M¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa
Mosquera perdi¨® ayer 12 segundos y hoy debe remontar 50

Si la tarea ya parec¨ªa ardua, ahora se antoja descomunal. Mosquera entreg¨® 12 segundos en Toledo, lugar de diferencias inesperadas, y esta tarde deber¨¢ remontar 50 si quiere hacerse con la Vuelta a Espa?a. Terreno hay, ya se ha comentado y en estas p¨¢ginas se desarrolla, pero hasta hoy no sabremos si el hecho ha tenido efectos psicol¨®gicos sobre el ¨¢nimo de l¨ªder y aspirante. Pudiera ser. Antes de una gran cita uno tiende a interpretar cualquier golpe de suerte (buena o mala) como un augurio. Y los augurios son un est¨ªmulo o un lastre, seg¨²n.
Lo que ocurri¨® tuvo mucho de accidente y bastante de colocaci¨®n. Ezequiel se qued¨® cortado en las ¨²ltimas curvas, convertidas en una monta?a rusa. Nervios, codazos y la vida en diapositivas. Si Nibali se libr¨® del tumulto fue porque tom¨® la rueda de Gilbert para escapar. Y eligi¨® bien, porque Gilbert, inmenso de principio a fin de la Vuelta, gan¨® la etapa. Tambi¨¦n Velits salv¨® el tipo junto a los primeros, y eso no hace sino ratificarnos en la teor¨ªa de la distracci¨®n.
Una vez consignado el infortunado despiste, no malgastaremos m¨¢s tiempo en lamentarnos. Lo que hace dos d¨ªas exig¨ªa una proeza en estos momentos reclama algo m¨¢s. Ya no sirve un ara?azo de 38 segundos. Ahora Mosquera necesitar¨¢ un despliegue t¨¢ctico y un hundimiento ajeno. Para empezar su equipo debe controlar una etapa que tradicionalmente nace incontrolable. La idea es que Ezequiel dispute los 20 segundos de bonificaci¨®n que se conceden al ganador. Conseguido eso, el resto ser¨¢ un poco m¨¢s sencillo.
La Bola del Mundo.
En busca de ese objetivo no ser¨ªa mala una alianza con Purito y su Katusha. En compa?¨ªa del Xacobeo endurecer¨ªan una carrera que tiene que llegar muy madurita a la Bola del Mundo. All¨ª Nibali se encontrar¨¢ con algo que no espera ni se ha dignado a inspeccionar. El Tibur¨®n presume de haber subido, y lo hace con cierta arrogancia, Plan de Corones y Mortirolo, puertos imponentes, sin duda.
Pero esto no es un puerto. Esto es el Empire State en bicicleta, una recopilaci¨®n de las peores cuestas, una tortura sobre el traqueteo de una pista de cemento donde s¨®lo el conocimiento del camino permite dosificar las fuerzas y los cansancios. A?adan la presi¨®n del p¨²blico, quiz¨¢ la lluvia y pregunten despu¨¦s a Robert Millar, si lo encuentran, c¨®mo son las emboscadas en la Sierra de Madrid.
En ¨²ltima instancia ser¨ªa el turno de Mosquera, al que imagino en competencia con Purito, bailando pegados en rampas del 22% que equivalen, para entendernos, a superar el mismo desnivel que salva una escalera en una buhardilla o un acantilado sobre el mar de Irlanda.
No se lo pierdan. Por la experiencia, por el paraje (Guarramillas, nombre original y muy atinado) y tambi¨¦n por el aspirante. Mosquera es el representante de todos aquellos que creyeron perder el ¨²ltimo tren y de pronto vieron pasar otro.