BORUSSIA-REAL MADRID
Lewandowski obliga a un milagro
El delantero polaco fue una pesadilla para el Madrid y marc車 los cuatro goles. Los de Mou se durmieron con el empate de Cristiano y ahora necesitan otra remontada hist車rica.

Por fin salimos de dudas. No es el Bayern el que aprieta, es Alemania la que ahoga. La debacle del Barcelona fue un aviso, aunque no lo supimos ver. Imaginamos que el Borussia era distinto cuando probablemente sea hasta mejor. Sin duda, peor para el Madrid. Hablamos del 迆nico equipo que corre tanto como el de Mourinho, el 迆nico capaz de discutirle el contragolpe, la furia y la t芍ctica. Los cuatro goles de Lewandowski son la respuesta de un alumno aventajado, del gemelo alem芍n. Seg迆n se pudo apreciar, Klopp hace algo m芍s que hablar mucho.
El partido fue, c車mo decirlo, Alemania en estado puro. La eterna intimidaci車n, los tipos rubios y el estadio unido en un solo grito que fluctuaba como una marea. A?adan ahora las peculiaridades del Borussia, galgos corredores, reflejo de lo mejor del Real Madrid. Perder un bal車n ante ese equipo es como abrir un armario lleno de murci谷lagos. Vuelan. Y muerden. Lo hicieron casi desde el primer instante. A los seis minutos, el Dortmund, dirigido por G邦ndogan, ya hab赤a disparado el puls車metro del madridismo. Reus raj車 en diagonal la defensa del Madrid y su disparo, cruzado y venenoso, fue desviado por el guante derecho de Diego L車pez, otro milagro en su cuenta. Lewandowski no alcanz車 por cent赤metros al rechace posterior.
Cuando el Madrid cre赤a sofocado el fuego, lleg車 el gol. G?tze centr車 desde la izquierda en direcci車n al segundo palo y Lewandowski, m芍s r芍pido que Pepe, remat車 con los tacos de la bota diestra. No hab赤an transcurrido ocho minutos. Alemania en estado puro.
La primera sorpresa se registr車 entonces. El Borussia no se lanz車 a por la yugular de su enemigo. No era ese su plan. S車lo ten赤a prisa para marcar el primer gol. Lo mismo que hubiera hecho Mourinho en situaci車n parecida: marcar y guarecerse en busca de un contragolpe. No dejar de correr, pero no dejar de pensar.
El Madrid se sinti車 bastante confuso, quiz芍 porque se reconoci車 en el espejo. Si acept車 el bal車n es porque no le quedaba otra y casi siempre lo manej車 como una bomba a punto de estallar. El Borussia cerraba los pasillos y presionaba en ventaja, con mayor赤a de efectivos, reproduci谷ndose por esporas. Los millones de alemanes sobre el campo se relam赤an, pacientes y aviesos.
A los 20 minutos, el Madrid ya era dominador del juego, pero s車lo le val赤a para ganar metros y faltas. Cristiano prob車 la fortaleza de Weidenfeller en uno de los lanzamientos con plutonio; el resto de oportunidades se perdieron en el espacio a谷reo alem芍n. El control era ficticio, como el de tantos equipos que soban la pelota en el Bernab谷u. Reus volvi車 a sembrar el p芍nico por el centro y Blaszczykowski revent車 la banda derecha con una galopada fabulosa que s車lo acert車 a taponar Higua赤n, en un repliegue extraordinario, heroico.
En muchos sentidos, los equipos eran dos gemelos empe?ados en copiarse. Se calmaban a un tiempo y se excitaban a la vez. Xabi enganch車 un remate desde fuera del 芍rea, pero Subotic se interpuso ante el gol. Reus contest車 con una jugada soberbia, otro pu?al por el centro del 芍rea. La jugada acab車 en clamor porque Varane atropell車 al alem芍n en el l赤mite del m芍ximo castigo. Y sin cesar los gritos del estadio, marc車 el Madrid. A partir de un saque de banda se desencaden車 la tormenta perfecta: prolongaci車n de Modric, fallo de Hummels y asistencia de Higua赤n a Cristiano. El mundo parec赤a ordenarse de repente. Falsa impresi車n.
La segunda mitad fue un frenes赤, otro m芍s. Sin tiempo de acomodarse en la butaca, Lewandowski marc車 el segundo gol del Borussia. La defensa del Madrid reclam車 fuera de juego, pero no existi車. Pepe se qued車 enganchado y el delantero polaco volvi車 a dar prueba de su inmensa categor赤a. Lo tiene todo: igual juega a campo abierto que en la estrechez de una baldosa, igual retiene que remata, de espaldas y de frente, pivote y alero, asesino a tiempo completo. Y ojo, porque las cosas siempre pueden ser peor: el a?o que viene lo disfrutar芍 el Bayern de Guardiola.
El 3-1 fue m芍s de lo mismo: Lewandowski. En este caso resolvi車 un barullo dentro del 芍rea con una elegancia extrema: derechazo por la escuadra frente al at車nito Pepe, toda la noche boqueando a sus pies. El cuarto gol se lo cedi車 Xabi Alonso con un penalti fruto del cansancio y de la impotencia. As赤 fue c車mo derrib車 a Reus, siempre Reus. El golpeo de Lewandowski, una vez m芍s, no tuvo desperdicio: seco, centrado, inapelable.
Diego L車pez evit車 el quinto por dos veces, o tal vez fueron tres. En su intervenci車n m芍s recordada, una palomita de p車ster, desvi車 el chut de Gundogan, despu谷s de una jugada primorosa del turco-alem芍n. Al rato fue Lewandowski quien le ret車 a volar y Diego vol車 en busca de otra pelota maldita.
Benzema y Di Mar赤a entraron por Modric e Higua赤n, pero si el panorama cambi車 algo es porque el Borussia decidi車 replegarse, por decisi車n de su entrenador o del 芍cido l芍ctico. Despu谷s fue Kak芍 quien relev車 a Xabi Alonso. Y en esa inercia que empuja a los equipos desesperados en los minutos finales, el Madrid tuvo dos oportunidades clar赤simas. La primera la abort車 Wendenfeller a los pies de Cristiano. La 迆ltima, ya en el tercer minuto del a?adido, la desvi車 Hummels cuando Varane ya cantaba el gol, el de la esperanza sensata. Esta vez no bastar芍 con una gran remontada europea. Tendr芍 que ser grand赤sima.