Cada a?o, entre enero y principios de mayo, las ballenas grises recorren 16.000 kil¨®metros en su camino desde M¨¦xico al ?rtico en busca de alimentaci¨®n. Es entonces cuando es f¨¢cil ver grupos de 5 o m¨¢s ballenas, a veces incluso docenas, en la costa de California (Estados Unidos).

Uno de los mejores sitios para hacerlo, incluso desde la orilla, es Point Dume (en Malib¨²), donde les gusta frotarse con la arena para deshacerse de los par¨¢sitos que les molestan. Muchas veces, simplemente tras las olas y visibles desde la playa. Con las cr¨ªas o navegando con delfines, d¨¢ndole un plus de belleza a este espect¨¢culo de la naturaleza.

Es un momento especial, no importa cu¨¢ntas veces alguien lo haya podido ver. Y, fruto de su car¨¢cter sociable, a veces con interacci¨®n con los humanos. Como le ocurre al kayakista que aparece en la segunda parte de este v¨ªdeo grabado por el dron de Carlos Gauna: varias ballenas grises curioseando con el kayak y llegando incluso a tocarlo. El espect¨¢culo de su vida, sin duda.

Por desgracia, no se trata de un viaje solamente bonito, sino tambi¨¦n peligroso. Por las orcas, por los grandes barcos y por los humanos, directa o indirectamente. Tanto es as¨ª que en el v¨ªdeo aparece tambi¨¦n una ballena gris enredada con una red de pesca. Seg¨²n cuenta su autor, muri¨® unos d¨ªas m¨¢s tarde por culpa de ello (a pesar de haber contactado con la Oficina Nacional de Administraci¨®n Oce¨¢nica americana, que la localiz¨® y la pudo alimentar).

Las p¨¦rdidas son inevitables durante esta migraci¨®n. Al resto de ballenas grises les toca seguir el camino hacia el ?rtico en busca de un alimento que no encontrar¨¢n (y por lo tanto consumir¨¢n) hasta su llegada.