champions league | panathinaikos 2 - atl¨¦tico 3
Un paseo por el infierno
Merecido triunfo del Atl¨¦tico en Atenas ante un Panathinaikos inferior que se mostr¨® muy d¨¦bil cuando el equipo de Abel pis¨® el acelerador, sobre todo en el segundo tiempo y tras el tanto de Salpingidis. Forl¨¢n y Ag¨¹ero volvieron a demostrar que forman una de las mejores delanteras del mundo y el resultado, que pudo ser todav¨ªa mejor, se antoja m¨¢s que suficiente para superar la eliminatoria sin demasiados problemas.
Si algo se puede decir del Atl¨¦tico en su historia reciente es que sabe de infiernos. Su estancia en Segunda, vendida as¨ª por el aparato medi¨¢tico del club, s¨ª fue un infierno de verdad, de los de fuego y azufre. Bien lo puede decir su afici¨®n. Pero por el Spyros Louis de Atenas no rondan demonios con cuernos y tridente. La excesiva cautela, casi temor, que infunden las visitas a Grecia (en lo futbol¨ªstico, el baloncesto es otra historia) tiende a quedar pronto desnudada por la cruda realidad. Con eso, realidad y l¨®gica, el Atl¨¦tico cape¨® sin despeinarse, a ratos con jerarqu¨ªa y a ratos con f¨²tbol, una cita que vale m¨¢s que oro: vale estar en la liguilla de la Champions. Y eso es prestigio e ilusi¨®n. Y dinero, claro.
El campo de Panathinaikos apenas llega a purgatoria afeitadito. Sus casi 70.000 aficionados ponen voluntad y pasi¨®n, no cabe duda. Pero la pista de atletismo les env¨ªa a un a?o luz del epicentro de la batalla. Y adem¨¢s, claro, no juegan. Por mucho que empujen, el Pana es un equipo rampl¨®n de f¨²tbol t¨ªmido. No se siente c¨®modo con arreones ¨¦picos o fogosidad desmedida. Su apuesta se cuece en las calderas de Ten Cate y se basa en el control, el respeto, el ritmo bajo y la dependencia de las contras y los destellos de carisma de Karagounis. El resto es un p¨¢ramo que apenas da, si no confabulan muchos elementos a su favor, para sacudir a un bloque como el del Atl¨¦tico, con sus consabidos defectos pero con sus jugadores de primer nivel, concentrados un a?o m¨¢s en la delantera.
Contra el temor a un escenario imaginado mucho peor de lo que a la hora de la verdad resulta ser y contra el cosquilleo que implican estas citas en las que hay tanto que perder, el Atl¨¦tico tir¨® de jerarqu¨ªa en los minutos m¨¢s pastosos y lentos del partido y dej¨® despu¨¦s fases esperanzadoras. Abel puso todo lo que tiene, con las novedades de Asenjo y Juanito y con todo lo conocido en un verano en el que el club ha hecho todo lo contrario a lo que acostumbra el equipo: defender m¨¢s que atacar. Con pocas novedades y un suplicante trabajo para mantener a sus estrellas, el Atl¨¦tico demostr¨® una vez m¨¢s que tiene m¨¢s dinamita que f¨²tbol, que mata a los equipos timoratos y que, en la otra cara de la moneda, sigue teniendo algunos problemas en defensa, sobre todo en el lateral derecho de Heitinga, y una carencia que va camino de at¨¢vica en lo referente a creaci¨®n en el centro del campo. Mientras Assun?ao, en la din¨¢mica del ¨²ltimo tramo de la pasada campa?a, crece y crece como medio de destrucci¨®n, Ra¨²l Garc¨ªa sigue estancado en un papel tibio, lejos de la zona de tres cuartos y absorbido por el f¨²tbol directo de su equipo, que busca constantes atajos para encontrar a Simao, Maxi, Kun y Forl¨¢n.
El Atl¨¦tico controla una primera parte espesa
El arranque del partido descubri¨® unos primeros minutos nerviosos, con llegadas en las dos ¨¢reas, que evolucionaron hacia un amago de tost¨®n con muchos balones largos, mucho respeto, un Panathinaikos fr¨¢gil atr¨¢s y sin mordiente ofensiva y un Atl¨¦tico que se conform¨® con tomar poco a poco el control del partido, por una vez con m¨¢s dosis de cloroformo que de dinamita.
Con Gilberto Silva recluido en la defensa por las bajas de Sarriegi y Kant¨¦, los aficionados locales aguardaban pacientes un chispazo mientras se entreten¨ªan presionando al Kun cada vez que el argentino tocaba el bal¨®n. Eran los pitos del miedo. Tras un amago de Ciss¨¦, una sombra de lo que fue, y un gol bien anulado a Salpingidis, fue Maxi el que puso fin a los bostezos con un remate de llegador que dio lustre a una gran asistencia de Forl¨¢n que hab¨ªa recibido a su vez un gran pase de Ra¨²l Garc¨ªa en la mejor y casi la ¨²nica aparici¨®n del navarro. De ah¨ª al descanso el Panathinaikos vivi¨® presa de la ansiedad y el desconcierto y el Atl¨¦tico gobern¨® el partido sin apretar el acelerado en busca de una sentencia que parec¨ªa francamente barata.
F¨²tbol y goles en el segundo tiempo
Tras el descanso, por fin se vio tensi¨®n competitiva, ritmo y nivel de partido de Champions. Y en esos segundos 45 minutos, el Atl¨¦tico mostr¨® todas sus cosas buenas y algunas de las malas. En la balanza, suficiente peso para dejar la eliminatoria casi sentenciada a pesar de que las primeras noticias fueran malas. Salpingidis empat¨® colgado de la zona de peligro que deja descubierta la defensa adelantada del Atl¨¦tico. Durante algunos minutos, la afici¨®n helena recuper¨® la energ¨ªa y el equipo griego mordi¨® sin demasiada sa?a, empujado por la entrada del tan revoltoso como desordenado Leto.
El Atl¨¦tico amenaz¨® con mostrarse una vez m¨¢s como un equipo fr¨¢gil, al que el viento m¨¢s ligero hace zozobrar. Sin embargo impuso de nuevo su autoridad, y esta vez s¨ª lo hizo con f¨²tbol y goles. El primero de Forl¨¢n, un remate marca de la casa tras trallazo al larguero de Maxi, el segundo del Kun tras una acci¨®n individual en la que dej¨® su firma de delantero maravilloso. Despu¨¦s llegar¨ªa el 2-3 en un disparo rabioso de Leto e incluso unos minutos finales en los que el equipo de Abel permiti¨® demasiados nervios, demasiadas idas y venidas toda vez que el marcador era ¨®ptimo.
Pero no hubo sobresaltos y el Atl¨¦tico dej¨® el pase a la liguilla de la Champions visto para sentencia salvo improbable desastre en el Calder¨®n. Y lo hizo con buenas noticias: Ag¨¹ero est¨¢ enchufado y Forl¨¢n sigue siendo un delantero escandaloso que trabaja, marca y asiste. Simao dej¨® detalles y Maxi mostr¨® s¨ªntomas de recuperaci¨®n cada vez que se alej¨® de la banda y rompi¨® por zonas interiores. Las armas, en definitiva, marca de la casa, las que hacen que el sitio natural de este Atl¨¦tico est¨¦ en la Champions, entre los grandes. All¨ª, su tozudez a la hora de renunciar a contar con un centrocampista creativo y sus habituales despistes defensivos pueden ser lastres demasiado pesados. Pero esa ser¨¢ otra historia que contar si, como deber¨ªa, la vuelta de esta eliminatoria queda en mero tr¨¢mite.