Dumoulin es la sombra de Aru
El l¨ªder aguant¨® los repetidos ataques del ciclista italiano en el ¨²ltimo tramo de la etapa. Roche gan¨® en Riaza y camino de ?vila se espera m¨¢s batalla.
A Fabio Aru no se le puede negar el coraje; s¨®lo se le puede discutir la estrategia. Atac¨® por primera vez a 19 kil¨®metros de la meta y sigui¨® haci¨¦ndolo hasta que faltaban tres para la llegada. Lo prob¨® machaconamente, por impulso propio o aprovechando la inercia de otros ataques. De haber sido necesario, lo hubiera seguido intentando durante cien o doscientos kil¨®metros m¨¢s, durante la noche y la madrugada. Es probable que hubiera obtenido el mismo resultado: nada. Tom Dumoulin no sufr¨ªa a su rueda. El maillot rojo completaba una carrera tras moto, sin m¨¢s preocupaci¨®n que responder a los demarrajes del italiano. Para un l¨ªder sin equipo (y con talento) era la situaci¨®n ideal.?
El permanente empe?o de Aru le hizo pasar de la heroicidad a la testarudez. No ganar¨¢ la Vuelta en el duelo directo, sino a trav¨¦s de ciclistas interpuestos. En lugar de subirse a todos los vagones, debi¨® dejar escapar algunos. Las arrancadas de Valverde, Majka o Chaves hubieran sido un problema para el l¨ªder de no contar con la colaboraci¨®n de Aru. Dumoulin se habr¨ªa visto obligado a pensar, salir o quedarse. Del ciclismo nos hubi¨¦ramos trasladado al p¨®ker: faroles, nervios, sudores y disimulos. ?
Todav¨ªa quedan dos etapas para repartir cartas. Si los rivales del l¨ªder no se conforman con lo conseguido, tendr¨¢n que aceptar el juego y el riesgo. La regla es simple: trabajar en beneficio del l¨ªder significa perjudicar las opciones propias de victoria. En r¨ªo revuelto todos tendr¨ªan una alguna posibilidad. Sirve para Aru y para el resto de perseguidores.?
Es posible que Purito contara con esa m¨ªnima opci¨®n cuando prob¨® fortuna a 34 kil¨®metros de Riaza. No funcion¨®. Astana sofoc¨® la rebeli¨®n con la misma diligencia que lo hubiera hecho el Giant, de tener soldados y fuerzas. El terreno invitaba a escaramuzas que no se produjeron, casi al contrario. Los favoritos volvieron a permitir una fuga que devor¨® las bonificaciones. No parece muy responsable en una Vuelta que, de momento, se decide por segundos.
Nueva ocasi¨®n
La jornada de hoy repetir¨¢ dise?o y esp¨ªritu con una dificultad a?adida, la llegada a ?vila, una subida final con salsa de adoquines. Sin escapada por delante, podr¨ªa decidir el futuro de la carrera en mayor medida que la etapa de la sierra madrile?a. Esta tarde sabremos si los directores deportivos son de la misma opini¨®n.
Mientras los mejores circulaban en continuo zafarrancho de combate, Roche y Zubeldia se aproximaban a Riaza, dispuestos a jugarse la victoria de etapa. No hubo sorpresa: el irland¨¦s impuso su punta de velocidad y Haimar se volvi¨® a quedar a las puertas, como en Sotres, cuando fue cazado en los ¨²ltimos kil¨®metros. Qu¨¦ mal pagada est¨¢ la regularidad. Despu¨¦s de 18 temporadas y una constancia asombrosa (cinco veces entre los ocho mejores del Tour), Zubeldia sigue sumar triunfos de nivel.
A la espera de nuevas batallas, Aru seguir¨¢ reflexionando sobre la relatividad del tiempo. Si Mikel Landa le hubiera esperado en Andorra, ahora ser¨ªa l¨ªder por un segundo. Se equivocar¨¢ si se pierde en lamentaciones o impaciencias. Debe remontar tres segundos, no tres minutos. S¨®lo debe acertar el momento del pellizco.