VUELTA A ESPA?A 2013
Una fuga y un genio
Orica neutraliz¨® la escapada del d¨ªa y Michael Matthews gan¨® al sprint.
La Vuelta a Espa?a se cobra con los velocistas la deuda que las grandes carreras adquieren con los escaladores. En el Giro o en el Tour, las etapas de monta?a, o los finales en alto, se dosifican como si pudieran empachar al aficionado o al escalador, como si el exceso de emoci¨®n, igual que el exceso de az¨²car, resultara perjudicial para la salud. De ah¨ª la repetici¨®n de las etapas llanas y somn¨ªferas, llenas de acelgas, de ah¨ª los estratosf¨¦ricos r¨¦cords que cada temporada engordan a Cavendish o al sprinter de moda.
Ninguno de esos afamados velocistas se encuentra en esta Vuelta por l¨®gica prescripci¨®n del libro de ruta (doce llegadas en alto). Hasta en eso es generosa la carrera. No s¨®lo concede a los flacos escaladores las oportunidades que otros entregan a los m¨¢s r¨¢pidos, sino que adem¨¢s premia, como ayer, a los sprinters meritorios o de segundo rango. Eso es todav¨ªa el australiano Michael Matthews, un muchacho de 22 a?os que apunta a estrella: campe¨®n mundial Sub-23 en ruta (2010), ganador de dos etapas en el Tour de Utah este a?o y primer triunfador al sprint en una edici¨®n poco apta para los de su especie. Una vez m¨¢s, podremos decir que nosotros lo vimos primero. En la Vuelta.
La victoria del ciclista del Orica (el equipo feliz) nos reconfort¨® en la misma medida que lo hubiera hecho el triunfo del segundo clasificado, el argentino Maximiliano Ariel Richeze, nombre aristocr¨¢tico para un corredor que lo lleva en la sangre. Le dejaremos vencer antes de adelantar su historia.
L¨¢stima que todav¨ªa no se hayan inventado las grandes vueltas a la medida de escapistas, fugados y otros rebeldes de similar condici¨®n. Con las escapadas sucede como con las compa?eras desconocidas del vag¨®n del metro: te encari?as, y eso cuando no imaginas una historia apasionada, repleta de aventuras y siempre con tr¨¢gico final, en la siguiente parada o dos m¨¢s all¨¢.
Algo as¨ª, aunque menos rom¨¢ntico, nos ocurri¨® ayer con Antonio Piedra (Caja Rural), Winner Anacona (Lampre), Jurgen Van den Walle (Lotto), Arnaud Courteille (FDJ) y Nicolas Edet (Cofidis), fugados en el kil¨®metro nueve y con transbordo a 3,5 kil¨®metros de la Estaci¨®n Termini.
Emboscados en un terreno tan espectacular como rompepiernas, su ventaja super¨® los diez minutos y, como somos de natural iluso, llegamos a pensar seriamente que lograr¨ªan su objetivo. No lo consiguieron, sin embargo. En su persecuci¨®n se involucr¨® hasta la ¨²nica tormenta de los alrededores. Tambi¨¦n Orica, Omega y cuantos equipos se intuyen con un velocista dentro del autob¨²s.
Finalmente se impuso la l¨®gica y el GPS, la realidad cotidiana. No hay triunfador que lo sea al primer intento, ni ser humano que salte del grupo y no choque contra el viento o la tormenta. Esa es la ense?anza. Y no es f¨¢cil olvidarla porque en cada etapa hay una escapada que nos recuerda la lecci¨®n. Ya lo ver¨¢n. A fuerza de intentarlo, un d¨ªa, un tipo loco, se bajar¨¢ en la misma parada que las azafatas de rojo. Y entonces ganaremos todos.