Tracy McGrady: la leyenda maldita del hombre que pudo reinar
Una m¨¢quina de meter puntos y un jugador total, McGrady fue comparado con Jordan y Gervin, pero sufri¨® la maldici¨®n de las lesiones y de los ¡®playoffs¡¯.
La diferencia entre Daniel Dravot y Tracy McGrady es que el suboficial brit¨¢nico realmente se crey¨® rey, mientras que la estrella de baloncesto nunca lleg¨® a tales ¨ªnfulas de grandeza. Al fin y al cabo, El hombre que pudo reinar es un mero t¨ªtulo para un art¨ªculo y Sean Connery era solo un actor en la ficticia historia de John Huston, que se estren¨® en forma de pel¨ªcula en 1975. Pero s¨ª que es muy adecuado para definir la carrera de McGrady, un hombre con un talento enorme que se qued¨® incre¨ªblemente lejos de llevar una corona de la que nunca hizo gala y que siempre luci¨® mejor en las cabezas de sus contempor¨¢neos. T-Mac, uno de sus apodos, aspir¨® siempre a dar un paso al frente que, por factores externos e internos, jam¨¢s pudo dar. Pero tambi¨¦n es uno de esos pocos jugadores que verdaderamente ten¨ªa el potencial necesario para convertirse en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, de dominar la NBA, de ganar t¨ªtulos. Algo que, ya se sabe, nunca lleg¨®.
McGrady fue uno de esos deportistas con algo especial dentro. Carism¨¢tico en pista, casi levitaba con una inusitada facilidad para anotar, ni altivo, ni con desidia; con un talento especial. Uno de esos deportistas capaz demarcar a una generaci¨®n, de convertirse en el favorito de los aficionados. McGrady siempre enamor¨®, gust¨® a todo el mundo y amas¨® mucho dinero en sus equipos (m¨¢s de 163 millones en contratos). Tambi¨¦n consigui¨® una ingente cantidad de votos para el All-Star, al que era seleccionado (en 7 ocasiones) incluso cuando se encontraba lesionado y no pod¨ªa acudir. Fue Jugador M¨¢s Mejorado, estuvo 7 veces en los Mejores Quintetos, lider¨® la Liga en anotaci¨®n en dos ocasiones y jug¨® junto a grandes estrellas. Y, sin embargo, siempre arrastr¨® una maldici¨®n que impide colocarle entre los m¨¢s grandes, por mucho que siempre sea el que m¨¢s arriba est¨¢ en las listas que hablan de favoritismo.
Hay jugadores que, simplemente, no han nacido para ser campeones y parece que Tracy McGrady fue uno de ellos. Casi nunca fue culpa suya, pero se vio envuelto casi siempre en una t¨®nica que se convirti¨® en tradici¨®n: jam¨¢s pas¨® de la primera ronda de playoffs hasta 2013. Y ese a?o lo hizo con los Spurs, que lo rescataron de la Liga China para que formara parte de un equipo que estuvo muy cerca de ser campe¨®n, si esa decisi¨®n de Gregg Popovich de sentar a Tim Duncan, ese rebote de Chris Bosh y ese hist¨®rico e ic¨®nico triple de Ray Allen no hubieran tenido lugar. La participaci¨®n de McGrady entonces fue residual, con seis partidos disputados, dos en las Finales, ning¨²n punto anotado y poco m¨¢s de 5 minutos de media. Y correspondi¨® m¨¢s a la intenci¨®n de Popovich de premiar a una antigua estrella en el ocaso de su carrera que de una idea t¨¢ctica con un jugador que arrastraba un desgraciado historial de lesiones imposible de enderezar y que ya poco o nada pod¨ªa aportar en un nivel tan extraordinario como al que se juega a esas alturas de la temporada.
Antes de eso, ocho eliminaciones en primera ronda: una con los Raptors, tres con los Magic, tres con los Rockets y otra m¨¢s con los Hawks. Una en tres partidos, dos en cuatro, tres en siete y dos en seis. Una maldici¨®n, una imposibilidad manifiesta de acceder a una segunda ronda que solo pis¨® camino de los 34 a?os y por obra y gracia del favor de un entrenador con debilidad para las viejas glorias. Y a la que se uni¨® otra maldici¨®n peor todav¨ªa, esa de la que es tan dif¨ªcil escapar y de la que tampoco pudo huir un McGrady que convirti¨® sus ca¨ªdas en reca¨ªdas, sus desgracias en aut¨¦nticas torturas: jam¨¢s disput¨® los 82 partidos de una regular season, pas¨® de los 70 una sola vez en sus cuatro ¨²ltimas temporadas completas. Espasmos en la espalda, en la que arrastr¨® problemas constantes, molestias en los hombros y muchas lesiones en el tren inferior, donde sufri¨® mucho en las rodillas. Un sufrimiento constante que acort¨® una carrera que se qued¨® a mitad del camino entre la impotencia y la excelencia.
De la sombra a la luz
McGrady (nacido en la peque?a ciudad de Bartow, en 1979) salt¨® directamente a la NBA desde el instituto tras pasar por Auburndale, en su Florida natal, y por Durham, en Carolina del Norte. En su camada hab¨ªa jugadores como los de Tim Duncan, Keith Van Horn, Chauncey Billups y Bobby Jackson, una buena generaci¨®n con un referente claro (Duncan, obvio) que lo fue de ese a?o y de las dos d¨¦cadas siguientes. Fue seleccionado en el n¨²mero 9 del draft, pero pudo haber salido 5 puestos antes, en el 4: Jerry Krause, General Manager de los Bulls, orden¨® un traspaso en el que enviaba a Scottie Pippen a Vancouver Grizzlies a cambio de la cuarta posici¨®n del draft, que habr¨ªa usado para seleccionar a Tracy... pero Jordan amenaz¨® con la retirada y el directivo perdi¨® esa batalla, solo una m¨¢s dentro de una guerra eterna con His Airness, y se ech¨® atr¨¢s, lo que propici¨® el ¨²ltimo y sexto anillo de la espectacular dinast¨ªa.
McGrady estuvo en la sombra en los Raptors. Promedi¨® en torno a 7, 9 y 15 puntos en sus tres primeras temporadas, pero siempre estuvo opacado por su primero, Vince Carter, que aterriz¨® en 1998 y con el que particip¨® en el Concurso de Mates del 2000, uno de los mejores de la historia conquistado por el alero de forma incre¨ªble. La sensaci¨®n de que su pptencial estaba desaprovechado en Canad¨¢ le condujo a buscar un nuevo sitio en un mercado en plena ebullici¨®n, lleno de extraordinarios agentes libres: Tim Duncan, Grant Hill, Toni Kukoc, Eddie Jones, Tim Hardaway, Reggie Miller, Rashard Lewis, Cuttino Mobley, Tim Thomas o Jalen Rose buscaban su sitio y McGrady recal¨® en su tierra natal, Florida, para unirse a unos Magic que hab¨ªan contado con el ¨²ltimo Entrenador del A?o. Un debutante Doc Rivers que llev¨® a playoffs a un equipo sin argumentos y que promet¨ªa entonces un talento mucho mayor en los banquillos que el que posteriormente ha demostrado. Ay, esos Sixers...
En los Magic esperaba Grant Hill, el hombre que llegaba de enamorar en Detroit y que para mucha gente iba a ser el pr¨®ximo Michael Jordan, un debate muy recurrente por aquel entonces y al que McGrady no tadar¨ªa en unirse, si bien de forma m¨¢s t¨ªmida. Y all¨ª estuvo a punto de llegar Tim Duncan en uno de los traspasos frustrados m¨¢s sonados de la historia. En la 1999-00, Tim Duncan no disput¨® la primera ronda de los playoffs ante los Suns por lesi¨®n, y los Spurs fueron eliminados. Tras ello, el joven jugador (acaba de cumplir 24 a?os) se dej¨® agasajar por unos Magic ambiciosos y con las otras dos estrellas ya en sus filas, llamados a dominar la Conferencia Este. Los Magic se llevaron a Duncan a Florida y le ofrecieron todo tipo de lujos, le trataron como a un rey y le dieron acceso a todos los lugares posibles e imaginables... pero lo que parec¨ªa un s¨ª rotundo, acab¨® siendo un no demasiado doloroso. Los rumores no se aclaran: la negativa tajante de Doc Rivers a permitir que los familiares viajaran con los jugadores pudo ser uno de los motivos. El otro, un men¨² que no fue muy del gusto de Duncan o, lo que es peor, que el equipo de Florida dejaran al ala-p¨ªvot volver a Texas sin haber todav¨ªa firmado el contrato.
De una forma u otra, Duncan, con la decisi¨®n pr¨¢cticamente tomada pero por cortes¨ªa, reserv¨® una ¨²ltima entrevista para los Spurs. A ella asistieron Gregg Popovich y David Robinson, que interrumpi¨® sus vacaciones en Hawai para encargarse personalmente de un problema de tal magnitud. Ah¨ª fue donde le convencieron de que continuara, algo que Doc Rivers nunca se lleg¨® a explicar y que dej¨® a los Magic con 43 victorias al a?o siguiente, un pobre bagaje motivado tambi¨¦n, claro est¨¢, por las lesiones de un Grant Hill que pas¨® a disputar 4, 14 y 29 partidos en las siguientes tres temporadas. Dicen las malas lenguas que Duncan quiso bromear con Popovich cuando tom¨® su decisi¨®n y le dijo inicialmente que se iba a los Magic (algo que estaba permanentemente en la cabeza del entrenador). Pop palideci¨® ostensiblemente hasta que Duncan revel¨® el chiste, que a su mentor no le hizo demasiada gracia. Las derrotas en 2001 (4-0) y en 2002 (4-1) ante los Lakers en las finales y semifinales del Oeste de los dos a?os siguientes provocaron que mucha gente se preguntara si Duncan hab¨ªa tomado la decisi¨®n correcta. El debate se acab¨® con cuatro nuevos anillos para el ala-p¨ªvot (el primero fue en 1999), el ¨²ltimo de ellos en 2014. Poco m¨¢s que a?adir.
Fue el momento de McGrady: 26,8 puntos, 7,5 rebotes y 4,8 asistencias en su primer curso en Orlando, Jugador M¨¢s Mejorado y directamente al estrellato. Si contamos sus primeros a?os en los Rockets, fueron 5 temporadas consecutivas por encima de los 25 puntos, 8 por encima de los 20 y dos a?os hist¨®ricamente buenos, de los mejores del siglo XXI a nivel individual: 32,1+6,5+5,5 en la 2002-03, siendo ignorado a la par que Kobe Bryant a un MVP con el que se hizo, vaya, Tim Duncan, pero entrando en el Mejor Quinteto de la NBA por segunda vez consecutiva. Y 28+6+5,5, al a?o siguiente, con su segundo t¨ªtulo seguido de M¨¢ximo Anotador. A?os fant¨¢sticos, duelos fant¨¢sticos contra los mejores de la ¨¦poca, pero claro, muchos fracasos en playoffs, algo que fue inherente la carrera de un jugador que enamoraba, pero nunca estaba al final de la temporada, donde acaban los nombres de cuyos hombres tocan la gloria.
Los Rockets y el ocaso de la leyenda
McGrady lleg¨® a los Rockets junto a Yao Ming para buscar m¨¢s competitividad, optar al lejano sue?o del anillo. Y ah¨ª empez¨® su decadencia, en una lucha constante contra las lesiones que no cesaron y que marcaron el final de su carrera. Los fracasos en playoffs continuaron tambi¨¦n y los texanos pasaron de primera ronda en 2009, llevando a los Lakers a 7 partidos en semifinales... pero con McGrady lesionado. Y una mayor tortura, si cabe, en playoffs: si en 2003 los Magic desaprovecharon un 3-1 ante los Pistons, en 2007 fue un 2-0, con los Rockets y ante los Jazz de Jerry Sloan. El en¨¦simo fracaso en la fase final provoc¨® que McGrady se retirara casi llorando de la rueda de prensa. La maldici¨®n continuaba, la situaci¨®n no se resolv¨ªa y los problemas f¨ªsicos eran tan grandes que se auguraba un final de carrera cercano.
Y as¨ª fue, de cierta manera: McGrady, que en la 2008-09 se fue a algo m¨¢s de 15 puntos con los Rockets, no volvi¨® a llegar a los dobles d¨ªgitos en anotaci¨®n. Tras disputar tan solo 6 partidos con los texanos el curso siguiente fue traspasado a los Knicks y fue carne de mercado al a?o siguiente. Pas¨® por los Pistons, donde lleg¨® a los 72 partidos y se mantuvo lo suficientemente sano como para llegar a otra eliminatoria en primera ronda con la misma suerte que todas las dem¨¢s. Su ¨²ltima temporada completa en la NBA fue con los Hawks (otros 52 choques) antes de probar suerte en China, donde amas¨® una fortuna para regresar luego a su ¨²ltima y ef¨ªmera aventura con los Spurs, con un final que ya se conoce pero la amarga victoria de haber pasado, por fin y tras innumerables e infructuosos intentos, de esa primera ronda que fue su mayor eslab¨®n por superar.
As¨ª acab¨® la carrera de McGrady, marcado por los fracasos y con muchas lesiones a sus espaldas (y en su espalda) y un talento enorme que dio una cantidad de temporadas brillantes que fueron las suficientes como para que nadie se haya olvidado del jugador. Comentarista y analista ahora en la TNT, se ha encargado de reivindicar su era y a los jugadores que en ella se encontraban (Duncan, Kobe...) mientras se dedica a opinar sin pudor, aunque con m¨¢s discreci¨®n que los siempre pol¨¦micos Shaquille O¡¯Neal y Charles Barkley. El alero, el mejor en su posici¨®n de la NBA en 2002 y 2003, tuvo un talento innato espectacular, una capacidad para levitar, correr y estar en el posteo ¨²nica. Ha protagonizado el que probablemente sea el v¨ªdeo m¨¢s famoso de la historia de la NBA, el de los 13 puntos en 35 segundos a los Spurs. Y fue comparado con George Gervin y Michael Jordan en su juventud. Pero al final, las lesiones pesaron m¨¢s que la calidad y ni siquiera pudo entrar, muy a su pesar, en la lista de los 75 mejores jugadores de la historia de la NBA. Toda una estrella que se qued¨® en el camino de convertirse en leyenda. El hombre que pudo reinar.
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