?Qu¨¦ noche la de aquel d¨ªa!
AS junta a los protagonistas del 12-1 a Malta en su 30 aniversario. Para disputar la Eurocopa de 1984, Espa?a necesitaba ganar por 11 goles para superar a Holanda.


Recordar el Espa?a-Malta produce en una generaci¨®n de aficionados al f¨²tbol unas sensaciones indescriptibles. Es el recuerdo de una gesta hist¨®rica, quiz¨¢ el mayor ¨¦xito del f¨²tbol espa?ol (la Eurocopa del 64 nos quedaba lejos) hasta que llegaron la Eurocopa de 20008, el Mundial 2010 y de nuevo la Eurocopa.
Aquellos 11 h¨¦roes elevaron el f¨²tbol espa?ol a la categor¨ªa de gesta. Era el 21 de diciembre de 1983, Espa?a se jugaba la clasificaci¨®n para la Eurocopa de Francia de 1984 (s¨®lo la jugaban ocho selecciones, despu¨¦s fue aumentando hasta las 16 de la actualidad). La fase de clasificaci¨®n estaba compuesta por siete grupos y s¨®lo pasaba el l¨ªder. Espa?a, encuadrada en el Grupo VII con Holanda, Irlanda, Islandia y Malta, era segunda y necesitaba ganar por 11 goles de diferencia para ser primera. Estaba claro que Espa?a iba a ganar a Malta, una selecci¨®n muy inferior y formada por jugadores amateurs. Aunque teniendo como referencia el partido de ida, en el que Espa?a gan¨® en La Valetta, (¡°en un patatal¡± seg¨²n palabras de los jugadores), por un ajustado 2-3, nada invitaba a pensar que se pudiera producir esa goleada.
Pero todo se prepar¨® para que pudiera ocurrir. Se adelant¨® la jornada de Liga correspondiente para que el seleccionador Miguel Mu?oz pudiera concentrar a los jugadores durante una semana (excepto los tres del Athletic que jugaron el s¨¢bado ante el C¨¢diz). Se concentraron en el Parador de Oromana, en la localidad sevillana de Alcal¨¢ de Guadaira. Miguel Mu?oz convoc¨® a Zubizarreta, Goikoetxea y Sarabia, del Athletic; Marcos, Carrasco y S¨¢nchez, del Barcelona; Gordillo y Rinc¨®n, del Betis; Camacho, Gallego y Santillana, del Real Madrid; Buyo, del Sevilla; Maceda, del Sporting, y G¨¹erri, Salva y Se?or, del Zaragoza. A falta de tres d¨ªas se lesion¨® Gallego y le reemplaz¨® V¨ªctor Mu?oz, del Barcelona. Treinta a?os despu¨¦s, AS volvi¨® a reunirles.
¡°Yo era uno de los que no cre¨ªa. Salvo Poli, que le pusimos HIp¨®lito Rinc¨®n ¡®Morales¡¯ aquellos d¨ªas por la moral que ten¨ªa. Yo pensaba: ¡®Bueno ha llovido mucho, vamos a ganar por un buen marcador, vamos a dar una buena imagen y se ver¨¢ que hemos hecho todo lo posible¡¯¡±, comienza a relatar Gordillo.
¡°Los m¨¢s consecuentes, excepto Poli, nos pusimos a hacer n¨²meros a ver cada cu¨¢ntos minutos hab¨ªa que hacer un gol. Hicimos una media y nos sal¨ªa que cada siete u ocho minutos hab¨ªa que marcar. Todos ¨¦ramos un poco coherentes, salvo Poli que era un inconsciente¡±, apunta V¨ªctor Mu?oz.
Esa inconsciencia a la que se refieren casi todos sus compa?eros para definir a Poli fue el detonante de aquella gesta y sus cuatro goles, claro. Siete d¨ªas dici¨¦ndoles a sus compa?eros que ¡°no iban a marcar 11 sino 15¡±, debi¨® grabarse en el subconsciente de todos. ¡°Durante toda la concentraci¨®n, daba igual el momento y el lugar donde estuvieras, Poli te gritaba y te dec¨ªa que ¨ªbamos a ganar por m¨¢s de 11¡±, dice Camacho. ¡°Es que la inconsciencia es la madre de la sabidur¨ªa¡±, se defiende el mencionado Rinc¨®n.
¡°Cuando ¨ªbamos en el autocar hacia el estadio, de repente alguien empieza a saltar como un animal, como un animal que est¨¢ enjaulado y que tiene que salir porque no cab¨ªa ah¨ª. Era Poli y el resto nos mir¨¢bamos, pens¨¢bamos que estaba loco, pero poco a poco nos fuimos contagiando¡±, cuenta Lobo Carrasco sobre los detalles psicol¨®gicos previos al partido.
Santillana, autor de cuatro goles, desvela un secreto de aquella concentraci¨®n: ¡°Nos junt¨¢bamos los jugadores para hablar y le dec¨ªamos al m¨ªster que se fuera. En esas reuniones, que eran important¨ªsimas, nos dec¨ªamos cada uno lo que ten¨ªamos que hacer, a qui¨¦n marcar, a qui¨¦n dar alg¨²n recadito, a qui¨¦n te ibas a comer. Era un modo de comprometernos, de ir todos en la misma direcci¨®n. Luego ese modelo lo incorporamos al Real Madrid y el m¨ªster de turno, ya fuera Molowny o Beenhakker, no entend¨ªa nada, pero si ten¨ªas a un t¨ªo como Camacho que se tiraba encima de ti y te dec¨ªa a ese Zenga le vas a meter cuatro, pues t¨² te lo cre¨ªas. As¨ª era imposible no implicarte¡±.
¡°La planificaci¨®n para el partido de Malta era que ¨ªbamos a tener muchas ocasiones de gol. Hab¨ªa que plantearlo de un modo salvaje, ellos eran muy malos y ten¨ªamos que hacerles 30 ocasiones de gol¡±, explica Santillana. ¡°El m¨ªster lo dijo todo con la alineaci¨®n, todos al ataque¡±, a?ade V¨ªctor.
Empez¨® el partido y el gui¨®n no pudo ser m¨¢s dram¨¢tico. Se?or fall¨® un penalti en el minuto 2. (¡°No quer¨¦is saber lo que me dijeron estos¡±, recuerda el zaragocista entre bromas. ¡°Pero estaba escrito que t¨² ibas a marcar el definitivo¡±, le dice Manu Sarabia). Y en el minuto 24 Malta marc¨®. Degiorgio chut¨® desde fuera del ¨¢rea, el bal¨®n golpe¨® en Maceda que, de forma involuntaria, desvi¨® el tiro y bati¨® a Buyo. ?ste, que debutaba en aquel partido, recuerda el tanto malt¨¦s: ¡°Cog¨ª la pelota de la porter¨ªa y pens¨¦ que en vez de 11 hab¨ªa que hacer 12¡±. Minutos despu¨¦s Santillana marc¨® dos goles y Espa?a se march¨® al vestuario con un decepcionante 3-1.
¡°En el descanso tuvimos que recargar las pilas, porque parec¨ªa que aquello era imposible, pero all¨ª estaba Poli grit¨¢ndonos y todos anim¨¢ndonos. Lo grandioso fue que nos mentalizamos, nos juntamos, todos por la misma causa. Ese partido fue lo que fue por ese sentimiento y esa uni¨®n¡±, cuenta Santillana sobre los momentos en el vestuario.
Comenz¨® la segunda parte y Espa?a necesitaba marcar nueve goles. En el minuto 46 Poli hizo el cuarto, y en treinta minutos locos la Selecci¨®n ya ganaba 9-1. ¡°Seg¨²n pasaban los minutos e ¨ªbamos metiendo goles nos dimos cuenta de que era coger el bal¨®n y atacar. Ellos s¨®lo quer¨ªan quitarse el bal¨®n de encima. Marc¨¢bamos y no lo celebr¨¢bamos porque no hab¨ªa tiempo¡±, explica Camacho. ¡°En el octavo o en el noveno, Lobo y yo vamos a por la pelota y casi nos peleamos por cogerla¡±, cuenta Sarabia, que recuerda que salvo ¡°Camacho y Buyo, el resto est¨¢bamos todos en el ¨¢rea de Malta¡±.
Lobo Carrasco explica as¨ª aquella vor¨¢gine de f¨²tbol: ¡°En la segunda parte creamos una avalancha futbol¨ªstica, sostenida por un momento m¨¢gico. La clave fue que alcanzamos el bucle, que en f¨²tbol es muy dif¨ªcil conseguir, y ah¨ª nos metimos todos en la misma direcci¨®n. Recuerdo la expresi¨®n de las caras de los malteses. Nunca he visto a deportistas queri¨¦ndose ir del campo, literalmente.
Lleg¨® un momento, cuando se puso a funcionar la f¨¢brica de centros de Camacho, de Gordillo, de Manu, que sab¨ªamos que todo lo que iba a ir al ¨¢rea iba a ser gol¡±. Y a?ade: ¡°Yo me alegr¨¦ de no meter ning¨²n gol en aquel partido porque recuerdo que cuando fall¨¦ el penalti ante Schumacher en la Eurocopa contra Alemania, Gordillo me dijo: ¡®Lobo, tranquilo, si lo llegas a meter nos hacen cinco en la segunda parte¡±.
Y a falta de diez minutos para el final, Espa?a estaba a un gol de la gesta. Fue Juan Se?or el encargado de marcar el hist¨®rico 12-1. Era el minuto 83 y remat¨® un rechace desde fuera del ¨¢rea que provoc¨® el ¨¦xtasis general. ¡°Ese gol me ha marcado toda la vida. Todav¨ªa 30 a?os despu¨¦s me lo recuerdan. Fue un orgullo¡±, dice Se?or. ¡°Fue el ¨²nico gol que celebramos, yo todav¨ªa me fui a por la pelota por la inercia del partido¡±, cuenta Sarabia, ¡°hasta que me di cuenta de que estaban todos celebr¨¢ndolo amontonados¡±.
De ese momento, se recuerdan las palabras de Miguel Mu?oz al periodista de TVE, Alfonso Azuara: ¡°Es la alegr¨ªa m¨¢s grande de mi vida. Ahora les vamos a meter tres m¨¢s¡±. Y, por supuesto, la figura del seleccionador provoc¨® muchos recuerdos y elogios. ¡°Era un monstruo, c¨®mo entend¨ªa al futbolista, c¨®mo nos trataba. Y lo que ha tenido que aguantar ese hombre con todos nosotros, pero nos ten¨ªa un cari?o...¡±, recuerda Poli.
Espa?a a¨²n marc¨® un gol m¨¢s, que anot¨® Gordillo, pero que el colegiado anul¨®. El b¨¦tico se march¨® a por el linier. ¡°Le puse verde¡±, explica entre risas. ¡°D¨ªas despu¨¦s mis amigos me preguntaban que qu¨¦ le hab¨ªa dicho al l¨ªnea y yo les dije: ¡®Pues muy f¨¢cil, le felicit¨¦ y le dije que hab¨ªa hecho muy bien en anular el gol 13, que yo era muy supersticioso¡¯¡±. Mucho arte.
Ese gol provoc¨® la invasi¨®n del campo, el Villamar¨ªn, que al principio del partido acog¨ªa a 30.000 espectadores se fue llenando a medida que iban llegando los goles. ¡°Yo cuando vi la invasi¨®n del campo me empec¨¦ a poner nervioso y le di una patada a alguno. Porque yo pensaba: ¡®Con lo que hemos hecho, a ver si ahora nos va a sancionar la UEFA¡±, explica Camacho.
El ¨¢rbitro pit¨® el final del partido y se desat¨® la locura. Los jugadores fueron llevados en volandas al vestuario. ¡°Ha sido el partido m¨¢s loco que he jugado en mi vida. Una vor¨¢gine. Es el ¨²nico partido en mi vida que cuando termin¨® no sab¨ªa lo que hab¨ªa pasado, no me acordaba de nada. Cuando llegamos al vestuario estaba lleno de gente y recuerdo que uno le puso el micr¨®fono a Camacho y le pregunt¨®: ¡®?Usted cu¨¢ntos goles ha marcado? Camacho le mir¨® y le dijo: ¡®Yo que hostias s¨¦, lo ¨²nico que s¨¦ es que estoy reventao¡±.
¡°Tardamos m¨¢s de una hora en llegar al Oromana, la Polic¨ªa tuvo que abrir paso al autocar. Y cuando llegamos nos recibieron con una tarta y champ¨¢n. Lo celebramos bien, eh¡±, cuenta Gordillo. ¡°Pero no lo cuentes todo¡±, le dice Sarabia. Pero Gordillo se suelta: ¡°Cuando ya hab¨ªa dejado a todos y me iba para mi casa, me met¨ª en Mercasevilla, que se par¨® literalmente, a ver a mi amigo Peroles y estuve all¨ª hasta las 10 de la ma?ana, con los pescaderos. Pero, vamos, llegu¨¦ a casa sin pescao¡±.