El gran salto de Arvydas Sabonis
Siempre ser¨¢ una pregunta recurrente en la historia del baloncesto: ?Qu¨¦ habr¨ªa pasado si Sabonis se hubiera ido antes a jugar a la NBA?

Siempre aparece como uno de los grandes condicionales, un what if inevitable en la historia de la NBA. Sobre todo de su cruce de caminos, ya una autopista de doble sentidos y muchos carriles de circulaci¨®n, con el baloncesto europeo: ?Qu¨¦ habr¨ªa pasado si Arvydas Sabonis hubiera dado antes el salto a Estados Unidos? Para muchos el mejor jugador europeo de siempre, no es desde luego el mejor por etapa NBA, y menos en estos nuevos tiempos en los que estrellones como Giannis Antetokounmpo y Nikola Jokic acaparan premios individuales, y anillos con MVPs de Finales, y otros como Luka Doncic y Victor Wembanyama aspiran a hacer lo mismo. Antes de esta generaci¨®n, de hecho, hay otra que super¨® al esprint a sus predecesores, los pioneros: la de Pau Gasol, Tony Parker y, por encima de todos, Dirk Nowitzki, el sexto m¨¢ximo anotador de la historia de la NBA.
Sabonis, sin ir m¨¢s lejos, no tuvo la carrera que ahora est¨¢ teniendo su hijo all star y que juega con un contrato de m¨¢s de 200 millones de d¨®lares Domantas, que ha sido tres veces aunque en c¨®mputo global, sumados todos los baloncestos, est¨¢ obviamente lejos del nivel que tuvo Arvydas, que debut¨® en la NBA con 30 a?os y 319 d¨ªas. A punto de cumplir 31. Fue en 1995, y se convirti¨® entonces en le rookie m¨¢s veterano de la historia. Despu¨¦s ha sido superado por Antoine Rigodeau (31 a?os y 33 d¨ªas), Pero Antic (31 y 93), Andre Ingram (32 y 142), Marcelinho Huertas (32 y 156) y Pablo Prigioni (35 y 169).
Segundo en la votaci¨®n del Rookie del A?o, por detr¨¢s de Damon Stoudemire, que luego fue su compa?ero en aquellos Trail Blazers que pudieron ser campeones, los que tuvieron contra las cuerdas en la final del Oeste de 2000 a los Lakers de Kobe Bryant y Shaquille O¡¯Neal, comparti¨® generaci¨®n de novatos con un Kevin Garnett que, ¨¦l mismo uno de los mejores ala-p¨ªvots de la historia, siempre que ha podido ha expresado su profunda admiraci¨®n por Sabonis. Ahora, para alabar a Nikola Jokic lo compara con Wilt Chamberlain¡ y con Sabonis (¡°el que no lo haya visto, que se ponga partidos y vea lo que hac¨ªa Sabonis padre¡±), al que no duda en se?alar como su jugador europeo favorito: ¡°Fue el que nos ense?¨® a los americanos que no ¨¦ramos los ¨²nicos que sab¨ªamos jugar¡±. Cuando estaba en Europa, todav¨ªa en plenitud f¨ªsica, el hist¨®rico directivo de los Mavericks Donnie Nelson defin¨ªa a Sabonis como ¡°un Bill Walton m¨¢s r¨¢pido¡±. Curiosamente Walton, what if por culpa de sus terribles lesiones en un pieotro enorme, se refiri¨® despu¨¦s al lituano como ¡°un Larry Bird de 2,21¡±. Pocos halagos mayores. Y mejores.
Elegido dos veces en el draft
Con 17 a?os, en 1982, un Sabonis de 17 a?os ya pase¨® su talento por Estados Unidos en una gira que la Uni¨®n Sovi¨¦tica realiz¨® por el otro lado del Atl¨¢ntico. Ah¨ª se enfrent¨®, por ejemplo, a la Virginia de Ralph Sampson, el 2,24 que fue un aclad¨ªsimo n¨²mero 1 de draft en 1983. En 1988, los estadounidenses tambi¨¦n vieron c¨®mo superaba a David Robinson en la semifinal de Se¨²l 88, los Juegos que marcaron la ¨²ltima vez que el Team USA no llev¨® a los NBA a una cita ol¨ªmpica. La URSS de Sabonis pudo con ellos, y con Yugoslavia en la final. Para entonces, el p¨ªvot, un cuerpo gigantesco con una coordinaci¨®n superdotada y talento de jugador total (base-alero-p¨ªvot) ya hab¨ªa sido drafteado. Dos veces, de hecho. Primero por Atlanta Hawks, que lo eligi¨® con el n¨²mero 77 en 1985 porque era, b¨¢sicamente, una de las pocas franquicias que hac¨ªa (otro mundo) un m¨ªnimo esfuerzo de scouting en Europa. En aquella NBA, si pasaba la temporada y un jugador no hab¨ªa firmado con el equipo que lo hab¨ªa drafteado, la selecci¨®n quedaba anulada y el jugador volv¨ªa a tener condici¨®n de elegible. Los Hawks, que no firmaron a un Sabonis encastillado en la vieja URSS, armaron un jaleo que sirvi¨® para cambiar la norma¡ y para que otros equipos se preguntaran qu¨¦ ten¨ªa de especial aquel chico para que en Atlanta se pusieran nerviosos. Portland Trail Blazers pesc¨® en ese r¨ªo revuelto, esta vez ya en primera ronda: pick 24, a?o 1986.
Antes de EE UU, los a?os en Espa?a
Todav¨ªa pasar¨ªan nueve a?os hasta que Sabonis debut¨® en la NBA con esos mismos Blazers, que miraban c¨®mo dominaba el baloncesto en Europa de reojo, durante demasiado tiempo sin movimientos demasiado firmes. Fue el ejecutivo Bob Whitsitt el que, reci¨¦n llegado a su cargo en la franquicia de Oreg¨®n, se puso a mirar debajo de cada piedra para reclutar todo el talento posible y hacer un proyecto que pudiera ganar el anillo. Una pieza fundamental estaba escondida a la vista de todo el mundo, gobernando Europa con la autoridad de las leyendas. Antes de irse a Estados Unidos, Sabonis fue campe¨®n de Europa y MVP de la Final Four con el Real Madrid. Convencido de que ya hab¨ªa hecho todo lo que ten¨ªa que hacer en el Viejo Continente y de que el ¨²ltimo reto esperaba en la NBA, acept¨® un contrato de tres a?os y ocho millones de d¨®lares. Acab¨® jugando en Oreg¨®n hasta 2001, con un postre en su regreso para el curso 2002-03. Y promedi¨® en la parte USA de su carrera, ya muy mermado f¨ªsicamente, 12 puntos, 7,3 rebotes y 2,1 asistencias.
Sabonis maravill¨® a los estadounidenses con su visi¨®n de juego, su toque, su capacidad para generar puntos y pases desde el poste bajo o de cara al caro; su mano para lanzar, su inteligencia para defender a pesar de sus limitaciones f¨ªsicas¡ Por eso, esa eterna pregunta: ?Qu¨¦ habr¨ªa pasado si Sabonis hubiera llegado antes a la NBA? Sobre todo, en los a?os en los que los problemas cr¨®nicos de rodilla, tobillo e ingle no hab¨ªan tenido todav¨ªa un efecto tan obvio en su movilidad y su explosividad. En parte, las propias lesiones explican ese retraso en su llegada a la NBA: en 1986 y 1987 vivi¨® una pesadilla que comenz¨® con un problema de tobillo y sigui¨® con dos graves lesiones en el tend¨®n de Aquiles de la pierna derecha, la segunda agravada despu¨¦s debido a una ca¨ªda por unas escaleras en plena fase de rehabilitaci¨®n. Ni la Uni¨®n Sovi¨¦tica ni el Zalgiris eran entonces entidades demasiado preocupadas por la salud y la longevidad de sus estrellas. Y eso, unido con el propio compromiso del jugador, cre¨® una sucesi¨®n de regresos antes de tiempo (una final de Liga rusa Zalgiris-CSKA, los citados Juegos de Se¨²l¡) que, seguramente, tuvieron un nocivo efecto en el f¨ªsico, a largo plazo, de un jugador que, visiblemente mermado, sigui¨® siendo extraordinario.
Cuando lo draftearon los Blazers, Sabonis se enter¨® de que tambi¨¦n hab¨ªa sido elegido un a?o antes por los Hawks (¡°no nos llegaba mucha informaci¨®n por aquella ¨¦poca¡±). En el verano de 1989, cuando las condiciones geopol¨ªticas lo convirtieron en una opci¨®n viable, los Blazers llegaron con un contrato de dos millones de d¨®lares por dos temporadas entregado en mano por Valdas Adamkus, natural de Kaunas con carrera pol¨ªtica en Estados Unidos que acab¨® siendo presidente de Lituania. Por entonces, un audaz movimiento del F¨®rum Valladolid, presidido por Gonzalo Gonzalo, ya hab¨ªa marcado una delantera definitiva, con un contrato de casi un mill¨®n por temporada (cobr¨® finalmente unos 700.000) y una hoja de ruta mucho m¨¢s conservadora que la americana, con muchas connotaciones pol¨ªticas y el v¨¦rtigo que inspiraba en un Sabonis ya muy tocado f¨ªsicamente el excelente nivel atl¨¦tico de la NBA. Tres a?os despu¨¦s, el Real Madrid lo mantuvo en Espa?a, de donde en todo caso no ten¨ªa ninguna gana de irse, a raz¨®n de un mill¨®n y medio por a?o.
Fue tres temporadas despu¨¦s, y ya como campe¨®n de Europa, cuando Sabonis decidi¨® intentarlo con unos Blazers que iban, por fin, muy en serio. Y cuyo equipo m¨¦dico acab¨® espantado las pruebas realizadas antes de un fichaje que, en todo caso, se consum¨®: ¡°Podr¨ªa solicitar plaza de aparcamiento de las reservadas para personas con discapacidad¡±, dijeron despu¨¦s de echar un primer vistazo a las radiograf¨ªas.
Las lesiones, devastadoras, y el rastro que fueron dejando en su cuerpo los regresos precipitados a las pistas, todo val¨ªa con tal de estar cuando sus equipos le necesitaban, fueron la gran raz¨®n por la que Sabonis no se fue a la NBA en 1989, cuando lo hicieron, un gran salto adelante en un traslado que hasta entonces se hab¨ªa realizado con cuentagotas, Drazen Petrovic, Sarunas Marciulionis, Vlade Divac, Alexander Volkov y Zarko Paspalj. ¡°Los cinco de la green card¡±, en referencia a la tarjeta que permit¨ªa a los extranjeros vivir y trabajar de forma legal en EE UU. La ca¨ªda del Tel¨®n de Acero, y del Muro de Berl¨ªn, acercaron el fin de la Uni¨®n Sovi¨¦tica meses despu¨¦s de que la FIBA tomara una decisi¨®n hist¨®rica que permiti¨® esa primera salida importante de talento de Europa a Estados Unidos¡ que no cont¨® con Sabonis.
Una decisi¨®n clave en el mapa del baloncesto
¡°Con este acuerdo hemos entrado en el Siglo XXI¡±, aseguraba euf¨®rico el 7 de abril de 1989 Borislav Stankovic, secretario general del FIBA. La Federaci¨®n Internacional acababa de aprobar la presencia en todas sus competiciones de los profesionales de la NBA, que hasta entonces no pod¨ªan participar con sus equipos nacionales. Ese fue el caso de Fernando Mart¨ªn, el segundo europeo en desembarcar en EE UU desde el Viejo Continente. FM se despidi¨® de la Selecci¨®n en el Mundial de Espa?a en julio de 1986, tres meses antes de debutar con Portland Trail Blazers, y ya no volver¨ªa a jugar porque falleci¨® en diciembre de 1989. La resoluci¨®n de la FIBA le hubiera permitido acudir al Eurobasket 89, pero un c¨²mulo de circunstancias, incluidos problemas f¨ªsicos, lo impidieron. Los profesionales ten¨ªan v¨ªa libre ¡°con car¨¢cter inmediato¡± para disputar Europeos, Mundiales y Juegos Ol¨ªmpicos, aunque el gran estreno llegar¨ªa tres a?os despu¨¦s con el Dream Team de Barcelona 92. La votaci¨®n de las federaciones aprob¨® el concurso de los NBA por 56 votos a favor, 13 en contra (incluidos los de Estados Unidos, cuya federaci¨®n no quer¨ªa perder poder en favor de la NBA, y la Uni¨®n Sovi¨¦tica) y una abstenci¨®n, la de Grecia.
La decisi¨®n, que por otra parte ya se intu¨ªa hac¨ªa meses, cambi¨® radicalmente el panorama internacional, la NBA se preparaba para un paulatino desembarco de jugadores europeos, aunque todav¨ªa habr¨ªa que superar ciertas reticencias locales, entre ellas, las de la propia prensa estadounidense, a veces con m¨¢s prejuicios por lo que pod¨ªa venir de fuera que algunos directivos y entrenadores.
En aquel ahora lejano 1989 los dos gigantes del baloncesto continental y grandes f¨¢bricas de talento, la URSS y Yugoslavia, se acercaban a su final como los pa¨ªses que hab¨ªamos conocido. El 9 de noviembre caer¨ªa el muro de Berl¨ªn, las guerras en Yugoslavia comenzar¨ªan en 1991 y la URSS quedar¨ªa disuelta a finales de ese mismo a?o.
As¨ª que en 1989 ya se atisbaban medidas de relajaci¨®n del control de los dos gobiernos comunistas sobre sus deportistas, que no pod¨ªan abandonar el pa¨ªs sin la autorizaci¨®n del estado (los yugoslavos, al menos hasta cumplir los 28 a?os, aunque hubiese excepciones, como la de Drazen Petrovic, que aterriz¨® en Madrid a unos d¨ªas de cumplir 24; los sovi¨¦ticos, nunca, salvo autorizaci¨®n expresa, como la de la jugadora Uliana Semenova, de 2,13 m, que desembarc¨® en el Tintoretto Getafe en 1987. El Goskomsport (el comit¨¦ estatal de deportes de la URSS) lleg¨® a ver la salida de sus atletas como un medio de financiaci¨®n en un momento de grandes dificultades econ¨®micas y cre¨® una agencia llamada Sovintersport para gestionar los contratos de los jugadores. Gran parte de los ingresos iban al estado y al club de origen mientras que los deportistas recib¨ªan una peque?a asignaci¨®n, que, en algunos casos, como le ocurri¨® inicialmente a Semenova, apenas le daban para vivir en un pa¨ªs extranjero.
Estaban puestas las bases pol¨ªticas para un desembarco en la NBA, ahora quedaba que los jugadores tuvieran la calidad necesaria para el desaf¨ªo tras el frustrado paso del b¨²lgaro Georgi Glouchkov, el pionero en 1985 (de Varna a Phoenix), y el de Fernando Mart¨ªn (Portland, 1986-87). En el terreno estrictamente del talento tambi¨¦n se daban las condiciones propicias. Yugoslavia disfrutaba del alumbramiento de una generaci¨®n de ensue?o, verdaderos genios de este deporte que iniciaban el asalto a la cima como colectivo en el Eurobasket 89 y en el Mundial 90 con sendas medallas de oro antes de que todo saltara por los aires. Un equipo capaz de transmitir sensaciones al espectador europeo parecidas al s¨ªndrome de Stendhal frente a la acumulaci¨®n desmesurada de belleza art¨ªstica. Al tiempo, la nueva generaci¨®n de jugadores sovi¨¦ticos nacidos a partir de 1960 iba desterrando ese baloncesto mec¨¢nico que aplastaba al rival, pero que carec¨ªa de la creatividad que ya hab¨ªan mostrado los yugoslavos en la d¨¦cada anterior, la de los 70, con Slavnic, Kicanovic, Delibasic, Cosic¡
As¨ª que en 1989 se produjo el gran desembarco, cinco jugadores europeos cruzaron el charco para disputar la temporada NBA, tres yugoslavos (el croata Drazen Petrovic, el serbio Vlade Divac y el montenegrino Zarko Paspalj) y dos sovi¨¦ticos (el lituano Sarunas Marciulionis y el ucraniano Alexander Volkov). Y hubo negociaciones entre la Jugoplastika y los Celtics para que Dino Radja fuera el sexto, aunque finalmente su llegada se retrasar¨ªa cuatro a?os, hasta 1993. Se le adelant¨® en 1990 Stojan Vrankovic, muy amigo de Petrovic y que tuvo un contrato firmado con el Real Madrid, igual que meses despu¨¦s el propio Volkov, aunque ambos se rompieron antes de que pudieran vestir de blanco. S¨ª lo hizo, antes de ir a la NBA, Arvydas Sabonis, el jugador al que Bill Walton llam¨® ¡°un Larry Bird de 2,21¡±. Qu¨¦ mejor halago.
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