REAL ZARAGOZA 0 - LEVANTE 1
Rub¨¦n hace del Levante el rey de los partidos matinales
El Levante gana con gol de Rub¨¦n. El ¨¢rbitro se comi¨® un penalti y roja de Navarro. Impotencia del Zaragoza. Quinta victoria matinal granota.
Para la victoria el Levante se visti¨® de negro y de ese color le ti?¨® la ma?ana al Zaragoza. Adem¨¢s estuvo lo del ¨¢rbitro. Coincidencias crom¨¢ticas. El Levante es un equipo con muchos perfiles, cuya naturaleza viene comprendida entre dos extremos: el rotundo Ballesteros a un lado, el agitador Martins al otro. En lo que va del defensa al punta cabe toda la personalidad de este equipo de JIM, que adquiere aspectos muy diversos seg¨²n c¨®mo se lo mire o qu¨¦ circunstancia exija el partido. A la hora del aperitivo del domingo, el Levante no tiene rival. Ha ganado sus cinco encuentros. Le va el madrug¨®n dominical. La matin¨¦e del d¨ªa de precepto. A esas horas todo el mundo tiene hambre. El Levante devor¨® la moral del Zaragoza, Sapunaru se comi¨® un codazo de David Navarro y el ¨¢rbitro se lo trag¨® todo. El partido pudo tomar otra trayectoria si Iglesias llega a advertir la generosa agresi¨®n en el ¨¢rea, pero cualquier hip¨®tesis sobre lo que no ocurri¨® es una mera especulaci¨®n. Lo real estuvo en que el Levante grit¨® gol en la jugada siguiente y lo defendi¨® sin dificultad el resto de la ma?ana.
A la vuelta de la pol¨¦mica jugada, el partido tom¨® un destino implacable, muy en consonancia con el perfil granota. M¨ªchel abri¨® camino por la derecha, su ruta preferida a esas horas. M¨ªchel agot¨® un bal¨®n residual y encontr¨® la indecisi¨®n de ?lvaro y Sapunaru, que no acordaron qui¨¦n deb¨ªa atender la llamada. Por esa ranura entr¨® Rub¨¦n para tocar a gol. Poco antes Barkero hab¨ªa ara?ado la madera. Despu¨¦s, Roberto neg¨® abajo un cabezazo venenoso de Martins. Y, en un c¨®rner, Iborra pudo apuntillar la ventaja.
Despu¨¦s se person¨® el Levante m¨¢s acerado. Ballesteros recuerda a uno de esos espartanos que cenan cada tanto en el infierno. Su presencia f¨ªsica reparte la sensaci¨®n de que el partido siempre habr¨¢ de jugarse en los t¨¦rminos que decida el equipo granota. Si el caudillo pervive es entre otras cosas por la cuidadosa organizaci¨®n estrat¨¦gica del Levante. La victoria defini¨® al equipo de JIM, en el que nadie sonr¨ªe por cortes¨ªa. Al Zaragoza le clav¨® un gol y luego le cort¨® el f¨²tbol, la velocidad y los hilos de juego. Su gobierno mostr¨® hasta qu¨¦ punto el vivaz Levante que encarnan chicos como Martins, M¨ªchel (que llen¨® su banda de combinaciones en el primer tiempo) o Rub¨¦n, vive sostenido por el Levante met¨¢lico que tiene su pin¨¢culo en Ballesteros y Juanfran, con el remache de Iborra y Diop, ayer capit¨¢n general.
Hasta el descanso, el Zaragoza era poco m¨¢s que una petici¨®n de auxilio. Mientras su zaga ca¨ªa dinamitada, a ?lvaro el bal¨®n se le empez¨® a hacer moroso en los pies, Apo?o se quedaba sin pases y el ritmo general adquiri¨® la textura r¨ªgida del almid¨®n. Agrupado en la ventaja frente a un rival previsible, al Levante no le import¨® conceder terreno. Impuso cuerpo, orden y oficio. Total, el Zaragoza parec¨ªa jugar con un bal¨®n de playa entre los pies. Vaya usted a regatear a esa gente con una pelota nivea y ver¨¢ c¨®mo es la cosa...
Brusquedad.
El resto del partido trat¨® de esa dial¨¦ctica y poco m¨¢s: de las amarillas, la brusquedad, la frustraci¨®n local, una protesta por mano de Juanfran y otro pleito con medios agarrones de Postiga con David Navarro. A pesar de que Jim¨¦nez conspir¨® por el cambio con Paredes y Edu Oriol, el sism¨®grafo de Mun¨²a apenas registr¨® disparos anchos, largos o altos. Los ensayaron Oriol, Postiga o Jorge Ort¨ª, que relev¨® a un V¨ªctor Rodr¨ªguez que ha visto evaporarse su inicial impacto agitador. El Levante se arregl¨® para defender el estado de las cosas sin mayor apretura. La corneta de Ballesteros dirig¨ªa la resistencia. Monta?¨¦s trat¨® de filtrarse y Abraham llegaba con centros tocados de sutileza. Al otro lado, Juanlu y El Zhar salieron para buscar una contra final. El Zhar la tuvo, pero la cruz¨®. Hacia el final, Monta?¨¦s caz¨® una volea que oblig¨® a un esfuerzo aislado a Mun¨²a. Y en el alargue, Lell vio la segunda amarilla. Toda una iron¨ªa: con la de cera que se hab¨ªa repartido, el alem¨¢n se fue por perder tiempo.