Liga BBVA | Getafe 2 - Real Madrid 3
El Marat車n de Getafe
Di Mar赤a, incansable, encarril車 la victoria del Madrid con un penalti y una asistencia. Cristiano, dos goles. Los locales fueron mejores cuando se serenaron.
Di Mar赤a, como los reyes que se aproximan, goza del don de la ubicuidad. Y sin camello, lo que resulta m芍s relevante. Igual asiste en boca de gol que defiende al extremo contrario. Si corriera menos nos parecer赤a mejor futbolista. Si tomara sales contra los desmayos o si se perdiera, de vez en cuando, en profundas cavilaciones. As赤 somos. Nos cuesta aceptar al genio esforzado. O una cosa o la otra, pensamos. Pues no, aqu赤 son las dos.
Di Mar赤a fue v赤ctima del penalti que encarril車 el partido para el Madrid, asisti車 a ?zil en el segundo tanto y tambi谷n, no lo obviaremos, fall車 un gol cantado por querer regal芍rselo a Benzema, primero, y despu谷s, cuando el franc谷s le devolvi車 el obsequio, por fallar en el control definitivo. Vaya en su descargo que acaba de completar el Marat車n de Nueva York y estaba ligeramente sofocado.
Habr芍 quien prefiera los dos goles de Cristiano a la sudoraci車n de Di Mar赤a, muchacho que nunca podr芍 engordar. Es opinable. Sin embargo, es la presencia del argentino la que convierte el ataque del Madrid en una l赤nea imprevisible, ya que la concentraci車n defensiva que permite controlar a Cristiano no alcanza para maniatar a Di Mar赤a, din芍mico, vertical y pasador. Y si a la fiesta tambi谷n se suma ?zil la rendici車n es el mejor consejo.
Lo que le ocurri車 al Getafe no deja de ser curioso. Cuanto m芍s se apasion車 con el partido, peor lo hizo. Fue cuando se sinti車 perdido y se consol車 con la pelota cuando el f迆tbol le devolvi車 a la pelea. Hay equipos que nacen para ser agresivos y otros que s車lo pueden forzar el gesto unos minutos. El Getafe es de esa pasta, m芍s fina. Y la prueba es que en su empe?o por resultar agresivo se enajen車 tanto que olvid車 que los penaltis existen. El dato es que Cristiano fue derribado a los dos minutos, sin sanci車n, y Di Mar赤a agarrado a los nueve, lo que ya no ofreci車 dudas.
El Getafe protest車 airadamente el castigo y contagi車 al p迆blico, muy desairado, pero habr芍 que achacarlo a la crispaci車n que ataca a los anfitriones cada vez que el Madrid se planta enfrente. Resulta algo desagradable, pero no afecta sus opciones de victoria. Del mismo modo que el Bar?a provoca un enamoramiento que le pone en franquicia los partidos, el Madrid despierta una inquina que se los deja igual. Tan atontados quedan los amantes como los odiadores.
El gol de Parejo, tan inspirado por su talento como por la amabilidad de sus rivales (Lass ten赤a amarilla y Arbeloa no ten赤a la noche), devolvi車 la vida al partido. Al tiempo, nos hizo ver que la docilidad de Lass, habitualmente pira?a, hab赤a coincidido con su amonestaci車n, igual que le hab赤a ocurrido a Boateng poco antes. Los m芍s briosos del encuentro se manejaban en libertad condicional y amenaza de perpetua. No lo superaron.
El Getafe se atolondr車 de nuevo al sentirse cerca del empate para crecer luego cuando Cristiano marc車 el tercero. La jugada de ese gol alter車 los papeles significativamente. Benzema asisti車 y Cristiano marc車 en los terrenos del nueve. El doctor Freud nos dir赤a que el franc谷s quiere ser mediapunta y Cristiano delantero, aunque ellos no lo saben. Todav赤a.
Ansiedad.
La segunda mitad se convirti車 en un carrusel de tarjetas amarillas que terminaron con la roja de Arbeloa, extra?amente ansioso, seguramente por haberse quitado este a?o el vicio de la Coca-Cola. Que vuelva.
Alb赤n marc車 en los minutos finales para honrar el juego de un equipo que si algo hizo bien fue no rendirse. Kak芍 volvi車 generando discretas esperanzas y, antes y despu谷s, Di Mar赤a sigui車 corriendo al estilo de los mozos en los encierros y recortando astifinos que le dejaron la camisa hecha jirones. No engordar芍 nunca. La cuesti車n es saber si cumplir芍 los 40.