TOUR DE FRANCIA | 10? ETAPA
Kittel repite triunfo y Cavendish tir¨® a Veelers en pleno sprint
El primer l¨ªder del Tour se impuso en Saint Malo a la espera de la contrarreloj de Mont St. Michel. Fue m¨¢s r¨¢pido que Greipel en los ¨²ltimos metros de una accidentada llegada.
El Tour es la vida. Vence uno y pierden los dem¨¢s. Sue?an todos y casi siempre ganan los mismos. A unos los derriba el destino y otros son desmontados por la ambici¨®n ajena. Para hacerse una idea: salir una noche, y ligar, presenta las mismas o parecidas probabilidades que escaparse y llegar a meta (de la victoria ni hablamos). En la vida, como en el Tour, el consuelo es el paisaje. Gan¨® Kittel, por cierto.
El suyo, sin embargo, no fue el triunfo m¨¢s relevante de la jornada. Su compa?ero Tom Veelers tiene m¨¢s razones para felicitarse: a pesar de su ca¨ªda con el sprint en marcha, el holand¨¦s salv¨® los dientes, los belfos, la nariz y qui¨¦n sabe si la vida. La cosa fue as¨ª: justo despu¨¦s de lanzar a Kittel (segunda etapa para ¨¦l), Veelers fue empujado por Cavendish, carga ilegal, m¨¢s propia de la caballer¨ªa ligera que del ciclismo. El cuerpo de la v¨ªctima (1,88) rebot¨® con violencia contra el suelo sin m¨¢s parapeto que la lycra, la piel y los m¨²sculos. Alguien deber¨ªa inventar el asfalto de gomaespuma. Pronto.
Cavendish, por si se lo preguntan, no fue sancionado por los jueces, tan indescifrables en el ciclismo como en otras especialidades. Curioso: penaliza m¨¢s agarrarse a un coche o avituallarse en lugar inapropiado, que poner en peligro la integridad de otro ciclista.
La jornada cont¨® con otros protagonistas. A los cuatro kil¨®metros se escaparon el navarro Juanjo Oroz, el andaluz (de adopci¨®n) Luis Mat¨¦, el holand¨¦s Westra, y los franceses Simon y Cousin. No ten¨ªan ninguna posibilidad, salvo lucir el nombre de sus respectivos patrocinadores y cantar al amor (sin sexo). De Mat¨¦ sabemos que tambi¨¦n celebraba su renovaci¨®n con Cofidis y de Cousin que quer¨ªa mostrar al mundo su atrevido bigote, quiz¨¢ homenaje a los pioneros del Tour, tal vez tributo a Freddy Mercury.
Aunque fueron atrapados a 25 km de meta, les cupo el honor de atravesar destacados por la Breta?a, tierra que vio nacer al gran Bernard Hinault, ahora jefe de protocolo en el podio. No estar¨ªa de m¨¢s que los ganadores fueran advertidos del curr¨ªculo y de la ferocidad de ese peque?o maestro de ceremonias (cinco Tours, tres Giros, dos Vueltas). Es posible que a?adieran una reverencia al apret¨®n de manos.
Con el pelot¨®n agrupado y la amenaza del viento lateral, los equipos de los favoritos tomaron las primeras posiciones. Lo extra?o es que en ese zafarrancho Froome s¨®lo estuvo acompa?ado por Stannard, descolgados ya Kennaugh y David L¨®pez. L¨¢stima que hoy en la crono el esfuerzo sea personal e intransferible.