Final Liga Campeones | Real Madrid 2 - B. Leverkusen 1
Zidane, rey de Glasgow
Decidi¨® la final con un bell¨ªsimo gol para la historia | Y Casillas, un h¨¦roe, salv¨® la Copa con tres paradas.
Pasar¨¢ a la historia por ser la final de Zidane. Las finales hay que ganarlas y si es con grandeza, mejor. Para llegar a eso se puede hacer un partido memorable, como en el sesenta, o pr¨¢ctico pero con un gol que se ha visto pocas, muy pocas veces en una gran final. Un gol que vale por todo un partido.
En Glasgow, Zizou tuvo un segundo de gloria donde homenaje¨®, de una tacada, a Di St¨¦fano y Puskas, cuarenta y dos a?os despu¨¦s de que ¨¦stos hubieran otorgado esplendor al equipo blanco en el mismo escenario escoc¨¦s. Estoy seguro que dentro de cuatro d¨¦cadas, el gol de Zidane se seguir¨¢ repitiendo en cada recopilaci¨®n de lo mejor de la historia del f¨²tbol. Pero vayamos con los hechos y dejemos las emociones para el final.
No dio tiempo a templar el ¨¢nimo. El primer cuarto de hora pasar¨¢ a la historia de la Copa de Europa por at¨ªpico, pleno de ingenuidades y disparatado. Vimos pronto que Del Bosque confirmaba los pron¨®sticos de la previa y apostaba por el mismo equipo que dej¨® en rid¨ªculo al otro Bayern, al de M¨²nich. Iba descaradamente a por el partido aunque eso no te asegura que lo domines. Y as¨ª ocurri¨®. Los alemanes taponaban los carriles y ni Figo ni Roberto Carlos ten¨ªan opci¨®n. Est¨¢bamos en plena fase de tanteo cuando comenz¨® la sinraz¨®n. En el minuto siete el Madrid avis¨® con una jugada de estrategia: sacar de banda buscando al delantero que se adelanta a la defensa. Nada por poco. Un minuto despu¨¦s repiten. Saca Roberto Carlos, se clavan Lucio y compa?¨ªa, el portero mira para otro lado y el m¨¢s pillo de todos los pillos, Ra¨²l, la clava junto al palo izquierdo. Gol. El mejor inicio so?ado.
A¨²n est¨¢bamos burl¨¢ndonos de la ingenuidad germana, rayando con la incapacidad, cuando el Madrid le devolvi¨® el favor. Fue menos esperp¨¦ntico pero igual de raro por lo previsible que resultaba el peligro. Hemos visto mil veces que el Bayer va bien por arriba y, fundamentalmente, Lucio. Pues bien. Minuto catorce, falta desde la izquierda, agujero descomunal en el ¨¢rea merengue, Hierro que no llega y C¨¦sar que no sale. Lucio remata de cabeza a placer. Gol. Vuelta la burra al trigo, que dir¨ªa mi amigo Alfonso Azuara.
El Madrid mostr¨® inseguridad y nervios. No se soltaban la presi¨®n. Amagaban con irse arriba pero s¨®lo Ra¨²l le echaba casta y valor. Zidane, qu¨¦ curioso, no apareci¨® hasta el minuto veintitr¨¦s. Eran fogonazos difusos, poco precisos. Mientras, el Bayer se iba adue?ando del campo.
Ballack, por fortuna, estaba desaparecido, y todo lo fiaban a la ratoner¨ªa de Neuville y las jugadas a bal¨®n parado. Muy poco tambi¨¦n. Tres ocasiones hubo hasta llegar al m¨¢gico minuto cuarenta y cuatro. Ocasiones que en otro partido hubi¨¦ramos catalogado de clar¨ªsimas pero, con lo fr¨ªo que estaba el ambiente, pasaron casi inadvertidas. La primera la perdi¨® Brdaric con ingenuidad cuando estaba solo ante C¨¦sar. La segunda fue un tirito de Morientes y la ¨²ltima, una pifia descomunal de Ballack mandando el bal¨®n al limbo desde la frontal.
Nos situamos ya en el momento que pasar¨¢ a la historia, el que se recordar¨¢ toda la vida, el que dar¨¢ miles de titulares. Minuto cuarenta y cuatro. Solari trabaja bien un bal¨®n por la izquierda. Encuentra finalmente a Roberto Carlos que no quiere apurar hasta la linea de fondo porque ve a Zizou desmarcado. Le env¨ªa el bal¨®n a media altura. Zidane prepara la figura para los fot¨®grafos, ralentiza el escorzo hasta el l¨ªmite y cuando el bal¨®n empieza a caer empala con la zurda. Lo nunca visto desde hace a?os en una final. El mejor gol para homenajear a los h¨¦roes de la final del sesenta. El acabose. La definici¨®n de lo que es el f¨²tbol. Si alguna vez hubiera que cambiar las reglas, y espero que no lo hagan nunca, ser¨ªa para dar por terminada una final cuando se produjo un hecho semejante. Esto, y no lo que se ha inventado la FIFA, es el aut¨¦ntico gol de oro. Lo celebr¨® el madridismo, y todos a la caseta para reflexionar.
Lo de la lesi¨®n de C¨¦sar lleg¨® el sesenta y seis. La mala fortuna quiso mezclarse con la pol¨¦mica de los ¨²ltimos meses en el puesto de guardameta. C¨¦sar cay¨® mal en una salida y se torci¨® el pie. Casillas tuvo que salir precipitadamente. Y el tercer suceso extra?o ocurri¨® poco despu¨¦s, cuando Del Bosque retir¨® al mejor en el centro del campo, Makelele, para dar entrada a Flavio. Antes, sin embargo, hab¨ªa estado vivo quitando al apagado Figo y dando entrada a un entusiasta Macca. Cosa de banquillos.
Juego hubo muy poco. Ocasiones, menos. Salvo en los siete minutos que a?adi¨® el ¨¢rbitro. Ah¨ª, Casillas demostr¨® por qu¨¦ est¨¢ en el Mundial, por qu¨¦ le quiere tanto la gente, por qu¨¦ merece confianza para seguir madurando. Salv¨® tres goles cantados con las manecillas del reloj paradas interminablemente en el minuto noventa. Lo suyo fue de nota. El Bayer, salvo ese arre¨®n final, demostr¨® estar muy fundido. Tanto, que Ballack estuvo ausente todo el partido.
La Novena viaja camino de Madrid. La Cibeles espera. Ra¨²l, Roberto Carlos o Morientes ya tienen tres. Figo y Zidane han terminado con su pesadilla y tienen una. Ahora s¨ª tenemos que empezar a hablar de un equipo de ¨¦poca.
El Madrid gan¨® por goleada en las gradas del Hampden Park. Poco m¨¢s de seis mil alemanes por m¨¢s de veinte mil espa?oles. Al margen de la afluencia masiva de aficionados llegados desde todos los puntos del pa¨ªs, se not¨® tambi¨¦n la presencia de emigrantes en Escocia.
Genial, fant¨¢stico. El gol que otorg¨® la Novena al Madrid ser¨¢ recordado toda la vida por su belleza.
Salv¨® el partido cuando est¨¢bamos en tiempo de a?adido. Tres intervenciones suyas evitaron el empate.
Corri¨® como nunca y abri¨® la final con un gol de pillo. Trabaj¨® en la segunda parte para ayudar en defensa.
Acaba la temporada de forma espl¨¦ndida. Es una pena que no est¨¦ en el Mundial. Ayer se sali¨®.
Se despist¨® en el primer gol y luego estuvo inseguro bajo palos en otras tres ocasiones. No fue su noche.
Se esperaba m¨¢s de la gran figura del equipo alem¨¢n. No tuvo peso en el juego y tampoco us¨® el disparo.
El t¨¦cnico hizo un planteamiento muy conservador y tuvo que dar marcha atr¨¢s incluso antes del descanso.
Afe¨® el comienzo de la segunda parte un gracioso que se pase¨® como su madre lo trajo al mundo.