Trae Young conquista el Madison

Como si estuviera en el teatro m¨¢s importante del mundo. O en Broadway, que le quedaba bien cerca. Trae Young conquist¨® el Madison, convertido en su escenario particular, y culmin¨® su serie (o ll¨¢mese pel¨ªcula) con una reverencia ante el p¨²blico que le hab¨ªa sufrido. Ante los miles de espectadores que hab¨ªan visto todos y cada uno de sus 26 puntos, o sus 9 asistencias. O el triple que precedi¨® el teatral gesto, desde ese rango tan suyo, tan cercano al logo, y que pon¨ªa un 86 a 101 que, ya en el ¨²ltimo minuto, era culmen de la obra (89-103). Los de la Gran Manzana resistieron hasta el descanso, tiempo en el que pudieron llegar a liderar el marcador hasta en cuatro ocasiones; pero, despu¨¦s, no fueron capaces hacer nada contra unos Hawks que ya hace mucho que han empezado a volar a la altura esperada, a esa que, hasta la llegada de McMillan, parec¨ªa que se escapaba.

Hab¨ªa tantas cuentas pendientes que perder la cuenta era lo normal. Desde el primer partido, Young ya se se hab¨ªa convertido en una especie de enemigo p¨²blico n¨²mero uno de la metr¨®poli. El Madison - qu¨¦ gusto nombrarlo a estas alturas de la temporada ¨C fue cruel con ¨¦l y ¨¦l se rebel¨®, le mand¨® a callar y sentenci¨®n con una bombita descarada. Desparpajo juvenil y la confianza del que sabe que es muy bueno. M¨¢s recientemente, aunque no haya pasado tanto de aquello (el tiempo vuela en playoffs), cuatro puntos de sutura para John Collins, un encontronazo entre Gallinari y Bullock o el intercambio de declaraciones entre Capela y Derrick Rose. "Vamos a ir a tu casa para ganar el partido y vamos a enviarte de vacaciones", dec¨ªa el primero en la previa. "Soy demasiado viejo para estas porquer¨ªas", respond¨ªa el segundo. En la serie se ha visto un tiro ganador, un Rose de nivel exquisito, un intercambio bell¨ªsimo desde las pizarras... Se ha hecho de todo, menos amigos.

Y hoy, con el todo o nada en juego, no pod¨ªa ser una excepci¨®n. Antes del descanso, tangana en el centro de la pista entre Nerlens Noel y Solomon Hill con la seguridad del Madrison como mediadora. Para entonces, nada hac¨ªa pensar que la tensi¨®n se pudiera rebajar, lo deportivo ataba, irremediable y afortunadamente, a la presi¨®n intr¨ªnseca de un partido definitivo de una serie de playoffs ajustad¨ªsima, pero que no lo fue tanto al final. 47 a 52 en el marcador, intercambio de propuestas trepidante, una constante a lo largo de la eliminatoria. Si Atlanta golpeaba desde el interior con una conexi¨®n Young - Capela que empieza a ser patrimonio de la competici¨®n (26 puntos en la pintura por 18), New York lo hac¨ªa con un mayor acierto desde el per¨ªmetro (con 17 intentos por ambas partes, 7 aciertos de los neoyorquinos y 3 de los visitantes). Y en forma de duelos. En los visitantes, el mencionado d¨²o acumulaba 27 de los puntos totales; en los Knicks, 30 eran para Randle (23+13 al final) y Bullock (12). Partido de equilibrismos, de tira y afloja, de batirse en duelo y de mancharse de barro. Y, finalmente, culminado de traje en el escenario. La magia de Young, que, fielmente acompa?ado de los constantes dobles-dobles de Clint Capela (14+15), encuentra quien tambi¨¦n la sufra.

Serie may¨²scula. Colisi¨®n entre el nuevo baloncesto y la vieja escuela. Cruce de ¨¦pocas, de miradas, de golpes y de provocaciones. Es lo que tiene, se supone, volver a contar con New York Knicks de vuelta en los playoffs. Su glamour, sus focos, su opulencia, su historia. Parad¨®jicamente, su semblante impoluto empapado de sudor, al m¨¢s puro estilo Thibodeau. Sorprendentemente, la f¨®rmula que los ha llevado a la fase final ocho a?os despu¨¦s. Sin los Carmelo Anthony, J.R. Smith y compa?¨ªa, pero con unos Randle o R.J. Barrett (17+7) que han hecho que la NBA brille un poco m¨¢s. Es lo que tiene el resplandor de la Gran Manzana, es lo que tiene la mejor liga del mundo y su sistema. Hasta aqu¨ª su aventura y desde aqu¨ª la de los Hawks, que vuelven a ganar una serie de playoffs desde 2016.