Ajedrez en el Mediterr¨¢neo

Dice Guardiola que Cruyff lo es todo, que lo que diga va a misa. Como dir¨ªa un buen hijo. Su figura es como la de un padre que te ense?a a caminar por la vida hasta que vuelas del nido. Y empiezas a vivir tus propias experiencias. Llegan amigos y novias, que te enriquecen de una forma u otra. As¨ª lleg¨® Lillo a la vida de Pep, con un romance en M¨¦xico que dur¨® lo que aquella aventura, como un viaje a Canc¨²n, aunque lo llamemos Sinaloa. Como hay cosas que no se olvidan, mantienen el contacto, se cuentan sus cosas, se cruzan piropos. Siguen aprendiendo, en la distancia, el uno del otro. Ahora no est¨¢ claro qui¨¦n es el maestro y qui¨¦n el alumno. Quiz¨¢ los dos a la vez. Cada uno con un discurso pero con el matiz com¨²n que necesita cualquier relaci¨®n para ser duradera. Puntos de encuentro. Les une el amor (por el buen f¨²tbol).

Ser¨¢ interesante ver la talla de este renacido Almer¨ªa, que cambi¨® la testosterona de Hugo por los versos de Lillo. Y sali¨® ganando. El Bar?a sigue ah¨ª, queriendo escapar del villarato a base de combinaciones imposibles de su legi¨®n de jugones.

Quiere este Almer¨ªa dar un paso adelante en su huida de la quema. De paso, puede tener una importancia capital en el desarrollo de la Liga y echar una mano al Real Madrid, que saltar¨¢ al campo sabiendo c¨®mo ha quedado el l¨ªder. Quiz¨¢ con el liderato a tiro. No tiene Lillo un Messi, pero cuenta con Piatti. Este menudo argentino crece a medida que se desembaraza del cartel de nuevo Messi con el que lleg¨® a Espa?a previo pago de siete millones de euros. Comparaciones odiosas. Pero necesitar¨¢ m¨¢s para plantar cara al Bar?a, que busca un golpe de autoridad para que nadie diga que titubea. Ah¨ª entra el ajedrez. En saber enrocarse y atacar por los flancos con alfiles. Lillo tiene un plan de pizarra. Pep lo sabe. Qui¨¦n es Fischer, qui¨¦n Spassky.