ZARAGOZA 0 - SEVILLA 0
Zaragoza y Sevilla deciden jugarse la Copa a un partido
Emery debuta en La Romareda con un empate sin goles, escaso de f¨²tbol, ocasiones y emoci¨®n, que deja todas decisiones de la eliminatoria para la vuelta en el Pizju¨¢n.
Avisados de la longitud de la eliminatoria, Zaragoza y Sevilla dedicaron el partido de ida a ahorrar m¨¢s que a invertir. El torneo de Copa viene envuelto un calendario feroz para los equipos de clase media, los que no pueden permitirse rotaciones que le aseguren una continuidad del rendimiento. Eso obliga a este patr¨®n de eliminatoria en la que, en el primer partido, todo el mundo trata de no equivocarse m¨¢s que de acertar; o de diferir los riesgos y no exponerse m¨¢s de la cuenta. Que no ocurra nada que no sea susceptible de ser solventado en el choque de regreso. El ciclo se reitera conforme avanzan las rondas: nadie se excede en la presi¨®n sin la pelota ni hay quien incurra en exageraciones r¨ªtmicas con ella. El v¨¦rtigo inherente a este torneo queda para el tramo final o para el segundo encuentro. As¨ª fue el primer choque de Unai Emery en el banquillo del Sevilla y as¨ª termin¨®: en empate sin goles. Con apenas algunas escaramuzas de Navas por un lado y dos disparos de Postiga por el otro. Pura escasez.
El primer saque de esquina del Zaragoza tuvo lugar en el tiempo de alargue del encuentro. Fue jaleado por la semidesierta grada zaragocista con el j¨²bilo que merec¨ªa una noche tan poco generosa. Naturalmente, acab¨® en nada. Palop meti¨® un pu?o arriba y el encuentro se muri¨® sin arco argumental ninguno. En realidad la anecd¨®tica jugada del c¨®rner final serv¨ªa de resumen, porque casi todo el peligro vino generado en acciones m¨¢s bien directas, de poco recorrido. Un pasecito filtrado por Medel a Negredo a la sabrosa espalda de la defensa aragonesa prometi¨® otra cosa a los 20 minutos. Pero era fuera de juego. El delantero vallecano sigui¨® la jugada y anot¨®. Dijo que no hab¨ªa o¨ªdo el silbato. Puede que fuera verdad: pero al rato empezamos a pensar si no habr¨ªa sido por darse el gusto de ver el bal¨®n entrar, anticipando lo que ven¨ªa despu¨¦s, la aridez del choque en ataque, las pocas ocasiones para enfrentarse al portero. Negredo apenas dispondr¨ªa de otra ocasi¨®n algo despu¨¦s, cuando logr¨® provocar una fatal indecisi¨®n de ?lvaro en un pelotazo frontal, pero la remat¨® muy lejos. Y Maduro, de cabeza a la salida de una falta que toc¨® Rakitic, encontr¨® un camino similar para meter algo de inquietud en el ¨¢rea del Zaragoza, pero no el gol.
El Sevilla estaba m¨¢s vivo de lo que parec¨ªa hace s¨®lo tres d¨ªas. D¨ªgale quien quiera efecto Emery, pero seguramente tuvo m¨¢s que ver con la descompresi¨®n del cambio en el banquillo, con la reactivaci¨®n de voluntades que esos procesos suelen inocular a los equipos. En cualquier caso, el Sevilla dio la impresi¨®n de tener algo m¨¢s de vuelo durante ese tiempo, cuando el Zaragoza parec¨ªa aplanado. Jim¨¦nez hab¨ªa dado descanso a Loovens, Monta?¨¦s y Zuculini, y las apariciones de Javi ?lamo y W¨ªlchez en las bandas ratificaron las sospechas, el sentido de su papel secundario en el equipo. ?lamo a¨²n ofreci¨® alg¨²n detalle t¨¦cnico considerable. W¨ªlchez se fue cambiado sin haber dejado ni la m¨¢s m¨ªnima huella en el partido. H¨¦lder Postiga vivi¨® de lo que daba la tierra, apenas nada.
Hasta la segunda parte, cuando el Zaragoza quiso acelerar un tanto sus pulsaciones y el portugu¨¦s se fabric¨® un par de disparos furiosos que Palop repeli¨® con aprensi¨®n, el equipo de Jim¨¦nez se movi¨® como un pe¨®n por el adoquinado del ajedrez: de cuadrito en cuadrito. Maduro y Medel, cada uno en su estilo, ten¨ªan cierto mando en el centro. Rakitic aparec¨ªa guadianesco, como Reyes, aunque dejando gotas de clase. El partido, en general, ten¨ªa m¨¢s restas que sumas. El Sevilla propuso algo m¨¢s de control y sobaba la pelota para dar esa impresi¨®n. Su peligro, sin embargo, vino en la explotaci¨®n de su camino m¨¢s natural, el que escapa a cualquier idea estrat¨¦gica: las carreras de Jes¨²s Navas por la derecha y sus centros, abajo o arriba, al meollo del ¨¢rea. Salvo por un remate residual de Negredo a la media vuelta, esa veta fue la que aproxim¨® al conjunto de Emery frente a Leo Franco. Pero ?lvaro, un chico siempre atento en clase, los interrumpi¨® todos, neg¨¢ndoles los remates en llegada al propio Negredo y a Reyes.
El liviano extremo del Sevilla acabar¨ªa el repertorio con un balonazo que se le fue arriba. Aunque los dos t¨¦cnicos trataron de desanudar un tanto el encuentro en los ¨²ltimos minutos con Manu del Moral y Monta?¨¦s, el partido se fue por el mismo camino que hab¨ªa venido: el de la decisi¨®n en Sevilla. Cuando Emery ya haya podido afectar un poco m¨¢s el juego de su equipo. Cuando Jim¨¦nez, por fin, vuelva al Pizju¨¢n y pueda sentarse en el banquillo del que fuera su estadio. Y cuando ya no le quepa a ninguno m¨¢s remedio que ir de frente y adelante, a por esa Copa que tanto dicen querer y que ayer prefirieron jugarse otro d¨ªa. A un partido.