Durante mucho tiempo, el remedio de la farmac¨¦utica anglo-sueco AstraZeneca, con el respaldo de la prestigiosa Universidad de Oxford, fue considerado como la gran esperanza para frenar el imponente avance del SARS-CoV-2, causante de Covid-19, que ha hecho tambalearse los cimientos de la estabilidad mundial tanto a nivel sanitario como econ¨®mico, y que en ¨²ltima instancia ha cambiado por completo el panorama.

Pero lo cierto es que, a pesar de una alianza contrastada, la vacuna resultante se encuentra inmersa en una crisis reputacional que est¨¢ siendo harto complicado superar. En primer lugar, porque los ensayos cl¨ªnicos existentes le confieren una supuesta menor efectividad, 60-70% cuando se aplican las dos dosis, en relaci¨®n a sus ¡®competidoras¡¯ de Pfizer y Moderna, que elevan ese porcentaje hasta tienen un 95%.

?Tienen fundamento las dudas?

El problema es que cada ensayo cl¨ªnico es diferente y usa grupos de edad y criterios distintos por lo que es demasiado pronto para establecer comparaciones. En primer lugar, porque todav¨ªa est¨¢n en curso varios estudios que podr¨ªan arrojar luz sobre el asunto y, en segundo lugar, porque existen ensayos sobre los efectos de la vacunaci¨®n en la 'vida real' que pueden respaldar el preparado de AstraZeneca.

Por ejemplo, el Reino Unido va a publicar en los pr¨®ximos d¨ªas un estudio preliminar que puede ser determinante pues se basa en los efectos obtenidos tras vacunar a 18 millones de personas con la pol¨¦mica estrategia de 'first dosis first' (la primera dosis, prioritaria), y que en Escocia ya ha arrojado datos alentadores: la vacunaci¨®n se asoci¨® con una reducci¨®n del 81% en el riesgo de ingreso hospitalario en la cuarta semana para las personas de 80 o m¨¢s a?os, uno de los grupos de mayor riesgo debido a la edad.

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Pero a pesar de este tipo de resultados sigue habiendo importantes reticencias. No en vano, varios pa¨ªses europeos, decidieron en su momento no suministrar la vacuna de AstraZeneca a los mayores de 65 a?os, e incluso algunos, como Espa?a, decidieron no hacerlo a mayor de 55 a?os. El principal argumento esgrimido es que no exist¨ªan estudios que respaldaran su inoculaci¨®n a estas edades.

As¨ª pues, entre una supuesta menor efectividad, que se extiende tambi¨¦n a lo referente a las nuevas variantes, y las dudas sobre su utilizaci¨®n en seg¨²n qu¨¦ grupos poblacionales, el preparado anglo-sueco no goza del respaldo que se le presupon¨ªa en su momento. Hasta el punto de que en pa¨ªses como Alemania, que fue el primer pa¨ªs en sembrar la duda, su rechazo es amplio. Tampoco ayuda el hecho de que la farmac¨¦utica est¨¦ teniendo problemas para suministrar las dosis acordadas. Pero m¨¢s all¨¢ de aspectos que nada tienen que ver con la salud p¨²blica, los prejuicios parecen evaporarse.

Se necesitan todas las vacunas

De este modo, los esfuerzos en las ¨²ltimas fechas por revertir la situaci¨®n, puede devolver a la vacuna algo del prestigio perdido. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud ya ha trasladado en varias ocasiones que la de AstraZeneca es una vacuna tan buena como las dem¨¢s en t¨¦rminos de seguridad y eficacia, y que no est¨¢ el mundo en disposici¨®n de desechar ninguna ayuda para combatir al virus. Adem¨¢s, aquellos pa¨ªses reticentes a utilizar el preparado a determinadas edades, est¨¢n estudiando la situaci¨®n y no se descarta un cambio de criterio en los pr¨®ximos d¨ªas.

Ning¨²n virus se extiende con tanta rapidez como el miedo y, en este sentido, una serie de factores ha provocado un pavor irracional a diferentes niveles, que ha provocado el rechazo a la vacuna de AstraZeneca, la primera esperanza conocida frente a la pandemia. Ahora, es de esperar que los ensayos cl¨ªnicos basados en las campa?as de vacunaci¨®n y un enjuiciamiento m¨¢s objetivo despejen las dudas y permitan que nos centremos en lo importante: el objetivo es que la protecci¨®n de grupo sea lo m¨¢s amplia posible y eso se consigue con todas las vacunas. No sobra ninguna.