Liga BBVA | Mallorca 2 - Atl¨¦tico 0
Sin noticias del Atl¨¦tico
El Mallorca sum¨® tres puntos vitales para su lucha por la permanencia ante un Atl¨¦tico que se mostr¨® totalmente inoperante durante los noventa minutos. El conjunto de Abel no existi¨® sobre el c¨¦sped del ONO Estadi y ve alejarse sus posibilidades de acceder a la pr¨®xima Liga de Campeones. Aduriz y Castro consiguieron los tantos bermellones.

Mallorca y Atl¨¦tico de Madrid se enfrentaban en el ONO Estadi en un partido crucial para sus objetivos, los cuales eran muy distintos pero vitales para cerrar con ¨¦xito la actual temporada. Los bermellones, que comenzaban el choque en posiciones de descenso tras los resultados de la jornada, necesitaban los tres puntos para seguir peleando por la permanencia, mientras que los colchoneros quer¨ªan reafirmar su mejor¨ªa para no descolgarse de su lucha por conseguir una plaza que le de acceso a la pr¨®xima Liga de Campeones. Moy¨¢, Perea, Pern¨ªa y Assun?ao integraban el parte de bajas.
El encuentro comenz¨® con los dos conjuntos a la espera de adivinar las intenciones a corto plazo de su rival, lo que concentr¨® el juego en la medular del terreno. Fue el Mallorca el primero en mostrar sus intenciones. Los de Manzano tomaron la iniciativa ante un Atl¨¦tico inexistente y comenzaron a aproximarse a la porter¨ªa de Leo Franco volcando todo su juego por las bandas. La presi¨®n de los centrocampistas y delanteros locales abortaban los intentos de los del Manzanares de hacer un f¨²tbol elaborado a la espera de espacios. Antonio L¨®pez tuvo que abandonar el c¨¦sped por problemas musculares antes del cuarto de hora, lo que oblig¨® a Abel a recomponer toda su defensa dando entrada a Seitaridis.
El dominio del Mallorca empezaba a traducirse en ocasiones de peligro. La primera de ellas, del ex atl¨¦tico Cl¨¦ber Santana. El Atl¨¦tico segu¨ªa sin aparecer y era incapaz de conectar con Ag¨¹ero y Forl¨¢n, a cuyas inspiraciones individuales parec¨ªa haber confiado toda su suerte desde el principio. Y como el f¨²tbol en ocasiones, las que menos, es justo, un preciso y precioso pase de Arango sirvi¨® a Aduriz para abrir el marcador batiendo a Leo Franco con una vaselina de libro. Lejos de despertar, el equipo madrile?o segu¨ªa roncando sobre el c¨¦sped y convirtiendo a Aouate en un espectador de lujo. Valga como ejemplo sangrante el primer disparo rojiblanco a puerta, que no entre los tres palos, a falta de diez minutos para el descanso.
En la recta final de la primera mitad las fuerzas se fueron igualando en cuanto a la posesi¨®n del bal¨®n y el dominio del juego, pero los visitantes eran un claro "quiero y no puedo" a la hora de crear peligro. Las balas de Forl¨¢n y Ag¨¹ero estaban preparadas en el cargador, pero no hab¨ªa nadie de atr¨¢s capaz de apretar el gatillo. Las bajadas de Maxi para ayudar a Ra¨²l Garc¨ªa y Camacho eran una clara muestra de la victoria t¨¢ctica de Manzano en el centro del campo sobre Abel. Al descanso se lleg¨® con una de esas acciones que no gusta ver sobre un terreno de juego pero que es obligatorio mencionar. Heitinga tuvo que ser retirado en camilla con collar¨ªn y trasladado con urgencia a un hospital tras un brutal choque con David Navarro que le hizo caer totalmente KO sobre el c¨¦sped.
Al descanso el resultado era justo y quiz¨¢ algo corto para el Mallorca teniendo en cuenta los m¨¦ritos de uno y otro equipo sobre el campo. Sinama Pongolle entr¨® en lugar de Heitinga, ocupando la posici¨®n de lateral derecho, lugar donde el futbolista franc¨¦s se mostraba totalmente desubicado.
Pol¨¦mica tras la reanudaci¨®n
En la primera jugada de peligro tras el descanso lleg¨® la pol¨¦mica al ONO Estadi. Ram¨ªrez Dom¨ªnguez y uno de sus asistentes se?alaron un inexistente fuera de juego de Arango en una jugada que acab¨® en gol y que pudo significar la tranquilidad para el equipo bermell¨®n. Mallorca y Atl¨¦tico eran la cara y la cruz del partido, y no s¨®lo en el marcador. Los de Manzano siguieron ejerciendo presi¨®n sobre la salida del bal¨®n de su rival hasta el punto de no permitirle dar m¨¢s de tres toques de pelota seguidos. Mientras tanto, el Atl¨¦tico se mostraba falto de soluciones y, lo que es peor, de intenciones.
A la soser¨ªa y la falta de intensidad del Atleti respondi¨® Maxi Rodr¨ªguez con el primer disparo entre los tres palos de su equipo en el encuentro, pero el misil del argentino se estrell¨® en el palo derecho de Aouate. Fue entonces cuando Abel se dio cuenta de que era ¨¦l el que ten¨ªa que mover ficha desde el banquillo y retir¨® al joven Camacho para dar entrada a Banega. Resultaba complicado entender como jugadores de la calidad de Maxi, Simao o Ra¨²l Garc¨ªa convert¨ªan en un problema cada bal¨®n que llegaba a sus pies por sencillo que pareciese el control o el pase. Un puro disparate.
A pesar de todo, el Atl¨¦tico no bajaba los brazos consciente de que estaba a tan s¨®lo un gol de la igualada. El Mallorca dejaba al rival que tocara y se enredara ¨¦l mismo, pero sin mostrar la determinaci¨®n y la mordiente necesaria para matar el partido a la contra. Un regalo del rival permiti¨® a los de Manzano sentenciar por medio de Castro en el noventa de partido. En los minutos finales los locales se limitaron a aguantar el mayor tiempo posible el esf¨¦rico ante un rival que acab¨® totalmente desquiciado por su propia inoperancia.
El Mallorca logra salir de los puestos de descenso, en los que estuvo tan s¨®lo unas horas por cuesti¨®n de los horarios de la jornada, y sigue en la pomada por evitar el descenso, en la que se encuentran hasta once equipos de los veinte de Primera. El Atl¨¦tico ve alejarse la posibilidad de dar alcance al Villarreal y acceder a los puestos de Liga de Campeones. Salvo una exagerada reacci¨®n colchonera y una hecatombe de los de Pellegrini, los de Abel se tendr¨¢n que conformar con luchar por colarse en la UEFA, cosa que tampoco va a ser f¨¢cil.