Durant y los Suns 2024-25: la cofrad¨ªa del gasto y un viaje a ninguna parte
El verano de los Suns ha estado dedicado a gastar a mansalva, comprometer el futuro y tirar hacia delante con un proyecto tan talentoso como cuestionable. A?o clave, uno m¨¢s, para Kevin Durant.
Los Suns son lo que son, para Phoenix y para el mundo, una franquicia que siempre ha estado en un lugar situado entre ninguna parte y el olvido. Siguen siendo, camino a sus 57 a?os de historia, uno de los 10 equipos que jam¨¢s ha ganado un anillo (junto a Timberwolves, Clippers, Nets, Pelicans, Hornets, Grizzlies, Jazz, Pacers y Magic). Y apenas han llegado tres veces a las Finales en una lucha contra el tiempo y la l¨®gica que han perdido de forma cr¨®nica. Lo hicieron en 1976, en la prehistoria de la Liga, contra los Celtics herederos pero ya sin Bill Russell y con Alvan Adams y Paul Westphal de jugadores destacados. Tambi¨¦n en 1993, con Westphal en el puesto de entrenador y Charles Barkley de mes¨ªas en la mejor temporada de su carrera, una que no sirvi¨® para acabar con el dominio de los Bulls de Michael Jordan. Y repitieron fracaso en 2021, con Chris Paul de flamante fichaje y un 2-0 a favor que termin¨® en remontada recibida y el anillo que confirm¨® a un Giannis Antetokounmpo muy alejado desde entonces de las proezas que le consolidaron de forma ef¨ªmera en una NBA que no espera a nadie. Tampoco, desde luego, a los Suns. Algo de lo que, por suerte o por desgracia, son muy conscientes.
La franquicia de Arizona, siempre en la misma ciudad y sin ser parte de esas mudanzas constantes que han vivido tantas instituciones en la competici¨®n norteamericana, lo intent¨® entre medias con Steve Nash y el Seven Seconds or Less que permiti¨® a la NBA presumir del juego m¨¢s cautivador del planeta. Tres finales de Conferencia y nada de t¨ªtulos. La historia de siempre, repetida hasta la saciedad, sin suerte en el triunfo y con un poder competitivo muy alto para un techo tan bajo. Desde las Finales de 1976 hasta el ocaso definitivo del base canadiense pasaron 35 temporadas, en las que los Suns estuvieron 28 ocasiones en playoffs. El vac¨ªo de la legendaria figura de Nash, presa del tiempo y retirado como uno de los mejores jugadores de la historia sin anillo, dio paso a un pozo muy negro, de 10 temporadas en el dique seco, sin fase final y, por supuesto, nada de candidaturas. Fue el fichaje de Chris Paul el que levant¨® ampollas y dio a la entidad la vitola de favorita. Pero nada se ha podido hacer desde entonces, con la herencia del jugador maldito primero y su salida despu¨¦s, para convertir a un proyecto aspirante en favorito. Nada, salvo acumular errores, hipotecar dinero, gastar mucho y conseguir poco.
Los Suns consiguieron 64 victorias en la 2021-22, la primera de 82 partidos tras la pandemia del coronavirus (las otras dos se redujeron a 72 encuentros). Llegaban a playoffs como favoritos y la resurrecci¨®n de los Warriors, que ganaron ese a?o para cerrar el ciclo de su particular dinast¨ªa, parec¨ªa ser el ¨²nico impedimento para repetir plaza en las Finales. Pero aparecieron los Mavericks... y el rid¨ªculo: los Suns iban 2-0 y 3-2 en la eliminatoria, pero perdieron de 27 puntos el sexto encuentro (113-86) y el s¨¦ptimo, en casa, de 33 (90-123) en un rid¨ªculo que roz¨® lo pat¨¦tico, con un equipo sin respuestas ni ganas para buscarlas. La situaci¨®n torn¨® en imposible e invit¨® al encuentro de culpables, pero la plantilla no se movi¨® demasiado a pesar de los pitidos recibidos en casa, ante su p¨²blico, cuando eran favoritos y finalizaron la temporada como una de las historias m¨¢s bochornosas en mucho tiempo. De la peor manera posible, en el peor escenario posible y dando el proyecto por zanjado.
Entonces, los Suns iniciaron una huida hacia delante que no parece acabar nunca. Hacer todo a?icos para empezar de nuevo no parec¨ªa una opci¨®n e insistieron hasta la saciedad en lo mismo, hasta que se puso a tiro Kevin Durant. Un movimiento que revolucion¨® el mercado y que acab¨® con el alero abandonando los Nets en una operaci¨®n en la que el equipo de Arizona solo sacrificaba a Mikal Bridges. La rotaci¨®n se iba acortando mientras crec¨ªan las expectativas y en la misma plantilla estaban de repente Devin Booker, DeAndre Ayton, Chris Paul y el propio Durant. El sue?o se qued¨® en eso, un sue?o. Y fue ef¨ªmero: los Suns sumaron 47 victorias y llegaron a semifinales de Conferencia, donde hicieron un esfuerzo descomunal para pasar del 2-0 al 2-0 contra los Nuggets, a la postre campeones. Hasta ah¨ª llegaron: Paul, muy desdibujado con cada vez menos tiempo de bal¨®n en sus manos, se lesion¨® y no hubo resistencia en los dos ¨²ltimos choques.
La constataci¨®n de que el proyecto no funcionaba s¨®lo sirvi¨® para apostar m¨¢s por un derroche ingente y abusivo que no solucion¨® nada pero que sent¨® las piedras definitivas de lo que son ahora los Suns. Chris Paul fue uno de los chivos expiatorio y sali¨® por la puerta de atr¨¢s, v¨ªctima del paso del tiempo y de un talento que ya no brillaba como anta?o, para poner rumbo a los Warriors y ser hoy parte de los Spurs, todav¨ªa con focos al lado de Gregg Popovich y Victor Wembanyama pero alejado de esos anillos a los que siempre aspir¨® y nunca consigui¨®. El otro fue DeAndre Ayton, que nunca demostr¨® lo que se esperaba del que fue n¨²mero 1 del draft por delante de gente como Luka Doncic o Trae Young y resolvi¨® en los Blazers el debate sobre si el problema era el sistema de Monty Williams o era todo su obra y gracia. Gan¨® lo segundo para un p¨ªvot que indolente, ap¨¢tico, que pasa por ah¨ª sin pena ni gloria y que no progresa ni parece tener ganas de hacerlo, a pesar de unas condiciones f¨ªsicas superlativas y capacidades para ser un gran jugador.
No acab¨® ah¨ª la cosa: los Suns, empe?ados en gastar m¨¢s y m¨¢s, ficharon a Bradley Beal para juntarle con Durant y Booker y que el anotador abandonara las tierras perdidas de Washington, las de unos Wizards de proyecto inerte, para pelear por un supuesto anillo que siempre estuvo m¨¢s lejos de lo que incluso los m¨¢s optimistas imaginaron. Por el camino, se deshicieron tambi¨¦n del propio Williams, un entrenador venido a menos (si es que ha estado arriba en alg¨²n momento) que firm¨® el contrato m¨¢s grande que jam¨¢s se firm¨® para un entrenador en los Pistons para, claro, ser despedido un a?o despu¨¦s con 14 penosas victorias y el r¨¦cord de derrotas consecutivas m¨¢s grande jam¨¢s visto. El fichaje de Frank Vogel se antojaba atrevido: un buen entrenador, que hizo un excelente papel con los Pacers de Paul George y gan¨® el anillo con los Lakers en 2020. Pero que tiene un perfil defensivo, funciona con un p¨ªvot intimidador (Roy Hibbert, Dwight Howard, Anthony Davis...) y le cuesta gestionar plantillas con mucho talento ofensivo pero carentes de esfuerzo atr¨¢s. Y as¨ª pas¨®.
El teorema de la insistencia
Los Suns llegaron a playoffs como sextos clasificados y recibieron un duro correctivo de los Timberwolves (4-0) con Anthony Edwards demostr¨¢ndole a Durant que el cambio generacional era un hecho comprobado. Pero nada cambi¨®: Mat Ishbia, el propietario desde 2022 (con una fortuna que ronda los 10.000 millones), no ten¨ªa mucho margen para hacer evolucionar la plantilla por mucho que se esforzara James Jones, General Manager. Estaban comprometidos salarialmente desde la llegada de Beal y el nuevo convenio colectivo imped¨ªa grandes alardes, a ellos y a todo el mundo. La soluci¨®n consisti¨® en despedir a Vogel, que nunca fue culpable de nada y tampoco pod¨ªa hacer m¨¢s. Se fich¨® a otro viejo conocido, Mike Budenholzer, campe¨®n en 2021 con los Bucks de Giannis Antetokounmpo, otra plantilla que funcionaba bien en ataque con el griego pero que ten¨ªa un perfil defensivo entonces (esencia que han perdido con la llegada de Damian Lillard) y era todo f¨ªsico y m¨²sculo. Algo que tampoco son los Suns, que cambian de entrenador como si esa fuera la soluci¨®n a unos problemas que ten¨ªan... y que seguir¨¢n teniendo.
El problema econ¨®mico, si es que lo es, ata de pies y manos a los Suns, especialmente con la mencionada entrada en vigor del nuevo convenio. Una huida hacia delante que han afrontado como al que no le queda m¨¢s remedio. La renovaci¨®n de Josh Okogie (mal en ataque, bien en defensa) por dos a?os y 16 millones de d¨®lares ha convertido al equipo de Arizona en el m¨¢s caro de la historia. Con la firma del escolta se completan las 15 fichas reglamentarias, que implican 223,1 millones en salarios y 198 en penalizaciones. En total, m¨¢s de 421 millones entre unas cosas y otras. El salary cap, recordemos, ha quedado fijado un pel¨ªn por debajo de lo proyectado, en 140,58 millones por equipo, una cifra que los Suns superan por por m¨¢s de 276 millones (casi el doble del cap original). El l¨ªmite para entrar en impuesto de lujo est¨¢ en 170,8 millones, las penalizaciones del primer apron en 178,1 y las del segundo, ese que todo el mundo quiere evitar, en 188,9. El gasto desenfrenado de Warriors y Clippers en los ¨²ltimos a?os sucumbe a una nueva plantilla en la que se pagar¨¢ mucho entre sueldos y multas. Y esto, teniendo en cuenta que la franquicia de Arizona pagar¨¢ a tres entrenadores al mismo tiempo: Budenholzer cobrar¨¢ m¨¢s de 10 millones anuales, a Vogel le quedan m¨¢s de 24 por cobrar tras su despido y Monty Williams hab¨ªa firmado una extensi¨®n antes de ser despedido de la que no se sabe mucho, pero que le seguir¨¢ reportando dinero, al igual que su paso ef¨ªmero por los Pistons. Como entrenador es cuestionable, pero como cobrador del frac no tiene precio.
Los Suns afrontan, con todo esto, una temporada en la que estaban firmados tres entrenadores distintos y en la que Booker, Beal y Durant se llevar¨¢n en torno a 50 millones por cabeza, un big three que en exclusiva y sin tener en cuenta a los 12 miembros restantes de la plantilla cobrar¨¢n un dinero que ya de por s¨ª supera el salary cap. Una fantas¨ªa de la ingenier¨ªa econ¨®mica y mucho contrato traspasable, pero no podr¨¢n agregar contratos ni recibir m¨¢s dinero del que env¨ªan en el total de una operaci¨®n. Tiene hasta cinco contratos que oscilan entre los 8 y los 18 millones que cobrar¨¢ Jusuf Nurkic, activos atractivos en un posible mercado de febrero en el que podr¨¢n hacer poca cosa y siempre con unos l¨ªmites muy establecidos. Y con una f¨®rmula que cuesta mucho ver c¨®mo funcionar¨¢ en lo deportivo: el curso pasado alcanzaron las 49 victorias, estuvieron tonteando con el play in y tiraron de talento para evitarlo, pero esa calidad individual no sirvi¨® para plantar cara a un equipo mucho m¨¢s hecho como los Wolves, que plante¨® una serie en la que no hubo ni opciones: Edwards lider¨® una serie de victorias que fueron de 25, 12 y 17 puntos. S¨®lo hubo algo de pelea en el cuarto encuentro, resuelto por 6. Sin historia. Ni opciones de escribirla.
Ah¨ª est¨¢ la gran pregunta de los Suns: ?sirve de algo tanto gasto? La realidad es que la entidad se ha visto inmersa en una obligaci¨®n, la de tirar hacia delante por no quedar m¨¢s remedio, no querer empezar de nuevo y seguir recogiendo las migajas de la concatenaci¨®n de malas decisiones que se tomaron tras las Finales de 2021 y el posterior desm¨¢n de 2022 ante los Mavericks. Con una rotaci¨®n corta, queda poco de donde rascar. Y tres estrellas que son las que son: Devin Booker, con 27 a?os, deber¨ªa ser el hombre del presente y futuro de la franquicia y viene de conquistar el oro en los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs, pero est¨¢ algo desdibujado, sin ganas desde la llegada de Durant, que parece haberle contagiado el mantra de todo me parece mal. En la serie ante los Wolves tuvo tres partidos iniciales muy por debajo de su nivel: poco m¨¢s de 20 puntos y por debajo del 27% en triples. En el cuarto lo intent¨® todo (49 puntos), pero lanz¨® los mismos tiros de campo que tiros libres (21) y ni por esas ganaron los Suns. Casado con la estad¨ªstica (por encima de los 25 puntos de media en las seis ¨²ltimas temporadas), no parece trasladas sus n¨²meros a la pista. Y est¨¢ muy lejos, de momento, de ser el l¨ªder que los Suns necesitan. Lo de Beal es harina de otro costal: 18,3 puntos en su ¨²nica temporada en Arizona y 16,5 ante los Wolves, por debajo del 45% en tiros de campo. En Washington, sin nada que hacer, ten¨ªa la vitola de buen jugador en equipo malo. Ahora, se le ven las costuras. Y tiene un contrato demasiado grande para una estrella que no lo es.
Y luego est¨¢ Durant. Siempre Durant. Un jugador generacional, ¨²nico, hist¨®rico. Se fue a 27,1 puntos, 6,5 rebotes y 5 asistencias la temporada pasada, sigue lanzando por encima del 50% en tiros de campo (algo que no ha dejado de hacer desde la 2012-13) y se fue al 41,3% en triples. Se mantuvo m¨¢s o menos en playoffs (26,8+6,5+6,3, similar en el tiro), pero perdi¨® su duelo individual ante Edwards, est¨¢ lejos de sus mejores a?os defensivos y todo lo que hace en pista, m¨¢gico cuanto menos, lo desarbola con el indomable car¨¢cter de una estrella dif¨ªcil de clasificar, pero a la que todo le parece mal. No estaba a gusto en los Thunder y gan¨® dos anillos con dos MVPs de las Finales en los Warriors. Pero ni en la ¨²ltima gran dinast¨ªa que ha visto la NBA en su larga historia parec¨ªa estar en su salsa. Se pele¨® con Draymond Green, puso rumbo a los Nets para jugar con Kyrie Irving y dej¨® tirado un proyecto que ¨¦l mismo cre¨®. Entre medias, se rompi¨® el tend¨®n de Aquiles. La vida neoyorquina y la parte bohemia de Brooklyn tampoco consiguieron saciar las ansias de un hombre que siempre quiere m¨¢s, sin que nadie sepa muy bien qu¨¦ quiere exactamente. Y la historia se ha repetido en Arizona, donde tambi¨¦n ha hablado de su disconformidad, qui¨¦n sabe sin para forzar un traspaso (otro m¨¢s) o porque ha hecho de eso un modus operandi que ya ejerce con inercia e impunidad.
Kevin Durant acaba de cumplir 36 a?os, afronta su 17? temporada en la NBA (ser¨ªan 18 si no fuera por el Aquiles, que le hizo perderse la 2019-20 en su totalidad), ha ganado cuatro oros ol¨ªmpicos, ha sido MVP de la temporada, cuatro veces M¨¢ximo Anotador y va camino de los 30.000 puntos en la mejor Liga del mundo. Pero sus acciones entre bambalinas y su falta de compenetraci¨®n con el que sea que tiene al lado han sido una constante dif¨ªcil de ignorar. Un talento incre¨ªble y una cabeza indescriptible. Y tambi¨¦n un hombre del pasado, de esos que se van quedando atr¨¢s en la competici¨®n norteamericana, que ha demostrado que no hay due?o (seis campeones en los ¨²ltimos seis a?os) y que los big threes ya no tiene la influencia de anta?o, menos a¨²n cuando pretenden serlo y al final no lo son. Por ah¨ª pasan un poco las opciones de los de Arizona, por uno de los mejores jugadores de la historia que afronta la recta final de una carrera deportiva magistral, pero marcada por episodios que han dejado v¨ªctimas y cr¨ªticas. Y que todav¨ªa puede hacer mucho en una pista (ya lo ha demostrado), pero que est¨¢ lejos de ser esa mezcla de alero brutal y veterano curtido en mil batallas. Durant es, todo hay que decirlo, la personificaci¨®n de estos Suns. Un equipo lleno de estrellas, pero estrellado al fin y al cabo. La cofrad¨ªa del gasto afronta una nueva, y quiz¨¢ ¨²ltima, huida hacia delante. Un viaje a ninguna parte.
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