Jaque al baloncesto europeo
Los cambios en el baloncesto universitario estadounidense, que permiten nuevas v¨ªas de ingresos para los jugadores, est¨¢n poniendo a Europa contra las cuerdas.


Dame Sarr tiene 18 a?os, ya ha debutado con la selecci¨®n italiana (en la clasificaci¨®n para el pr¨®ximo Eurobasket) y se hab¨ªa convertido en una alegr¨ªa para el Barcelona. En una temporada en la que no abundan. El escolta, que lleg¨® al club en 2022 para jugar en el J¨²nior, irrumpi¨® en un momento cr¨ªtico, cuando la campa?a parec¨ªa irse por el desag¨¹e y las lesiones se apilaban con una cadencia dram¨¢tica. En los ¨²ltimos cinco partidos de Liga (cuatro victorias), cuando Joan Pe?arroya hizo de la necesidad virtud y le dio la alternativa definitivamente (minutos de verdad) Sarr promedi¨® 12,4 puntos y 13 de valoraci¨®n. En la Euroliga, fue importante en el triunfo clave contra el Mil¨¢n (13 puntos, 16 de valoraci¨®n) de un Bar?a que ha competido mejor de lo que parec¨ªa l¨®gico esperar despu¨¦s del desastre de la Copa.
Pero el caso es que, porque parece que esta temporada todo se tiene que torcer en el Bar?a, Sarr dej¨® al equipo y se march¨® a Estados Unidos justo antes de dos partidos trascendentales, uno en lo emocional (el Cl¨¢sico de Liga en el Palau) y otro, contra la Virtus en Euroliga, para determinar c¨®mo ser¨¢ el final de curso del equipo. Sarr prefiere jugar el Nike Hoops Summit de Oreg¨®n para ponerse en el escaparate NBA, porque ah¨ª es al fin y al cabo donde cree que est¨¢ su futuro. El Bar?a no le dio permiso, pero no le ha importado. El club hizo un comunicado que reconoci¨® el conflicto, as¨ª que el da?o puede ser definitivo y Sarr podr¨ªa haber jugado sus ¨²ltimos minutos de azulgrana. Justo cuando empezaba a explotar.
A Sarr le importa poco, o eso parece, lo que pueda hacer o decir el Barcelona. Considera que su futuro est¨¢ en Estados Unidos y que no debe nada al equipo en el que se ha formado durante los ¨²ltimos a?os. Tampoco parece importarle que se airee el desencuentro porque ser¨¢ libre en verano y todo apunta a que se marchar¨¢ a la Universidad de Illinois y, de ah¨ª y si su plan va como ¨¦l espera (tiene talento para respaldarlo, desde luego), al draft de la NBA, en principio en 2026. Como no tiene miedo a una posible represalia y sabe que siempre tendr¨¢ puertas abiertas en equipos importantes de Europa si falla la v¨ªa americana (el talento, otra vez), no deja mucho resquicio al Bar?a, que tuvo que lidiar con otro alboroto en mal momento y se qued¨® finalmente sin un jugador que empezaba a despuntar en lo que deber¨ªa ser tan solo un primer paso tras el proceso de formaci¨®n que estaba completando (una inversi¨®n) en el club. Hace un a?o tambi¨¦n se fue, sin tiempo para haber dejado huella en el primer equipo, Kasparas Jakucionis (18 a?os), el s¨²per clase lituano que ha jugado (precisamente) en Illinois y que aspira a ser lottery pick (top 14) en el draft 2025.
La fuga de Jakucionis, como la de Egor Demin (19 a?os) que cambi¨® el Real Madrid por BYU, fue un aldabonazo claro del signo de los tiempos. Pero, al menos, lleg¨® en verano, en el tramo entre temporadas. La de Sarr rompe otra barrera en un asunto cada vez m¨¢s peliagudo para los equipos europeos: ha sucedido en mitad de la temporada, sin permiso y a las puertas de un Cl¨¢sico que, para el jugador, tienen menos importancia que un amistoso, cuesti¨®n de relaciones p¨²blicas, de Nike en Portland. Joan Pe?arroya lo dej¨® claro antes de jugar contra el Real Madrid, en el Bar?a (y no s¨®lo en el Bar?a) est¨¢n pasmados: ¡°Es una gran decepci¨®n para el club, para la gente que ha trabajado con ¨¦l desde que ten¨ªa quince a?os. Es evidente que, hoy en d¨ªa, retener el talento en Europa es muy complicado con la entrada de tanto dinero desde las universidades americanas. Pero esas cosas pasan en verano; Pensar que en plena temporada un chico se vaya y no quiera jugar un Bar?a-Madrid¡ al margen del compromiso que tendr¨ªa que tener, nos deja descolocados a los que somos un poco mayores. Por muy prestigioso que sea el torneo que va a jugar, renunciar a un Cl¨¢sico, un posible play in o playoff de la Euroliga, unos playoffs de ACB¡ Habr¨¢ que adaptarse a los nuevos tiempos¡±.
Un nuevo orden en el baloncesto
Es un hecho que se est¨¢ quebrando lo que hasta ahora se consideraba una especie de orden natural. Los jugadores j¨®venes se van antes, muchas veces sin haber tenido verdadera trascendencia, peso, en los primeros equipos. Ahora parece un evento prehist¨®rico, aunque solo han pasado siete a?os, aquel curso 2017-18 de Luka Doncic, en formato ni?o prodigio antes de irse a la NBA, con el Real Madrid. Fue campe¨®n de Euroliga y ACB, y MVP de las dos competiciones y de la Final Four continental. Seguramente ahora, porque empieza a ser lo normal, ese ¨²ltimo a?o antes de ser drafteado lo habr¨ªa pasado en College, ya en Estados Unidos. Los equipos europeos hacen una inversi¨®n (en la ACB, por ejemplo, m¨¢s de medio mill¨®n de euros al a?o de media) que acabar¨¢ no siendo rentable (de arriba abajo, en todos los estratos) si los jugadores se van tan pronto, de cualquier manera y, en muchos casos, sin dejar al menos un buen retorno en caja. El Madrid, al menos, sac¨® dos millones por la cl¨¢usula de Doncic (destino NBA) y el verano pasado recaud¨® en torno al medio mill¨®n por el adi¨®s de Demin (College).
A los clubes les va a entrar la prisa por poner cuanto antes cl¨¢usulas altas, aunque eso les obligue a saltar pasos en el desarrollo natural de los jugadores. Para, al menos, sacar algo de dinero que se pueda reinvertir en la formaci¨®n de la siguiente generaci¨®n de jugadores. Que tambi¨¦n se ir¨¢n en cuanto puedan y que, ya se encargar¨¢n sus agentes, intentar¨¢n que esas cl¨¢usulas no se disparen. Las promesas m¨¢s valoradas, las que pueden permitirse elegir y presionar, tendr¨¢n en cuenta, a la hora de elegir destino, qui¨¦n les ofrece la v¨ªa de salida m¨¢s sencilla hacia Estados Unidos. La fuga cada vez m¨¢s masiva y temprana hacia la NBA parec¨ªa un quebradero gigantesco hace no tanto. Ahora, la posibilidad de jugar y ganar mucho dinero en las mejores universidades ha llevado el problema a un plano mucho m¨¢s preocupante. Peor.
El que se marcha tendr¨¢, en principio, m¨¢s minutos, exposici¨®n m¨¢s cerca de los mil ojos de la NBA; Y, en muchos casos, m¨¢s dinero del que se gana con 18 a?os en Europa, donde en esa etapa todav¨ªa no se han puesto los dos pies (contractualmente) en unos primeros equipos en los que hay que llegar... y hacerse hueco. Hasta ahora, y ya que solo hay un Luka Doncic en cada generaci¨®n (o ni eso), el proceso exig¨ªa paciencia. Pero ofrec¨ªa unas recompensas que han ido pasando del largo al medio y despu¨¦s al corto plazo. Y que ahora parecen (v¨¦ase el caso de Sarr) en peligro de extinci¨®n.
El reverso ?oscuro? de la globalizaci¨®n
La cuesti¨®n es que ese proceso, ahora mismo y si no cambian las cosas, es imparable. De hecho, lo que vemos es solo la punta de un iceberg que ya est¨¢ provocando da?os, que empiezan a ser de verdadera trascendencia, en la f¨¢brica del baloncesto europeo. La opci¨®n de que los jugadores puedan hacer dinero por jugar en las universidades estadounidenses no es un cambio en las reglas, es un juego completamente nuevo. Redefine las relaciones interoce¨¢nicas en un momento de plena (en muchas cosas, para bien) globalizaci¨®n de un deporte que a partir de Barcelona 92 construy¨® autopistas donde solo hab¨ªa habido caminos intransitables salvo para pioneros, con experiencias muchas veces dif¨ªciles, como Fernando Mart¨ªn.
Llevamos desde 2018 (James Harden) sin un MVP de la NBA nacido en Estados Unidos. El s¨¦ptimo a?o de esa racha, ahora en 2025, coronar¨¢ casi con total seguridad al canadiense Shai Gilgeous-Alexander. La alternativa, en todo caso, tampoco es made in USA: ser¨¢ el primero de Shai o el cuarto de Nikola Jokic. El Mejor Quinteto del pasado curso solo ten¨ªa un estadounidense, Jayson Tatum (Boston Celtics). En el All Star 2024 la mitad de los titulares (cinco de diez) eran extranjeros y los dos ¨²ltimos n¨²meros 1 de draft han sido (Victor Wembanyama y Zaccharie Risacher) franceses en una competici¨®n en la que el salto cualitativo ha seguido, siempre suele ser as¨ª, al cuantitativo: hace tres a?os se super¨® la barrera de los 125 jugadores internacionales (de 40 pa¨ªses).
Pero esa reorganizaci¨®n de la planta noble no afectaba en lo dr¨¢stico, no demasiado, al resto de la pir¨¢mide, al ciclo vital del baloncesto europeo. Ahora, s¨ª. Primero empezaron a irse muchos jugadores, no solo los elegidos. Despu¨¦s, el salto se fue adelantando cada vez m¨¢s... pero, todav¨ªa, a la NBA. Ahora, la irrupci¨®n del College como alternativa transforma hasta la quiebra el camino hacia la vida profesional, aunque solo sea por un par de a?os, de los mejores jugadores de Europa. Y no solo de los cinco o seis mejores: la fuga, otra vez, empieza a ser masiva. En Espa?a, el gran p¨²blico del baloncesto empez¨® a ser consciente con la decisi¨®n de Egor Demin y Kasparas Jakucionis: BYU y Illinois por delante de Real Madrid y Barcelona. Lo dicho: m¨¢s minutos, m¨¢s exposici¨®n con un rol m¨¢s importante ante los que deciden en el draft y, para colmo, tambi¨¦n m¨¢s dinero. Con que lleguen a ser jugadores de rotaci¨®n NBA ya tendr¨ªan ingresos mucho m¨¢s altos que los de las principales estrellas de Europa. El salario medio en EE UU supera ya los 12 millones de d¨®lares y viene ahora otro salto adelante con la entrada en vigor de los nuevos contratos televisivos. Otra revoluci¨®n salarial que pondr¨¢ a la NBA todav¨ªa m¨¢s lejos de todos los dem¨¢s.
Los j¨®venes en Europa, adem¨¢s, pasan ciertos peajes antes de tener salarios de primer rango. El College ofrece ahora opciones de rentabilidad r¨¢pida (y aqu¨ª adem¨¢s de los jugadores tambi¨¦n opinan, conviene recordarlo, familiares y agentes) con la opci¨®n de regresar siempre abierta. Se salta con red. En la NBA, los contratos siguen unas pautas que no se pueden alterar. Los jugadores elegidos en primera ronda firman un contrato rookie que les compromete durante cuatro a?os (dos garantizados y dos que dependen del criterio del equipo) con sueldos establecidos seg¨²n el puesto en el que son seleccionados. Su primera extensi¨®n (grand¨ªsima, si se la ganan) se negocia antes pero entra en vigor despu¨¦s de esas cuatro temporadas. As¨ª que hay otra matem¨¢tica que empuja a probar cuanto antes en la NBA: en cuanto se firma el primer contrato se est¨¢ m¨¢s cerca de la primera extensi¨®n. Otra vez: volver siempre ser¨¢ una opci¨®n. Los equipos europeos (y los m¨¢s importantes, seguramente) no van a dejar de querer repatriar a talentos de tanto nivel y con tanta carrera todav¨ªa por delante. Les haya ido (son contextos diferentes) como les haya ido en la aventura USA.
La irrupci¨®n de los derechos NIL
La gran palanca de un cambio radical que est¨¢ trayendo, por lo tanto, una revoluci¨®n, son los derechos NIL: Name, Image, Likeness. Una guerra por los derechos de imagen y explotaci¨®n a nivel de marcas y patrocinios que los jugadores ganaron en 2021, en los tribunales y contra una NCAA que hasta entonces, y con dosis evidentes de hipocres¨ªa, ten¨ªa la condici¨®n amateur de sus deportistas como un valor sacrosanto mientras la propia organizaci¨®n, las universidades y los que trabajan en ellas (entrenadores, managers¡) amasaban beneficios y sueldos en muchos casos superiores a los de las ligas profesionales. Ese caso NCAA vs Alston, que lleg¨® a la Corte Suprema, reubic¨® el estatus de los estudiantes/deportistas: m¨¢s all¨¢ de las becas y la manutenci¨®n, lo ¨²nico que oficialmente recib¨ªan de sus universidades, iban a poder llevarse un buen bocado de lo que generaba su imagen (en algunos casos, millones: el deporte universitario tiene un descomunal poder social en EE UU), unas cantidades que hasta ahora iban tambi¨¦n ¨ªntegras al cesto (sin fondo) de las universidades.
Esto, en la pr¨¢ctica, ha establecido un sistema de salarios, un cobrar por jugar que antes no pod¨ªa formularse como tal, por mucho que el dinero no emane directamente de unas universidades que, adem¨¢s, tambi¨¦n van a empezar a tener que pagar, de su bolsillo, a sus jugadores y deportistas. A los de elite, como m¨ªnimo. El a?o pasado, y tras perder otra trascendental batalla judicial porque finalmente no ha podido seguir poniendo puertas al mar, la NCAA (otro precedente revolucionario) acord¨® con sus cinco principales Conferencias pagar 2.700 millones de d¨®lares como compensaci¨®n a deportistas que no se hab¨ªan llevado ni un d¨®lar por su esfuerzo (y lo que este generaba) en los diez a?os anteriores.
Fue un acuerdo obligado, el intento de impedir una avalancha de demandas de deportistas y Estados a partir de las reglas antimonopolio que existen a nivel federal. Adem¨¢s, se empezaron a abocetar acuerdos por los que las universidades tendr¨ªan hasta 20 millones de d¨®lares para repartir entre esos estudiantes/deportistas que tanto generan para sus alma mater. En un pu?ado de a?os, la llegada de los NIL y este tipo de acuerdos han transformado totalmente un sistema anquilosado e injusto. Ahora, los deportistas saltan a trav¨¦s del transfer portal, ya por miles, a una especie de agencia libre en la que cambian de universidad, si hace falta a?o tras a?o, en busca de las mejores ofertas, condiciones y oportunidades para explotar los NIL. Las universidades pierden poder a medida que pierden control y reorganizan su filosof¨ªa para adaptarse a una ola que ya es tsunami y cuyo efecto empieza a sentirse en Europa. Ir¨¢ a m¨¢s.
La final universitaria de este a?o, que Florida gan¨® por los pelos a Houston, dej¨® claro en qu¨¦ punto est¨¢n las cosas. Duke, para muchos la gran favorita con el cantad¨ªsimo n¨²mero 1 del pr¨®ximo draft (el fen¨®meno Cooper Flagg, 18 a?os) se qued¨® sin t¨ªtulo porque pec¨® de inexperiencia, con un equipo muy joven, en su semifinal contra los mucho m¨¢s curtidos Cougars de Houston. Solo unos d¨ªas antes, el hist¨®rico (para lo bueno y, sobre todo, para lo malo) Rick Pitino, que llev¨® a St Johns a segunda ronda en el cuadro del Oeste que gan¨® Florida, a la postre el campe¨®n, hab¨ªa asegurado que, tal y como est¨¢n operando ahora jugadores y universidades, se han acabado los tiempos de llevarse el t¨ªtulo con un equipo basado en freshmen, jugadores de primer a?o. Por mucho talento y mucha proyecci¨®n NBA que tengan. Los derechos NIL han producido un verdadero mercado de agentes libres al maridar con esta versi¨®n libre del transfer portal. Este, creado en 2018 con constricciones y controles, empez¨® en 2021 a permitir que los deportistas cambiaran una vez de universidad sin ninguna penalizaci¨®n. Y en 2023, tras otro movimiento en los juzgados, se abri¨® la mano a la libertad integral a la hora de cambiar, todas las veces que haga falta. En esta final de 2025 no hab¨ªa ni un freshman en los quintetos titulares, y cuatro de los cinco jugadores que puso en pista para el salto inicial el campe¨®n, Florida, hab¨ªan llegado a los Gators a trav¨¦s del trasnfer portal.
En un art¨ªculo de Sports Illustrated, el pasado verano, Jon Chepkevich explic¨® c¨®mo da pasos de gigante este cambio, b¨¢sicamente imparable. Es el director de scouting de la reputada DraftExpress, as¨ª que trabaja directamente con equipos NBA, de Europa y de College. Y advierte de que las agencias de representaci¨®n en el Viejo Continente ya deben tener, para estar al d¨ªa, personal que gestione el tr¨¢nsito hacia las universidades estadounidenses: ¡°Los chicos de 18, 19 y 20 a?os lo tienen dif¨ªcil para jugar a un nivel equivalente en Europa, al m¨¢s alto. All¨ª los equipos se basan en rotaciones con jugadores que tienen, la mayor¨ªa, entre 27 y 35 a?os. Por mucho talento que tengan, es dif¨ªcil rendir al m¨¢ximo con esa exigencia. En las universidades juegan mucho, tienen un rol importante en lo que es el nivel m¨¢ximo de ese ¨¢mbito y cuentan adem¨¢s con medios excelentes para seguir progresando¡±.
El art¨ªculo advierte: jugadores como Hugo Gonz¨¢lez y Nolan Traore, que tambi¨¦n apuntan alto para el draft 2025, eligieron quedarse en Europa, al menos un a?o m¨¢s. Pero si los Jakucionis, Demin y compa?¨ªa siguen teniendo ¨¦xito, asfaltar¨¢n una ruta (para ellos) muy l¨®gica hacia la NBA. Una que ser¨¢ cada vez m¨¢s utilizada.
Ni siquiera hace falta que el destino final sea la NBA: Aday Mara pag¨® m¨¢s de medio mill¨®n de euros para liberarse del Casademont Zaragoza e irse a la prestigiosa UCLA. All¨ª, gracias a la fuerza de los NIL en una universidad tan prestigiosa de un mercado tan potente como el de California, su proyecci¨®n econ¨®mica trascend¨ªa la que pod¨ªa tener, con 18 a?os, en la Liga ACB. Despu¨¦s de dos a?os muy irregulares en College, no le ha llegado el salto a la NBA pero ya ha anunciado que cambiar¨¢ de universidad a trav¨¦s del transfer portal: otro equipo, un rol m¨¢s importante, m¨¢s repercusi¨®n para los NIL y, si adem¨¢s cuaja de verdad en lo deportivo, el draft de la NBA al fondo. Europa dif¨ªcilmente puede competir con eso sin asfixiarse. Y todos saben, en ambos bandos, que ser¨¢ recibido con los brazos abiertos si decide volver. Es, al fin y al cabo, un enorme talento, todav¨ªa muy joven, de 2,21.
Todos est¨¢n obligados a adaptarse
Desde el otro lado del Atl¨¢ntico, la adaptaci¨®n tambi¨¦n es expr¨¦s. Antes, solo algunas universidades invert¨ªan de verdad en el talento de Europa y muy pocas marcaban diferencias gracias a eso. Ahora, la capacidad de analizar y moverse r¨¢pido en un mercado tan distinto al estadounidense (canteras de clubes profesionales en vez de institutos y torneos amateur) es una pata esencial en el d¨ªa a d¨ªa de cualquier programa deportivo universitario. De los 78 m¨¢s importantes, 73 ten¨ªan al menos un jugador nacido fuera de EE UU en la reci¨¦n terminada temporada. En los torneos Sub del verano europeo, o en las grandes competiciones de clubes de categor¨ªas inferiores, como la Euroliga J¨²nior (Adidas Next Generation Tournament), se ha triplicado y hasta cuadruplicado el n¨²mero de ojeadores universitarios.
Los jugadores que quieran tomar el camino del College tienen, ahora, la opci¨®n de esa especie de contratos por obra y servicio que acaban facilitando los derechos NIL; Llegan a las seis cifras con comodidad en el caso de los verdaderamente importantes (y mucho m¨¢s, a partir de ah¨ª¡), ven como las reclamaciones legales van haciendo camino para transformar al estudiante/deportista en estudiante/jugador profesional y, adem¨¢s, tienen ese transfer portal que crea un verdadero mercado de fichajes: oferta y demanda. Las universidades se ven obligadas a moverse en esa nueva marea y est¨¢n convirtiendo, para ser competitivos en ese transfer portal, los derechos NIL en una forma de encubrir esos citados contratos por obra y servicio, normalmente por una temporada. El escenario, por ¨²ltimo, ya no complica el acceso legal a esos beneficios de los becados no estadounidenses, que hace unos a?os se habr¨ªan metido en un l¨ªo por lo que salpica a los que tienen visa de estudiante de las pol¨ªticas de inmigraci¨®n.
Para los clubes europeos se apilan las malas noticias: realizan una inversi¨®n en jugadores que apenas podr¨¢n exprimir en sus primeros equipos (algo que tambi¨¦n ataca al nivel de las competiciones, privadas de talento joven) y tampoco tienen una v¨ªa f¨¢cil para colocar cl¨¢usulas altas que al menos dejen un recambio econ¨®mico porque operan con contratos generalmente de edad j¨²nior. Ni siquiera hay, adem¨¢s, una norma que rija el intercambio como sucede en la NBA, que por convenio permite a las franquicias poner 825.000 d¨®lares de la cl¨¢usula de salida de un jugador. En los ¨²ltimos a?os, los agentes de j¨®venes promesas con proyecci¨®n estadounidense han tenido muy en cuenta esta cifra a la hora de negociar qu¨¦ se pon¨ªa y qu¨¦ no en los contratos. Las opciones de salida (cantidades, f¨®rmulas, plazos¡) tambi¨¦n ser¨¢n un caballo de batalla con los jugadores m¨¢s j¨®venes que ni siquiera han despuntado en los primeros equipos. Un reto real, seguramente una amenaza, para los fundamentos de un sistema de formaci¨®n que ha resultado ser, en los ¨²ltimos a?os, mucho m¨¢s sostenible y s¨®lido que el estadounidense.
El citado caso de Doncic es paradigm¨¢tico: en las circunstancias actuales, y en su rango de talento, una gran universidad tendr¨¢ a su disposici¨®n unas cantidades econ¨®micas (entre unos tipos y otros de acuerdos) a las que no podr¨¢ llegar ning¨²n club europeo por un jugador de 17 a?os que, adem¨¢s, va a irse a la NBA seguramente solo una temporada despu¨¦s. Los clubes europeos ya expresan preocupaci¨®n y hast¨ªo, y eso es un s¨ªntoma terrible porque finalmente ser¨¢ su motivaci¨®n la que mantendr¨¢ o no en marcha la granja. Del baloncesto de base a la elite.
Los jugadores (sus agentes) retorcer¨¢n el mercado para evitar cl¨¢usulas importantes, algo que har¨¢n sin problema los de m¨¢s proyecci¨®n. Porque son lo que pueden decirle a un club lo tomas o lo dejas. Es lo que acaba de dejar claro el caso Sarr: cosas que eran importantes para los j¨®venes est¨¢n dejando de serlo. Ahora tienen caminos directos a la NBA. Victor Wembanyama, que puede ser uno de los mejores jugadores de siempre si alcanza el techo de su potencial, ya dej¨® pasmado al baloncesto europeo cuando prefiri¨® hacer su ¨²ltimo a?o en Francia fuera del arco de la Euroliga: sab¨ªa que iba a ser el n¨²mero 1 del draft en todo caso, as¨ª que prefiri¨® otras f¨®rmulas para una puesta a punto multidisciplinar. Los cl¨¢sicos se llevan las manos a la cabeza con este tipo de cosas, pero es lo que hay.
Las universidades, como nueva obsesi¨®n
En el citado art¨ªculo de Sports Illustarted, Mario Fern¨¢ndez, directo deportivo del Bar?a, dejaba claro que la situaci¨®n se ha vuelto sumamente inc¨®moda. Y eso desde la perspectiva de uno de los grandes clubes de Europa y en un a?o que comenz¨® con la salida de Jakucionis y en el que, entonces no lo sab¨ªa, le ha atropellado una situaci¨®n imposible de gestionar con Sarr: ¡°Antes de los derechos NIL, la opci¨®n de ir a las universidades americanas ya ten¨ªa sus atractivos. Pero ahora hay que sumar unas opciones econ¨®micas imposibles de alcanzar para los equipos de aqu¨ª. As¨ª que ir a una universidad se est¨¢ convirtiendo en una obsesi¨®n para los jugadores j¨®venes europeos¡±.
Fern¨¢ndez pon¨ªa el foco en la figura del agente, que tiene ahora la opci¨®n de mover el avispero y monetizar a sus representados mucho antes y en cantidades inimaginables hace solo unos a?os: ¡°Las canteras europeas tienen que repensar sus objetivos, su forma de funcionar, porque van a perder a gran parte de sus jugadores antes de haber terminado el trabajo con ellos. Algunos equipos de nivel m¨¢s bajo ya lo est¨¢n aprovechando y se ofrecen a los j¨®venes como clubes nodriza en los que van a tener la visibilidad y las oportunidades que no llegar¨¢n tan f¨¢cilmente en equipos m¨¢s grandes. Son roles que hasta ahora no exist¨ªan. El paradigma cambia radicalmente, sobre todo para clubes como el nuestro, en el nivel m¨¢s alto de Europa. Es muy dif¨ªcil que un chico salte del Sub-18 al primer equipo y tenga un rol importante desde el principio¡±. Esto, en efecto, requer¨ªa una paciencia que se esfumar¨¢ si el objetivo es conseguir cuanto antes una oferta, con un buen bocado NIL, en una universidad.
Si el sistema entra definitivamente en crisis, tambi¨¦n ser¨¢ una mala noticia para la NBA, el destino inevitable de los grandes jugadores europeos (o los que tienen potencial para serlo) que ha maximizado su condici¨®n de recolectora de talento global, cada vez con fuentes m¨¢s variadas y sin tener que someterse siempre al tr¨¢nsito por una NCAA que en 2010 (Enes Kanter fue uno de los primeros beneficiarios) relaj¨® mucho las condiciones para que pudieran jugar en College jugadores que hab¨ªan pasado por equipos profesionales. Como los europeos. Antes de ese cambio, tambi¨¦n importante en la prehistoria de este tr¨¢nsito ahora permanente, ni siquiera no tener contrato profesional serv¨ªa para esquivar totalmente los problemas si se hab¨ªa jugado con compa?eros y en competiciones que s¨ª lo eran.
M¨¢s caminos del College a la NBA
En el March Madness 2025, el 15% de los jugadores y jugadoras (sumados los cuadros masculino y femenino) eran no estadounidenses: 264, un r¨¦cord absoluto. El n¨²mero se ha duplicado en la ¨²ltima d¨¦cada y va m¨¢s all¨¢ del baloncesto: hay m¨¢s de 25.000 deportistas no estadounidenses repartidos por las universidades. Una explosi¨®n que en baloncesto puede poner su origen, en lo que se refiere a jugadores que luego fueron megaestrellas, en la llegada de Hakeem Olajuwon desde Nigeria, en 1980 y directo a la Universidad de Houston, donde se pas¨® un a?o sin jugar porque la NCAA tard¨® en hacer todo el papeleo. Patrick Ewing lleg¨® antes desde Jamaica, y jug¨® en Estados Unidos en el nivel de instituto antes de dar su aclamado salto a Georgetown en 1981.
Eran tiempos en los que se buscaba fuera, sobre todo, p¨ªvots. Cent¨ªmetros: Rik Smits (con sus 2,24) salt¨® de Eindhoven en 1984 para hacer cuatro a?os de College con Marist antes de ser drafteado por los Pacers en 1988 (pick 2). La tecnolog¨ªa tambi¨¦n ha sido clave para que el proceso se haya masificado: en los ochenta, una universidad lo ten¨ªa dif¨ªcil de verdad para conseguir im¨¢genes de Eindhoven, Lagos o Kingston. La cosa se quedaba en alg¨²n VHS granulado, de baja calidad, y unos perfiles f¨ªsicos que resultaban prometedores sobre el papel. Ese proceso, el de scouting y reclutamiento, est¨¢ ya, obviamente, absolutamente tecnificado y estructurado. En cualquier rinc¨®n del mundo.
Eso vale tambi¨¦n para los jugadores: ahora pueden ir a cualquier sitio, moverse entre pa¨ªses e incluso continentes sin las limitaciones de antes, cuando estaban mucho m¨¢s obligados a seguir en el equipo en el que se estaban formando porque no ten¨ªan, generalmente, muchas m¨¢s opciones a tiro. Hemos visto en Europa casos como, cada uno en su estilo, los citados de Wembanyama, Jakucionis o ahora Sarr. Tambi¨¦n hemos visto intentos con iniciativas estadounidenses (un asunto que est¨¢ resultado, en general, fallido como alternativa al college) como Overtime o el ya desaparecido Ignite, en la G League. Incluso viajes a Australia (con el programa NBL Next Stars). El franc¨¦s Alex Sarr, n¨²mero 2 del ¨²ltimo draft, pas¨® por Overtime y por Australia cuando decidi¨® marcharse del Real Madrid. El espa?ol Izan Almansa, tambi¨¦n dej¨® la cantera del Madrid y ha pasado por Overtime e Ignite antes de elegir, para tener m¨¢s claras sus difusas opciones NBA, la v¨ªa australiana.
En este ecosistema de cambios, giros y decisiones poco convencionales, se est¨¢ generando tambi¨¦n una brecha cultural. Hay criticas desde los estratos m¨¢s cl¨¢sicos a las decisiones, a veces disruptivas, de unos j¨®venes para los que todo se trata, en gran parte, de que tienen opciones con las que sus predecesores ni pod¨ªan so?ar. Y todo eso sin volver la vista hacia la ruta de la universidad, que atrajo a 350 jugadores europeos la pasada temporada, solo si se miden los principales programas (D1, la primera divisi¨®n de la NCAA).
Si se mira a la NBA, esta temporada hay 64 europeos. De ellos, 42 salieron del Viejo Continente a trav¨¦s de una f¨®rmula m¨¢s cl¨¢sica (sus clubes de origen) y 18 pasaron por una universidad. Ambas rutas combinan casi un 94% de los casos. El resto son las excepciones que llegaron desde la G League o Australia. Esta proporci¨®n se est¨¢ invirtiendo: cada vez m¨¢s jugadores de altas expectativas en el draft eligen la v¨ªa universitaria porque ahora resulta, tambi¨¦n, muy rentable en lo econ¨®mico. Si se a¨ªslan los ¨²ltimos a?os, de hecho, la NCAA ha superado a los equipos profesionales de Europa como la gran v¨ªa de acceso de estos jugadores hacia la NBA.
La batalla en Europa mira a la cantera
Todos los caminos acaban en una NBA que, para retorcer todav¨ªa m¨¢s la situaci¨®n, va a expandirse hacia Europa poniendo nombre y medios (veremos cu¨¢les y c¨®mo) para la creaci¨®n de una competici¨®n que ahora mismo ser¨ªa una alternativa a la Euroliga a expensas de nuevas conversaciones entre las partes. Que todav¨ªa est¨¢n a tiempo.
Seg¨²n Joe Vardon, de The Athletic, ese acceso al talento joven y la adaptaci¨®n a ese nuevo tablero de juego son dos de las razones que maneja la NBA para poner un pie definitivamente en Europa, m¨¢s all¨¢ de su fe en que hay dinero aqu¨ª que la Euroliga no est¨¢ sabiendo extraer y de la certeza de que las fortunas y fondos de inversi¨®n ¨¢rabes tendr¨¢n un papel m¨¢s importante que el que le permite en la NBA, un techo que veremos cu¨¢nto dura, el ¨²ltimo convenio colectivo.
¡°Los equipos profesionales de Europa, los que Silver quiere atraer desde el ¨¢mbito Euroliga hacia su nueva competici¨®n, tienen canteras para jugadores desde los trece a?os. La NBA ha dejado claro que apoyar¨¢ econ¨®micamente al desarrollo de ese ecosistema, incluido las ayudas para esos programas de formaci¨®n. Adam Silver quiere estar metido de lleno en esa autopista que traslada a los jugadores de Europa a Am¨¦rica¡±, asegura un Vardon muy cercano a las altas oficinas de la mejor liga del mundo. El vicepresidente del Alba Berl¨ªn, Marco Baldi, piensa igual: ¡°Imagino que esa es una de las grandes motivaciones: crear un entorno de colaboraci¨®n que garantice que el mayor n¨²mero posible de jugadores alcanza su m¨¢ximo potencial. Eso ser¨ªa de gran beneficio para la NBA, que es donde acaban los mejores¡±.
El art¨ªculo tambi¨¦n recoge la opini¨®n del gran agente de jugadores en Europa, Misko Raznatovic: ¡°El trabajo con los chicos j¨®venes, especialmente en los Balcanes y sobre todo en cuando a los fundamentos del juego, es diez veces mejor aqu¨ª que en Estados Unidos. Y por eso cada vez hay m¨¢s jugadores europeos en la NBA. Tu coges a Jokic o Doncic con quince a?os y, si no les ense?as de verdad a jugar, no acabar¨ªan metiendo ni un punto en la NBA porque por su f¨ªsico o su velocidad no les dar¨ªa. Pero aqu¨ª se desarrolla su habilidad, su IQ¡ por eso acaban siendo mejores¡±. Y tambi¨¦n, muy significativa, la de Alberto Angulo, que trabaja con la cantera del Real Madrid: ¡°En Estados Unidos les ense?an a jugar uno contra uno, nosotros les ense?amos a jugar en equipo. La diferencia entre la mentalidad americana y la nuestra, la del Madrid, es que nosotros no pensamos en lo individual. Lo que importa es el grupo, el equipo¡±.
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