El tomate no es algo natural
Las variedades que consumimos en la actualidad son el resultado del trabajo que han desarrollado agricultores y mejoradores a lo largo de la historia.
El tomate ocupa un lugar destacado en la dieta mediterr¨¢nea y es uno de los productos habituales que consumen una gran cantidad de ciudadanos espa?oles y de todo el mundo. Se trata de un elemento que ocupa un espacio importante en nuestras mesas y al que se valora como un alimento saludable y natural.
No obstante, este concepto de ¡°natural¡± no se ajusta realmente a la definici¨®n que podr¨ªa asociarse a este alimento, ya que es fruto del trabajo que han desarrollado los agricultores y mejoradores a lo largo de la historia. La naturaleza por s¨ª misma no es capaz de crear tomates grandes y jugosos y ha sido necesaria la mano del hombre para llegar al producto que conocemos hoy.
El origen del cultivo del tomate
Como detalla El Pa¨ªs, el origen del tomate cultivado se sit¨²a en la regi¨®n que abarca el norte de Per¨² y el sur de Ecuador, exactamente en la franja denominada Ceja de Monta?a, que comprende el territorio entre la falda de los Andes y la selva amaz¨®nica. En esta zona es donde los expertos apuntan que se inici¨® su domesticaci¨®n, que podr¨ªa haber sido iniciada por la cultura agr¨ªcola Mayo-Chinchipe, como se?ala este diario.
Desde entonces, el tomate ha recorrido un largo camino hasta convertirse en un elemento fundamental de las cocinas de hoy. Hasta llegar a este momento ha pasado por m¨²ltiples etapas de selecci¨®n durante siglos, tarea en la que nuestros antepasados hicieron uso de la domesticaci¨®n, proceso por el que se fue adaptando a las necesidades de los humanos.
El impulso en la creaci¨®n de variedades
Los intercambios de cultivos que trajeron consigo la llegada de los espa?oles a Am¨¦rica tambi¨¦n influyeron en la evoluci¨®n y diversidad de los tomates. Tras su llegada a Europa, agricultores espa?oles e italianos crearon nuevas variedades adapt¨¢ndolos a los gustos de los ciudadanos de estos pa¨ªses y ya en el siglo XVIII el trabajo de creaci¨®n comenz¨® a profesionalizarse.
Esta labor de selecci¨®n de modificaciones gen¨¦ticas ya hab¨ªa comenzado a realizarse con los primeros agricultores de Am¨¦rica Latina y esta nueva era supuso un impulso decisivo en la evoluci¨®n de este alimento, especialmente en el siglo XIX, cuando se empezaron a realizar cruzamientos sistem¨¢ticos para crear nuevas variedades.
Este proceso ha sido constante y se intensific¨® en el siglo XX, momento en que ya se convirti¨® en habitual aplicar programas de mejora a trav¨¦s de la selecci¨®n gen¨¦tica. De esta manera, los tomates que consumimos en la actualidad suponen el resultado de la creaci¨®n humana que ha sido desarrollada por diferentes culturas durante siglos.
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