugar frente a Balzola, la empresa a la que hab¨ªa censurado el entrenador. El Grupo Balzola es un referente en las grandes infraestructuras de Bizkaia, ha tenido par ticipaci¨®n directa en la construcci¨®n del Museo Guggenheim; el interior de la Torre de Iberdrola; el Bilbao Exhibition Centre; o la primera fase de urbanizaci¨®n de San Mam¨¦s Barria. Para colmo, la empresa es socia de la Fundaci¨®n Athletic. En Ibaigane se tomaron 24 horas para reaccionar. Y lo hicieron con contundencia, a trav¨¦s de una nota p¨²blica que, en muchos c¨ªrculos, se interpret¨® como una liquidaci¨®n en toda regla. Una invitaci¨®n a que Bielsa presentara su dimisi¨®n. ¡°El Athletic no compar te, en absoluto, la opini¨®n personal y subjetiva expresada por Marcelo Bielsa en la rueda de prensa¡±, fue la primera frase del comunicado. La dureza de la opini¨®n institucional estuvo a punto de acabar con Bielsa, que fue citado para una reuni¨®n en Ibaigane. A la misma asisti¨® junto a Diego Reyes, uno de sus colaboradores. El resto segu¨ªa entrenando con el equipo en Lezama, aunque con la idea de que al d¨ªa siguiente estar¨ªan camino de Argentina. No fue una reuni¨®n f¨¢cil, porque en la misma Bielsa defendi¨® con vehemencia que le asist¨ªa la raz¨®n en la crisis de las obras. El club par¨® el golpe de una posible dimisi¨®n, pero se top¨® con un Bielsa impenetrable.
El mismo que tres d¨ªas m¨¢s tarde abri¨® una cuenta de Facebook para colgar un comunicado en el que aseguraba que ¡°puedo seguir desarrollando mi tarea como hasta ahora. La figura del Director Deportivo resuelve las situaciones que debo derivar. Mantengo el compromiso que asum¨ª con la instituci¨®n¡±. La cuenta dur¨® lo que tardaron los medios de comunicaci¨®n en enterarse de que exist¨ªa. Y una vez que circulaba por las redacciones de los distintos medios, la cancel¨®. La nota dejaba claro que su veh¨ªculo de comunicaci¨®n con el club iba a ser Amorror tu y no Urrutia, al que se pod¨ªa entender que tuviera cruzado despu¨¦s de la nota. Sin embargo, nadie deber¨ªa creer que el a?o anterior Urrutia y Bielsa hab¨ªan sido u?a y carne. Y es que sus conversaciones fueron contadas. Ni menos ni m¨¢s que las producidas hasta la fecha. Lo que no se escapa es que vivir la experiencia Bielsa ha supuesto un desgaste incre¨ªble para una junta directiva que para los cr¨ªticos est¨¢ lanzada hacia la autodestrucci¨®n en su apuesta por el silencio institucional y ofrecer contadas comparecencias. El valor depor tivo del Athletic se resquebraj¨® a mediados de agosto, cuando, con apenas unas horas de diferencia, reventaron los casos Llorente y Javi Mart¨ªnez. Primero se conoci¨® que el ariete navarro-riojano se negaba a renovar el contrato que finaliza en junio de 2013 y que hab¨ªa pedido al club que escuchara ofertas por ¨¦l. Esa misma semana, en mitad de un amistoso de pretemporada, el Consejo directivo del Bayern confirm¨® que iba a hacer frente a la cl¨¢usula de 40 millones de Javi Mart¨ªnez. El navarro firm¨® con los b¨¢varos el 29 de agosto y Llorente estuvo hasta el cierre del mercado pendiente de una posible salida. Al finalizar el per¨ªodo de fichajes, el ariete se incorpor¨® al trabajo con la primera plantilla.
Bielsa mantuvo siempre el equilibrio en las declaraciones. Ponder¨® el valor de sus futbolistas (¡°Javi Mar t¨ªnez es un futbolista superlativo¡±, dijo), pero tambi¨¦n el de la plantilla. Nada es insustituible. ¡°Estar¨¦ satisfecho con o sin Llorente o Javi Mart¨ªnez¡±, reiter¨® en p¨²blico durante m¨¢s de una de sus comparecencias. Los dos campeones del mundo pon¨ªan un punto y aparte a su relaci¨®n con el argentino y con el club rojiblanco. ?Influy¨® la continuidad de Bielsa para su marcha? El rosarino les exprimi¨® la pasada temporada y les apret¨® los tornillos a m¨¢s no poder, pero su renovaci¨®n no tuvo que ver con la decisi¨®n de salir. Y es as¨ª porque saben que la vida de Bielsa en Bilbao ser¨¢ reducida y que despu¨¦s del foll¨®n organizado con las obras lo m¨¢s l¨®gico es que se vaya al finalizar la temporada. Da la sensaci¨®n de que en alg¨²n c¨ªrculo pr¨®ximo a determinados futbolistas se quiso utilizar al argentino como excusa. ¡°Pregunt¨¦ a Llorente y Mart¨ªnez si no se iban a quedar por m¨ª. Si su respuesta hubiese sido afirmativa, habr¨ªa obrado en consecuencia¡±, desvel¨® el preparador. Lo cierto es que la relaci¨®n, sobre todo con Llorente, que es el que se ha quedado, nunca ha sido la misma. Se ha deteriorado. Con Javi Mart¨ªnez, al que dese¨® buena estancia en el Bayern, ha tenido otro tipo de gestos. Por ejemplo, cuando se quiso crucificar al futbolista por haber entrado de noche en Lezama para recoger sus objetos personales, el t¨¦cnico rebaj¨® la tensi¨®n diciendo que ¡°todo se ha amplificado por la trascendencia de su marcha al Bayern¡±.
Lo vivido con Llorente ha sido diferente. Se lo llev¨® al partido contra el Espanyol asegurando que ¡°le hab¨ªa visto entusiasmado¡± y el delantero se lo agradeci¨® con gol. Despu¨¦s, silenci¨® los pitidos que se pod¨ªan escuchar en San Mam¨¦s, a?adiendo que esperaba que el f¨²tbol mitigase todo lo que rodeaba al delantero. Pero los que quer¨ªan encontrar en eso un gesto de amor eterno cayeron por un precipicio. Llorente y Bielsa se volvieron a topar el 1 de octubre, apenas dos d¨ªas despu¨¦s de la derrota en el derbi de Anoeta, donde el ariete jug¨® sin demasiado brillo los ¨²ltimos minutos. Un partidillo de los suplentes contra futbolistas del Bilbao Athletic encendi¨® a Bielsa, que recrimin¨® a Llorente su falta de actitud. La discusi¨®n subi¨® de tono y el internacional tampoco se call¨®. ¡°V¨¢yase¡±, espet¨® Bielsa, que ech¨® al futbolista del entrenamiento. Las redacciones se encendieron al instante y durante 24 horas hubo tirones medi¨¢ticos y de aficionados hacia uno y otro lado, filtrando supuestas conversaciones, gestos y conclusiones.
En la siguiente sesi¨®n, Llorente se entren¨® con normalidad. El vestuario. La relaci¨®n de Bielsa con el grupo nunca ha sido f¨¢cil, aunque se ha sobrellevado por el ¨¦xito en la competici¨®n. Su primera v¨ªctima fue Pablo Orbaiz, en la pretemporada de 2011. El centrocampista acab¨® cedido en Olympiacos, donde gan¨® la Liga, y este curso no ha llegado ni a pisar Lezama, porque, antes de vestirse de corto, le mandaron a Rusia, al Rubin Kazan. El navarro es el trigesimotercer futbolista en la historia del club que m¨¢s veces ha defendido la camiseta del Athletic y se ha ido como si se tratase de un meritorio. Cuentan que Orbaiz fue uno de los que se plant¨® ante el entrenador cuando la plantilla tuvo conocimiento de que la idea del argentino era apartar del grupo a los que no contaban, que el primer a?o fueron Aitor Ocio, Koikili y Ustaritz. Tambi¨¦n dej¨® fuera a ??igo P¨¦rez, pero el navarro regres¨® al final de pretemporada a la din¨¢mica del grupo. Y ah¨ª sigue. El t¨¦cnico, a instancias de la AFE, recul¨® con Aitor Ocio y Koikili (Ustaritz sali¨® cedido) a los que dio dorsal y licencia, pero no minutos. Se pasaron el a?o en blanco. Este curso, tambi¨¦n ha habido futbolistas apartados del grupo principal, aunque ha seguido escrupulosamente los mandatos de la AFE, as¨ª que ni se entrenaban escondidos, ni a deshoras ni con entrenadores de otras categor¨ªas. La exigencia del argentino en su primer verano en Bilbao fue demoledora. Los d¨ªas libres se contaron con los dedos de la mano y abundaron las dobles sesiones. El trabajo llamaba al trabajo. Y con ello apareci¨® el ¨¦xito: el equipo deslumbr¨® en Manchester, avanz¨® en la Copa, llegaron las finales¡ El mundo rojiblanco era una fiesta permanente y, aunque el grupo estaba ya dividido entre titulares y otros que se sab¨ªan casi arrinconados, el disfrute era colectivo y todos se hicieron c¨®mplices de los m¨¦todos de Bielsa. Pod¨ªan sentirse fastidiados, pero lo consideraban un peaje de su crecimiento futbol¨ªstico.
El vestuario del Athletic, por tanto, se ha movido en un terreno pantanoso que tanto abunda en el f¨²tbol profesional: a favor de viento se tapan las verg¨¹enzas por inter¨¦s personal, pero, cuando vienen mal dadas, m¨¢s de uno estar¨ªa dispuesto a saltar del barco antes de llegar a las olas comprometidas. Marcial y exigente como ninguno, el t¨¦cnico tampoco ha sido muy dado a fomentar una relaci¨®n de camarader¨ªa con los suyos. Una voz autorizada de la caseta ha trasladado a sus ¨ªntimos que hablar con Bielsa fuera del terreno de juego es casi imposible. La secuencia debe ser la siguiente: el futbolista acude al despacho del entrenador para mantener una conversaci¨®n y ¨¦ste le desv¨ªa a uno de sus asistentes.
Despu¨¦s, en funci¨®n del inter¨¦s o la importancia que considere tiene el asunto, ser¨¢ ¨¦l qui¨¦n cite al jugador para una posterior charla o quiz¨¢ lo aborde durante alg¨²n ejercicio. ?Es da?ina esa distancia? En realidad, ning¨²n trabajador tiene acceso inmediato al director general de su empresa. ?Por qu¨¦ lo van a tener entonces los futbolistas? Los aficionados. Sin conocerle, sin tratarle, sin siquiera haber cruzado una vez su mirada, hay aficionados que dar¨ªan dos a?os de su vida por Bielsa. Y lo har¨ªan sin recibir nada a cambio m¨¢s que la permanencia del entrenador en el Athletic. Puede que ¨¦sta sea la relaci¨®n m¨¢s extra?a de todas, porque el argentino ni es populista ni hace gestos de cara a la galer¨ªa. Envuelve con el misticismo que le rodea. Un genio. En estos quince meses que lleva al frente del Athletic, ha frecuentado a varios hinchas, de distintos estratos y profesiones, a los que le une una extensa conversaci¨®n, su amor por el f¨²tbol y sus ganas de conocer la identidad de la tierra que pisa. No les pide nada a cambio. Pulcritud y discreci¨®n. Incluso se le ha visto rodeado de j¨®venes en un txoko de aficionados, una lonja cerca del lugar en el que reside que, en uno de sus innumerables paseos, requiri¨® su atenci¨®n porque en la fachada tiene pintados los escudos del Athletic y del Celtic. Entr¨® a preguntar por qu¨¦ y all¨ª se qued¨® charlando. Eso s¨ª, sin contar interioridades del primer equipo, ni por qu¨¦ juega fulano o lo hace mengano. Su conversaci¨®n es amplia, pero nunca hace referencia a cuestiones de la actualidad rojiblanca. Muchos hinchas han tomado partido por el t¨¦cnico en estos meses de convulsi¨®n. Le ven casi como un salvador y ponen el acento positivo en todas sus decisiones. El bielsismo engulle todo lo que tiene a su alrededor, hasta el punto de defender al t¨¦cnico por encima de lo que ¨¦l mismo podr¨ªa. No hay constancia de cu¨¢nto tiempo permanecer¨¢ Bielsa en el Athletic, pero, entre la gente que paga su entrada, la huella ser¨¢ permanente. Habr¨¢ un tiempo antes y despu¨¦s a partir de la llegada del argentino, que es un nuevo punto de medida en el rojiblanquismo.