El triste crep¨²sculo de Harden
Fuerza la m¨¢quina, en versi¨®n sainete, para salir de los Sixers. Su relaci¨®n con Daryl Morey, especial en los a?os en Houston, ha quedado totalmente rota.


En El Crep¨²sculo de los Dioses, el cl¨¢sico de Billy Wilder estrenado en 1950, Gloria Swanson interpreta a Norma Desmond, una antigua estrella venida a menos que no es capaz de aceptar que sus d¨ªas de gloria han pasado y cree que hay una nueva ola de triunfo a la vuelta de la siguiente esquina. Su c¨®mplice, o eso es lo que ella pretende, es un guionista al que convierte en su amante. Es una historia de tragedia, decadencia, sobre el lado oscuro del negocio y de las relaciones¡
Este art¨ªculo no habla de Norma Desmond sino de James Harden. Que es una estrella venida a menos que no es capaz de aceptar¡ en fin, ya se sabe. Y Daryl Morey, un guionista con una relaci¨®n mucho m¨¢s emocional y¡ S¨ª, la comparaci¨®n era irresistible porque es lo primero que viene a la cabeza al ver a este James Harden traicionado por un mercado en el que nadie dio nada por ¨¦l como agente libre y los Clippers solo lo quieren a precio de saldo. Zarandeado por su incapacidad para hacer autocr¨ªtica y entender d¨®nde y c¨®mo est¨¢. Del que algunos dicen que no piensa en su legado cuando la realidad parece peor a¨²n: es capaz de guiarse por fantas¨ªas en las que todo trasciende a su legado, todo quedar¨¢ justificado por un gran momento triunfal que nunca llega.
Mientras, tuvo que amarrar los 35,6 millones de su player option con los Sixers a pesar de que quer¨ªa irse. Vio tan mal lo que hab¨ªa fuera de Philadelphia que no cogi¨® la puerta y se larg¨®. As¨ª que podemos convenir que al otro lado de la puerta no hab¨ªa nada. As¨ª que cogi¨® el dinero... y pidi¨® el traspaso.
La comparaci¨®n es irresistible tambi¨¦n porque Morey consume el cr¨¦dito que se gan¨® como padrino de las analytics, genio de las matem¨¢ticas aplicadas a baloncesto, finalmente gestor de datos pero no de personalidades. Morey parece vivir en un permanente l¨ªo en Philadelphia, un intento constante (y frustrante) de reformular la Mona Lisa que cre¨® en los Rockets, aquel experimento de ultra eficiencia que no fue campe¨®n porque se cruz¨® con el mejor equipo de la historia, los Warriors de Stephen Curry. Y en el momento cumbre, de Curry¡ y Kevin Durant. No hab¨ªa matem¨¢ticas que pudieran con eso. La definici¨®n de esos Rockets empezaba y acababa en Harden, y la relaci¨®n entre la estrella y el guionista/matem¨¢tico/directivo pareci¨®, por una vez, trascender la estad¨ªstica avanzada cuando en realidad solo la estaba personificando. La obsesi¨®n de Morey por tener a Harden en los Sixers suger¨ªa algo que iba m¨¢s all¨¢ de los n¨²meros. U?as y dientes ara?ando el s¨ªmbolo de lo que pudo ser y no fue. Lo dijo Ray Bradbury: somos lo que amamos, y amamos lo que perdemos.
Ahora la tragedia va camino de culebr¨®n barato (o muy caro si se miran las cuentas bancarias) y el drama avanza hacia la ¨®pera bufa. James Harden est¨¢ a punto de cumplir 34 a?os y ve cada vez m¨¢s lejos sus mejores d¨ªas. Entonces no le lleg¨® para ser campe¨®n, aunque solo hay 24 jugadores que han metido m¨¢s puntos que ¨¦l en toda la historia de la NBA. El debate sobre el estilo, llegar a la aberraci¨®n a trav¨¦s de la perfecci¨®n, mejor dejarlo para otro d¨ªa. Todo eso se qued¨® en Texas, en los a?os casi, casi triunfales de Houston. Ahora Harden acaba de ver c¨®mo le pasa el mercado por delante. Durante meses, aire¨® un regreso a los Rockets para, como m¨ªnimo, forzar a los Sixers a pagarle. Pero su antiguo equipo prefiri¨® a Fred VanVleet antes que a ¨¦l. Sin tapujos, decisi¨®n del reci¨¦n llegado Ime Udoka. Sin asidero al que aferrarse para negociar, Harden se vio ninguneado por Morey un a?o despu¨¦s de rechazar una player option de casi 48 millones y firmar una renovaci¨®n por dos temporadas y unos 68 millones en 1+1.
Las (supuestas) promesas de Morey
En el pasado curso, Harden perdi¨® 15 millones para dejar que Morey jugara a Regreso a Futuro y llevara a Philadelphia, con ese margen extra de dinero, a PJ Tucker y Danuel House, un pedazo de aquellos Rockets que pudieron reinar. La NBA investig¨® un supuesto apret¨®n de manos prohibido: reb¨¢jate el salario de este a?o, que ya te compensaremos el pr¨®ximo. Pero lleg¨® el pr¨®ximo y a Morey no le apetec¨ªa agotar el proyecto Joel Embiid en un puro y poco realista anhelo de que Harden recuperara ese primer paso en versi¨®n latigazo, el stepback indefendible, la combusti¨®n yendo hacia el aro. La determinaci¨®n y la eficacia de los buenos tiempos. Eso que le hizo ser MVP¡ pero no campe¨®n.
Morey dej¨® el coraz¨®n a un lado porque sinti¨® que Embiid acabar¨ªa hart¨¢ndose y porque en Philadelphia se agotaron dos viajes por playoffs en segunda ronda. Esta primavera pasada, sal en todas las heridas, despu¨¦s de tener un 2-3 a favor contra los odiados Celtics. En el ¨²ltimo cuarto del sexto partido, con la escenograf¨ªa de guerra y triunfo preparada en Philadelphia, y en todo el s¨¦ptimo en el Garden, Harden desapareci¨®. Hab¨ªa hecho dos partidos gigantescos en la serie, pero fue transparente (como Embiid, pero esa es otra historia¡ o no) en el momento de cambiar la narrativa. Camino de los 34 a?os y despu¨¦s de semanas apilando una reci¨¦n descubierta desconfianza hacia Morey. Las matem¨¢ticas, la estad¨ªstica avanzada que lo convirti¨® en un cyborg apilador de puntos, se hab¨ªa vuelto finalmente en contra de Harden.
Porque esto es deporte y hay cosas que acaban siendo muy sencillas: si los Sixers hubieran eliminado a los Celtics es probable que, solo con eso, el panorama habr¨ªa sido mucho m¨¢s pl¨¢cido este verano. Pero la sensaci¨®n de proyecto techado, de que aquello no pod¨ªa dar m¨¢s de s¨ª, se hizo insoportable. Y (en este asunto: esto es deporte) hay pocas cosas m¨¢s agotadoras para todos. Afici¨®n, directivos, entrenadores y tambi¨¦n jugadores. Con 2-3 en la serie, match point en su pista y 83-81 a favor en el ecuador del ¨²ltimo cuarto, los Sixers solo necesitaban seis minutos de furia contra unos Celtics que se tambaleaban. Pero solo anotaron tres puntos m¨¢s (86-95) y Harden, la alargada sombra de La Barba, fall¨® en ese tramo de disparate los tres tiros que intent¨®. La ley de los playoffs, una historia que se sabe de memoria.
Como en el viejo cuento del escorpi¨®n y la rana, Morey fue Morey y en 2023 no quedaba rastro de la promesa de 2022. Si es que la hubo. Y Harden se sinti¨® traicionado, hu¨¦rfano de una lealtad que ¨¦l practic¨® de forma sorprendente, y selectiva, para intentar montar un puzle que hiciera grandes de verdad a sus Sixers en una ciudad tan especial con sus equipos como Philaldephia. La ¨²ltima final de Conferencia de la franquicia se remonta a 2001. Sacramento Kings, el equipo del que todo el mundo se burlaba por su r¨¦cord de temporadas seguidas sin playoffs, jug¨® la del Oeste en 2002. As¨ª que es m¨¢s reciente su final de Conferencia que la de los venerables 76ers. Una franquicia de pasado orgulloso y arrastrado por el fango del Proceso, la reconstrucci¨®n industrial y sin tapujos, una eternidad en las cloacas por ahora para nada.
Harden se encontr¨® con un puntapi¨¦ en los dientes despu¨¦s de repartirlos a diestro y siniestro. Para forzar su salida de los Rockets post Morey en 2021, para irse a los Sixers en 2022. Ahora, para regresar a su California natal y jugar en los Clippers, donde se supone que ser¨ªa bien recibido por Kawhi Leonard y Paul George, un par de estrellas extra?as con los que uno ya no sabe si dan el OK a los planes de su franquicia porque compran sus visiones o porque todo les parece bien. M¨¢s o menos bien, ni muy bien ni muy mal. Harden, en alg¨²n momento, sumar¨¢ a Embiid a la lista de estrellas con las que no gan¨® ni acab¨® bien: Dwight Howard, Kevin Durant, Russell Westbrook, Chris Paul, Kyrie Irving¡ Amasando el nuevo y masivo empoderamiento de los jugadores hasta darle mal nombre, o hasta que quede todav¨ªa m¨¢s claro que el concepto real es empoderamiento de las grandes estrellas, Harden ha dejado de ser un tipo de fiar porque apila muchos cambios de aires en muy poco tiempo, muchos flechazos que no duran, muchos episodios histri¨®nicos para tener raz¨®n a la fuerza. En el camino, ha perdido dinero. Esos 15 millones de la temporada pasada y aquella extensi¨®n m¨¢xima que qued¨® en las oficinas de los Nets y que le habr¨ªa dado 275 millones entre 2022 y 2027.
La guerra salta a la opini¨®n p¨²blica
Ahora Harden va a hacer, empez¨® en la misma China que dio problemas serios a Morey por su apoyo a Hong Kong, todo lo posible para crear un clima tan brutalmente t¨®xico que los Sixers se vean obligados a traspasarlo a los Clippers, que esperan como quien mira el paisaje. La primera escena de su funci¨®n fue, all¨ª en el Este y en un acto promocional de Adidas con chiquillos, llamar ¡°mentiroso¡± a Morey: ¡°Nunca formar¨¦ parte de una organizaci¨®n de la que forme parte ¨¦l¡±. Pero ahora, porque aprob¨® su player option, forma parte de la organizaci¨®n de la que forma parte un Morey que de primeras se hizo el sorprendido. No por el fondo, que viene de lejos y todos son mayorcitos, sino por las formas: el esc¨¢ndalo p¨²blico, el trasfondo personal abierto de par en par. Por el camino, por cierto, qued¨® Doc Rivers y apareci¨® un Nick Nurse que a saber qu¨¦ est¨¢ pensando de todo este fregado.
Morey ya demostr¨® con Ben Simmons (parece que ha pasado un siglo pero fue antes de ayer: 2021) que lo suyo son los n¨²meros y las cuentas, y que puede vivir sin que le arrollen los dramas que se despliegan a su alrededor, aunque el agua le llegue al cuello a su franquicia y a quien siga en ella. Y ese, de momento (y vuelvo a citarle porque acaba siendo un actor esencial), es Joel Embiid. El ejecutivo, en su papel, quiere un gran jugador y, si puede ser, picks de draft por Harden. Le da igual que su contrato sea expiring, que no vaya a ir al training camp o que se dedique a televisar su ronda de oto?o por clubes nocturnos. En este caso puede haber algo personal, parece obvio, pero manda la enorme presi¨®n de no convertir la temporada en un a?o en blanco para, otra vez, un Embiid que tiene 29 a?os y que ya ha dicho este verano, como quien no quiere la cosa, que su sue?o es ser campe¨®n... en Philadelphia o donde esa. O-don-de-sea, Daryl.
Ayer ya hab¨ªa periodistas de Philadelphia se?alando que Embiid hab¨ªa a?adido tal cosa o quitado tal otra de su bio de Twitter (perd¨®n, X). En el actual ritmo de la vida NBA, que no duerme y donde todo se convierte en comida r¨¢pida (supers¨®nica) en el patio de las redes sociales, las pr¨®ximas semanas pueden hacerse insoportables. Quiz¨¢ no para Morey, el hombre en su castillo de mediciones y f¨®rmulas, pero s¨ª para los Sixers y sus aficionados. Y eso tambi¨¦n acaba importando. Harden lo sabe y lo utilizar¨¢, Morey lo sabe aunque tratar¨¢ de no darse por aludido.
El asunto, adem¨¢s, cruza el pa¨ªs casi hasta la otra punta, donde Damian Lillard busca en un complejo laberinto la salida que acaba en Miami. Por ahora, y aunque el caso tiene menos paralelismos de lo que algunos quieren hacer ver, se topa con un muro de realidad que es tan sencillo como que los Heat no tienen una oferta a la altura de su talento. Eso piensa tambi¨¦n Morey de los Clippers, por ahora impasible ante el ¨®rdago chino de un jugador que se acogi¨® a su player option para la pr¨®xima temporada hace menos de dos meses. Porque no hab¨ªa otra cosa y con petici¨®n instant¨¢nea de traspaso. Pudo irse gratis, pero esos 35 millones son mucho dinero. M¨¢s si empiezas a entender que en el verano de 2024 el inter¨¦s por ti puede descender a m¨ªnimos de glaciaci¨®n. Aunque ¨¦l no lo vea, no es el jugador que era. Aunque quiera enga?arse, su comportamiento tiene momentos repulsivos y produce espanto en las oficinas de muchos equipos. La cosa, claro, se pondr¨¢ sucia de verdad cuando abra el training camp: Harden ha dejado claro que ni piensa pasarse por all¨ª. Y si lo hace, ser¨¢ para formar un l¨ªo con toda la prensa bien avisada.
La letra peque?a del convenio colectivo
El convenio colectivo apoya, en principio, a Morey. Harden puede perder partes de su sueldo o ventajas de futuro, en funci¨®n de c¨®mo se desarrolle todo y si se mantiene en rebeld¨ªa. Si un jugador en ¨²ltimo a?o de contrato, como es el caso, sigue sin asomar por su trabajo (entrenamientos, partidos, d¨ªa a d¨ªa de la franquicia) cuando han pasado 30 d¨ªas de temporada, puede perder sus derechos de agente libre o, m¨¢s bien, dejar estos en manos de su equipo. Si se aplica esta normal tal cual, con Harden ausente por las bravas, Morey puede vetar cualquier contrato que el jugador quiera firmar en el verano de 2024, en la NBA¡ o con cualquier otro equipo profesional del mundo. La cosa podr¨ªa tomar tintes mcbethianos. Y eso sin contar con la monta?a de multas y sanciones que har¨ªa que Harden perdiera, a chorro, millones de su salario de este curso.
Por eso, aunque solo sea por si acaso, es bueno acordarse de Joe Smith, aquel n¨²mero 1 del draft (1995) que no fue una gran estrella pero s¨ª un trotamundos que acab¨® pasando por trece equipos de la NBA hasta que se retir¨® en 2011. Smith acord¨® con un apret¨®n de manos furtivo que firmar¨ªa tres contratos muy peque?os de un solo a?o con los Wolves. Estos ganar¨ªan as¨ª sus derechos (bird rights) para poder firmarle despu¨¦s un gran contrato y¨¦ndose por encima del salary cap: ser¨ªa, seg¨²n lo que pactaron, por 86 millones. Una guerra de agentes descubri¨®, despu¨¦s del lockout de 1999, el pastel y la NBA tuvo que hacerse la escandalizada. O quiz¨¢ lo estuviera porque las sanciones fueron tremendas. A los Wolves quitaron 3,5 millones las primeras rondas de draft de cinco a?os (una la acabaron recuperando). El propietario fue suspendido un a?o y esas tres temporadas de acuerdos por debajo del mercado se anularon para que los Wolves no ganaran, de facto, los bird rights sobre un Smith que jug¨® un a?o en Detroit y despu¨¦s volvi¨® a Minnesota con, entonces s¨ª, un contrato de seis a?os y 34 millones de d¨®lares.
El asunto estaba claro: no se puede retorcer las normas del juego. Desde luego, no te pueden pillar haci¨¦ndolo. La historia no es muy distinta, en cuanto a manipular el mercado, a lo que pudieron pactar durante el verano de 2022 Harden y unos Sixers que, ante lo que podr¨ªa caer, negar¨¢n la mayor hasta las ¨²ltimas consecuencias. Como estos son otros tiempos tambi¨¦n en los despachos, el asunto (fe¨ªsimo) acabar¨¢ salpicando salvo soluci¨®n milagrosa tambi¨¦n a Adam Silver, que ya se tuvo que pronunciar hace unas semanas, cuando el agente de Lillard aire¨® a los cuatro vientos que su cliente solo jugar¨ªa en los Heat. El de Harden, o eso se dice, le desaconsej¨® la rajada contra Morey (sin ¨¦xito, claro). ?Hasta d¨®nde puede llegar el empoderamiento de las estrellas? ?Cu¨¢nto se puede prescindir del principio de buena fe que tiene que regir, aunque nadie se lo crea del todo, las negociaciones en la eterna partida franquicias-jugadores? ?Es Silver un l¨ªder blando o m¨¢s bien demasiado blando? ?Desgasta esto a los aficionados o crea m¨¢s circo en una NBA que no para de generar ruido en su particular universo? ?La repuesta a qui¨¦n es el malo de esta historia acabar¨¢ siendo que todos los son? ?C¨®mo de improbable era que el reencuentro de Morey y Harden, en Philadelphia, saliera bien?
El tiempo se acaba para los dos y empieza a apremiar en los Sixers, que han perdido ya un buen bocado del prime de Joel Embiid. Que tambi¨¦n tiene su parte de culpa. Nadie gana, claro, no as¨ª. Esa es la sensaci¨®n en agosto de 2023: en un a?o veremos qu¨¦ ha hecho cada uno y d¨®nde est¨¢ (y por cu¨¢nto) a estas alturas. Siempre puede haber redenci¨®n, por qu¨¦ no pensarlo: esto es deporte. Pero ahora mismo no se avista. Ni para Morey ni para Harden ni para su particular crep¨²sculo. Cenizas de las analytics.