MUNDIAL SUB 19 | CANAD? - ESPA?A
Espa?a cae de pie: Canad¨¢ niega las medallas a la sub-19
La Selecci¨®n dirigida por Javier Zamora cae en cuartos de final en un partido que lleg¨® con un punto de distancia al ¨²ltimo periodo. El juego interior, clave.
Exist¨ªa la calidad, la ilusi¨®n y la garra. Todo lo necesario para culminar el asalto, pero, finalmente, se neg¨®. La Selecci¨®n no estar¨¢ en la lucha por las medallas del Mundial sub-19. Por los pelos. Por un final cargado de tensi¨®n y determinado por una balanza que se podr¨ªa haber decantado hacia cualquiera de los dos lados. Sali¨® cruz, pero el futuro es suyo. De Rub¨¦n Dom¨ªnguez, que, en otra exhibici¨®n, termin¨® con 21 puntos; de Mil¨¢n Jim¨¦nez, con 17 tantos, 9 rebotes y 24 de valoraci¨®n; de Rub¨¦n L¨®pez de la Torre (10) o de Juan N¨²?ez (11). De todos y cada uno de los integrantes del combinado dirigido por Javier Zamora. Gloria negada (81-77), pero s¨®lo de momento. Delante, ten¨ªan un gigante. Uno que, adem¨¢s, se multiplica en la pista. Canad¨¢, tradicionalmente, ha sido cuna de buen baloncesto. Ahora, adem¨¢s, contaba con un juego interior monstruoso, intimidante, muy duro en lo f¨ªsico. Al frente, Zach Edey, un p¨ªvot de 19 a?os y 2,22 metros de altura que fue amo y se?or de la zona. 24+15 para un 35 de valoraci¨®n estratosf¨¦rico. Tras ¨¦l, Caleb Houstan (25+6+3). Del resto, Nana Owusu-Anane fue el ¨²nico capaz de superar la barrera de los dos d¨ªgitos, pero no necesitaron m¨¢s. Los 46 puntos en la pintura, por los 28 espa?oles, son clarividentes. No enga?an en la primera lectura del partido; uno que, sin embargo, no se decidi¨® hasta el ¨²ltimo suspiro.
Canad¨¢, castigando el mencionado juego interior, situaba, con menos de cuatro minutos, la mayor diferencia del encuentro (71-65). S¨ª, de seis puntos. Sin¨®nimo de igualdad extrema, pero tambi¨¦n de guerra y nervios. La renta negativa se ampliaba hasta los siete tantos; pero se quedaba lejos de la sentencia. H¨¦ctor Alderete, con dos acciones majestuosas, se negaba a alzar la bandera blanca y N¨²?ez, en el conato final de rebeld¨ªa, le acompa?aba: 77-75 con 50 segundos por disputarse. Esfuerzo tremendo, cargado de futuro, pero cruelmente rechazado por el presente. A 15 segundos del final, la diferencia segu¨ªa siendo de dos puntos, pero la gesta ya hab¨ªa agotado sus cartas. Ilusi¨®n rota tras un despliegue encomiable y que, hasta el final, pudo encontrar premio.
El marcador parec¨ªa una piedra inamovible. Como Stonehenge, como el monolito m¨¢s pesado que se pueda imaginar. Suele ocurrir cuando la creatividad, pero tambi¨¦n los fundamentos y la intensidad, parten desde sitios similares. Un pase brillante de Guillem Ferrando a Jim¨¦nez abr¨ªa el marcador y esos mismos dos puntos otorgaban a Espa?a la m¨ªnima ventaja al descanso (37-39). Una con 10 cambios de l¨ªder a sus espaldas y una igualdad tan alta que, incluso, llegaba a los puntos tras p¨¦rdida (9 y 9). A la ¨²ltima estad¨ªstica de la hoja, al ¨²ltimo recoveco de un choque de talentos may¨²sculos, pero tambi¨¦n de hambre joven, la m¨¢s insaciable. ?La m¨¢xima ventaja? De cinco puntos. ?Para qui¨¦n? Para ambos conjuntos. El 7-2 inicial era el mayor tir¨®n para Canad¨¢ y el 32-37, a dos minutos de finalizar el segundo parcial, el de Espa?a. Por el camino, canastas de todos los colores y trucos suficientes, por ambos lados, para convencer al electr¨®nico, indeciso ante dos ofertas tan suculentas. Que se reiteraban. En el tercer cuarto, los canadienses, haciendo valer su superioridad por dentro, volv¨ªan a estirar hasta el l¨ªmite permitido (54-49), pero el parcial, de nuevo, terminaba con los de Javier Zamora un pasito, literalmente, por delante (58-59).
Se quer¨ªa hacer valer, pero fue insuficiente. Nada m¨¢s empezar el acto definitivo, De la Torre ense?aba m¨²sculos tras un triple cargado de intenciones (58-82) y, en la siguiente jugada, las ayudas defensivas paraban al tr¨¢iler Edey. Seguramente, la f¨®rmula adecuada. Una que, hoy, no era seguro de nada. Tan precisa acad¨¦micamente como endeble ante las posibilidades contrarias, a la par de las propias. Sin descanso, el propio p¨ªvot era capaz de machacar sin contemplaciones y Houstan de anotar desde la larga distancia (63-62). Tras triple de Ferrando y dos aciertos de mismo Caleb desde la l¨ªnea (65-65), vuelta a empezar. Una y otra vez. Ahora, sin embargo, con poco m¨¢s de cinco minutos por delante. Un minipartido para decidir el pase a unas semifinales del campeonato del mundo. Unas que, cruelmente, Espa?a no disputar¨¢, pero que podr¨ªa haber disputado si la fortuna, en los intentos finales, se hubiera aliado. No quiso. Canad¨¢ pasa a la lucha por las medallas, donde espera a Senegal o Estados Unidos; pero Espa?a no frena. Habr¨¢ revancha, seguro.