zaragoza 0 -espanyol 0
Zaragoza y Espanyol ri?en con el f¨²tbol y acaban en triste empate
Mal partido en La Romareda, con m¨¢s expulsados (Javi L¨®pez y Sapunaru) que ocasiones claras. Debut¨® Petrov y el Zaragoza no espabila en casa.
El partido se present¨® con toda la sintomatolog¨ªa propia de las situaciones perentorias y no abandon¨® esa l¨ªnea en toda la noche. En lugar de ganar algo de f¨²tbol, s¨®lo creci¨® en asperezas, lo que termin¨® por dejar a los dos rivales con diez jugadores y sin ning¨²n premio, salvo si se considera como tal el punto. Puede que el Espanyol le tenga m¨¢s aprecio al desenlace, por su condici¨®n de visitante y porque Aguirre cuenta ya ocho partidos con una sola derrota. Y fue con el Bar?a, que duele pero tiene casi bula. La trayectoria le alcanza para defender una din¨¢mica de mejora y mantener un dique contra el pesimismo con el que arranc¨® la temporada perica. Para el Zaragoza, el empate signific¨® la continuaci¨®n de un periodo en el que su f¨²tbol ha entrado en un atasco de ritmo, ideas y ejecuci¨®n que lo tiene varado, cada d¨ªa m¨¢s a merced de la amenaza de la zona baja: de los 30 puntos que se ha jugado en casa, ha sacado diez. Su tendencia no se corrige.
Los dos equipos manejaron el bal¨®n con aprensi¨®n, m¨¢s pendientes de los rigores t¨¢cticos y de las peque?as batallas. Aguirre, como cualquiera, sab¨ªa que al Zaragoza no se le da muy bien defender los saques de esquina contra su porter¨ªa, as¨ª para empezar el Espanyol se puso a tirar c¨®rners, a ver si... Stuani hab¨ªa aparecido en la banda derecha, enmascarado en todos los sentidos. El uruguayo consigui¨® con su actividad que su nombre fuera el m¨¢s repetido de ese primer tramo y casi del choque. Pero nadie impuso ning¨²n brillo. Zaragoza y Espanyol, m¨¢s que jugar al f¨²tbol, ri?eron al f¨²tbol. Y en lugar de los firuletes brillaron los tacos que anhelan tobillos y las tarjetas, que nunca son tantas como las que piden los futbolistas. Quejarse de las tarjetas y pedir tarjetas son dos actos que se anulan entre s¨ª, pero los futbolistas lo practican con encomiable insistencia.?
Stuani forz¨® una amarilla de Abraham, con el que mantuvo un duelo sostenido que empez¨® con la pelota, sigui¨® al agarr¨®n y acab¨® en palabras. Ya en la segunda parte, P¨¦rez Montero hubo de bajarles la temperatura y avisarles que en su garito no se hablaba de pol¨ªtica. En el mientras tanto, el uruguayo gener¨® la primera de varias apariciones notables en el ¨¢rea. Postiga hab¨ªa rematado en perpendicular a Casillas y luego, en una jugada de remates desordenados,V¨ªctor Rodr¨ªguez estuvo a punto de encontrar porter¨ªa. El partido hab¨ªa salido del anquilosamiento estrat¨¦gico y tom¨® algo de velocidad, aunque no iba a ning¨²n lado. Nadie se orden¨® los pies lo suficiente.
Hubo un largo pasaje en que Sergio Garc¨ªa pareci¨® adue?arse del escenario. Hasta la media hora, permanec¨ªa casi in¨¦dito: ?lvaro lo ten¨ªa sujeto con una argolla invisible. Lo acosaba en la recepci¨®n, advertido de que cualquier imprudencia defensiva anima las aceleraciones del delantero, que requiere atenci¨®n exhaustiva y personalizada. Su aparente palidez inicial dej¨® paso a un par de fogonazos. Escap¨® en cuanto acert¨® a controlar la pelota y girar con ella. Orientado hacia la meta contraria, sali¨® rodeado de tres o cuatro defensas y se abri¨® camino como el que desbroza un bosque. En el ¨¢rea, sin embargo, los remates se le evaporaron.
Cualquiera podr¨ªa haber vaticinado de antemano que el encuentro iba a estar hu¨¦rfano de Apo?o y Verd¨², los dos generadores de juego. Aunque parezca un lugar com¨²n o una explicaci¨®n parcial, en cierto modo fue as¨ª. El partido nunca camin¨® hacia la claridad. Conforme se adentraba en minutos decisivos, insisti¨® en su indisimulada mediocridad. Lo habr¨ªa de resolver una acci¨®n residual o aislada. O un bal¨®n parado, figura preferida del entrenador moderno. Stuani fue quien m¨¢s cerca estuvo otra vez de gritar gol, cuando Capdevila le puso en la cabeza un bal¨®n que Roberto manote¨®. Casi a continuaci¨®n, a V¨ªctor Rodr¨ªguezse le atragant¨® otra vez el remate en la boca del gol, a la salida de un c¨®rner; y Zuculini dispar¨® de manera inopinada un rechace y no lo emboc¨® de milagro, previa carambola en un defensa.
Entre el desaf¨ªo latente de Sergio Garc¨ªa, que acab¨® ganando ?lvaro, y el voluntarioso alboroto del Zaragoza, el partido se fue hacia el final hecho un parte de sucesos. Cristian G¨®mez se lesion¨® al poco de entrar. Debut¨® Petrov. La expulsi¨®n de Javi L¨®pez pudo abrir once minutos de arre¨®n final al Zaragoza, pero casi a continuaci¨®n P¨¦rez Montero cerr¨® el c¨ªrculo al ense?arle su segunda amarilla tambi¨¦n a Sapunaru. Todo qued¨® en nada. El partido fue una discusi¨®n bizantina en la que, al final, nadie tuvo raz¨®n.