Primera | Atl¨¦tico
As¨ª ech¨® Laporta a los Boixos del Camp Nou
La receta: mano dura y convencimiento total
La declaraci¨®n de intenciones de la candidatura que llev¨® a Joan Laporta hasta la presidencia del Bar?a promet¨ªa intolerancia con los violentos. Laporta gan¨® en julio de 2003 y en agosto se puso manos a la obra: en aquel Gamper empez¨® la batalla que ha acabado con la casi desaparici¨®n de los Boixos Nois.
Los Boixos recibieron el primer gran golpe cuando la nueva junta les cerr¨® el almac¨¦n que guardaba en los bajos del estadio lo que ellos llamaban "elementos de animaci¨®n". All¨ª conviv¨ªan banderas y pancartas con pu?os americanos y bates de b¨¦isbol. La reacci¨®n del colectivo fue colgar en su p¨¢gina web notas contra Laporta, al que le acusaban de ir "contra barcelonistas", puesto que los Boixos no se consideran un grupo violento y s¨ª "una pe?a barcelonista que anima al equipo y quiere al club por encima de todo". La junta de Laporta no se inmut¨® ni por eso ni por el asalto que el presidente sufri¨®, entrando 2004, a la salida de un partido de balonmano en el Palau. Para entonces, Alejandro Echevarr¨ªa, cu?ado de Laporta, hab¨ªa abandonado su rol de asesor de la junta y se hab¨ªa convertido en directivo responsable de la seguridad.
Detenciones. Desde ese momento, la catarata de golpes sobre el entorno de los violentos fue imparable. El m¨¢s espectacular, la detenci¨®n de un miembro de la seguridad privada del Bar?a, que apareci¨® luego implicado en la llamada trama de Vic, y que habr¨ªa favorecido el asalto que sufri¨® Laporta. A continuaci¨®n se vivi¨® el episodio de las pintadas en la fachada de la casa del presidente, firmadas por los Boixos, y que acabaron con la familia Laporta mud¨¢ndose a Sant Cugat. La investigaci¨®n implic¨® a un ex empleado del club y a un miembro de Casuals, la facci¨®n m¨¢s dura de los Boixos, que volvi¨® a la actualidad al aparecer uno de sus m¨¢s populares miembros en el sumario de la trama de Vic, nombre que se da al grupo de personas que se dedicaba a secuestrar y extorsionar narcotraficantes, y que podr¨ªa haber planeado el del propio Laporta.
El Bar?a continu¨® su batalla. Abri¨® expedientes a socios, expuls¨® a varios, alej¨® del club a todo empleado sospechoso de tibieza ante la violencia, aisl¨® a los Boixos incluso tras cristales de seguridad y la realidad, a d¨ªa de hoy, es que de los Boixos antiguos quedan cuatro en los partidos del Camp Nou, de donde han desaparecido los gritos contra Laporta.
Al presidente del Bar?a la satisfacci¨®n por la batalla ganada le acarrea la 'condena' de vivir acompa?ado de un guardaespaldas (tambi¨¦n su familia), una mudanza y m¨¢s de un susto. Todo lo compensa la satisfacci¨®n de haber echado del Camp Nou a uno de los grupos m¨¢s violentos de nuestro f¨²tbol, que lleg¨® al colmo de su vileza cuando asesin¨® a Frederic Rouquier, hincha del Espanyol, tras asestarle decenas de pu?aladas a las puertas de un conocido hotel de la ciudad. La bufanda blanquiazul que llevaba al cuello le cost¨® la vida.