Copa del Rey | Alcorc¨®n 4 - Real Madrid 0
El rid¨ªculo del siglo
Un Alcorc¨®n excepcional dio un ba?o hist¨®rico al Madrid. Tres goles en la primera parte y el cuarto en el minuto 51. Juanma y Borja, grandiosos.
De vez en cuando, no son malas las curas de humildad. El problema es cuando se repiten cada a?o. Entonces podemos pensar que algo falla, empezando por la humildad. El Alcorc¨®n dej¨® en rid¨ªculo al Real Madrid y, por extensi¨®n, al segundo proyecto gal¨¢ctico de Florentino P¨¦rez. No fue un mal d¨ªa: fue un bochorno hist¨®rico sin excusa posible, una derrota que lleg¨®, ¨²nica y exclusivamente, por d¨¦ficit de f¨²tbol. La terrible evidencia es que hay jugadores en la primera plantilla del Real Madrid que dif¨ªcilmente encontrar¨ªan acomodo en el once titular del Alcorc¨®n. Lo peor para el madridismo es descubrir la mentira, el relleno que acompa?a a unos muy pocos futbolistas extraordinarios.
Poco importa que el Madrid consiga remontar en el Bernab¨¦u, si es que lo logra. Ni eso deber¨ªa servir de alivio. Es fundamental que haya consecuencias y no ser¨¢ malo que la mancha acompa?e por un tiempo a todos cuantos provocaron el rubor, empezando por el t¨¦cnico, absolutamente insustancial en la t¨¢ctica y en la motivaci¨®n. Tampoco se deber¨ªa escapar, por supuesto, la direcci¨®n t¨¦cnica, que ha certificado como competente una plantilla que est¨¢ muy lejos de la excelencia pretendida.
Pero que la indignaci¨®n con el Madrid no empa?e el sublime partido del Alcorc¨®n, encomiable en el entusiasmo y en el estilo. A los dos minutos ya acumulaba tres ocasiones clar¨ªsimas de gol. Y en los minutos siguientes se sucedieron las oportunidades, nacidas todas de un f¨²tbol ¨¢gil y profundo, alegre y generoso por las bandas, porque en el extrarradio s¨ª se utilizan.
Cu¨¢nto debe influir la mala suerte en el f¨²tbol para que jugadores como Borja, Ernesto o Mora pasen sus d¨ªas en Segunda B y cu¨¢nto la buena para que otros, sin mayores talentos, hagan carrera en el mundo del lujo y la purpurina.
Borja consigui¨® el primero del Alcorc¨®n y el quinto en su cuenta particular con el Madrid. La jugada fue un prodigio de osad¨ªa: girarse, buscar y marcar. Muy poco despu¨¦s Arbeloa marc¨® en propia puerta y no pas¨® mucho tiempo antes de que Ernesto lograra el tercero: internada por banda de Casc¨®n y asistencia con lazo.
No negar¨¦ que el Madrid, con nueve internacionales sobre el campo, lleg¨® unas cuantas veces, pero fueron las migajas que pelean los ratones.
Tan alentador fue el discurso de Pellegrini en el descanso que Borja marc¨® el cuarto a los seis minutos de la reanudaci¨®n. En los 39 siguientes el Madrid, militarmente concentrado desde el lunes, fue incapaz de meter la pelota en la porter¨ªa del Alcorc¨®n. Si ya no pudo contar con Guti en ese empe?o es porque el genio ciclot¨ªmico estaba decidido a expulsarse, inc¨®modo ante la plebe sublevada.
Guasa.
Tanto como la afrenta, al madridismo le doler¨¢ la guasa. En estos partidos que hacen coincidir dos mundos permanece algo berlanguiano, con mozos sentados en los muros y un horizonte de pryconsa y pol¨ªgono. En ese ambiente es f¨¢cil burlarse del poderoso, perderle el respeto e incluso compadecerse de sus pucheros. Todo eso le ocurri¨® al Madrid y todo eso celebra el Alcorc¨®n, el equipo que mat¨® a Liberty Valance.