Ni rastro de los Pelicans: Zion, Ingram y un equipo a la deriva
Los Pelicans no levantan cabeza en el Oeste y se alejan de los playoffs. Zion ha mejorado, pero Ingram baja su nivel y la plantilla no est¨¢ cohesionada. Van Gundy, mal.


Un aut¨¦ntico desastre. Es lo que son los Pelicans a estas alturas de temporada, justo despu¨¦s de recibir una paliza ante los Timberwolves, peor equipo de la Conferencia Oeste, y de confirmar que regresan del par¨®n del All Star de la misma manera que se fueron. Parece imposible levantar a un equipo cuya problema es estructural, que tiene nombres en pista y entrenadores de la talla de Alvin Gentry o Stan Van Gundy, buenos t¨ªos con los que han podido las circunstancias, el primero ya fuera de la franquicia y el segundo viendo desde dentro como transcurre realmente una plantilla que no es su favorita y a la que tiene que modelar todo lo posible para conseguir rascar victorias que le dejan vivo dentro de un Oeste en el que (casi) todo el mundo sigue con opciones, pero donde se alejan ya a 4,5 partidos de los playoffs, una distancia demasiado grande que les empieza a descartar junto a los Kings a pesar de que, hasta ahora, han conseguido estar continuamente en el alambre.
El diagn¨®stico no es sencillo. Los Pelicans tienen mimbres y talento para reconstruir desde el famoso traspaso de Anthony Davis, un sainete que dur¨® casi una temporada, se llev¨® por delante a Dell Demps y Magic Johnson, los respectivos responsables en los despachos y finalizaron c¨®mo pudieron Rob Pelinka y un David Griffin que llegaba con una gran reputaci¨®n detr¨¢s pero que no ha tenido el ¨¦xito esperado. Y mira que coleccion¨® talento: Brandon Ingram, Lonzo Ball y Josh Hart llegaron por Davis, la ristra de rondas del draft se ha ampliado con el traspaso de una instituci¨®n en la entidad como Jrue Holiday, Zion Williamson era seleccionado en el primer puesto del draft, y se cambiaba a Gentry por Van Gundy esperando dar con la tecla, hacer jugar a Zion y fortalecer un equipo con poca sincron¨ªa y escasa resiliencia.
La cosa, claro, no ha salido as¨ª. Mientras que los Lakers ganaban el 17? anillo de su historia con Davis, los j¨®venes de los Los Angeles se han quedado sin nada en Nueva Orleans, ese destino en el que LaVar Ball, padre de Lonzo, no quer¨ªa que aterrizara su hijo. Al final, el enorme mercado angelino volvi¨® a demostrar que los anillos se ganan con los mejores jugadores, y que las promesas pueden acabar certificando por qu¨¦ lo eran o quedarse en simplemente eso. Y lo que la temporada pasada, lesi¨®n de Zion mediante, fue un desastre que finaliz¨® con una actuaci¨®n rid¨ªcula en la burbuja, este a?o se esperaba m¨¢s de una entidad que tiene por delante a, entre otros, equipos como Thunder, Grizzlies, Mavericks o los extra?amente buenos Spurs. Todas ellas plantillas, a priori, m¨¢s incompletas y peores que una que tiene a una estrella que acaba de ser All Star (Zion), a otra que lo fue el a?o pasado (Ingram), a veteranos de lujo (Reddick), un p¨ªvot de garant¨ªas (Steve Adams) todos los puestos cubiertos y a un entrenador que sabe lo que es jugar unas Finales (en 2009, con los Magic de Dwight Howard).
Mala defensa, bien Zion y problemas de Ingram
En pista, no parece que se encuentre una soluci¨®n f¨¢cil a la enorme cantidad de problemas que hay en una plantilla desmadejada, sin rumbo fijo y que alterna momentos casi brillantes con otros desconocidos. Empezaron 4-2, luego sumaron cinco derrotas consecutivas, volvieron a entrar en la irregularidad m¨¢s absoluta hasta conseguir cuatro victorias que mejoraban las sensaciones e invitaron al optimismo. Pero tras esa breve racha, todo se fue diluyendo hasta el r¨¦cord actual, de 15-22, que les aleja mucho de los puestos de playoffs tras una derrota sin paliativos ante el colista del Oeste, de 30 puntos y en Nueva Orleans. En otras palabras, un desastre absolutamente p¨ªrrico para empezar con el pie cambiado una segunda vuelta en la que no se pueden permitir tropiezos para compensar el mal inicio. Pero, menos todav¨ªa, antes equipos a la deriva y sin aspiraciones como los Wolves, otros con m¨¢s expectativas que resultados, pero que les han batido sin paliativos.
Los Pelicans van sin cabeza en defensa, y si bien tienen el mejor rating ofensivo de la historia, el defensivo es el peor de siempre con mucha diferencia. Reciben m¨¢s de 116 puntos por partido, el tercer peor equipo de la Conferencia Oeste, son los terceros con peor porcentaje de tiros libres y los d¨¦cimos en triples motivados por Zion, cuyo juego unidimensional hace que el esquema sea de una determinada manera y no favorezca las florituras exteriores. Y tienen el noveno peor nate rating, adem¨¢s de una plantilla descompensada. Adams es un buen p¨ªvot titular, pero los problemas de Jaxson Hayes han abierto la puerta incluso a Willy Hernang¨®mez, deshauciado en la primera parte de la temporada. La buena noticia de cara al futuro es que Zion ha demostrado que es algo m¨¢s que estad¨ªstica insulsa: ha empezado a defender algo y a asegurar el rebote y su recta final de la primera parte de la temporada le permiti¨® llegar al All Star. Sus promedios, en su segundo a?o como profesional, son de 25,5 puntos (con m¨¢s del 60% en tiros de campo pero solo un 31,6% en triples) y puede ser la cara de una franquicia que sigue mirando al futuro pero no es capaz de centrarse, de momento, en el presente.
Ingram es la otra cara de la moneda y los Pelicans lo nota. Ya acab¨® mal la temporada pasada, con la llegada de Zion a las pistas, pero ha ido a peor este curso. Est¨¢ en 23,6 puntos por partido y lanza mejor que el curso pasado, pero est¨¢ est¨¦ril, no se encuentra c¨®modo al lado de Zion, falla en el clutch time y defiende mucho menos de lo que le permiten sus capacidades. De momento y con tan solo 23 a?os tiene mucho camino por delante, pero est¨¢ demostrando que est¨¢ preparado para ser una estrella ¨²nica y no compartir protagonismo con alguien que monopoliza tanto el juego como su actual compa?ero, que obliga a jugar de una forma muy concreta para desarrollar al fondo sus capacidades. Ingram no est¨¢ c¨®modo y no encuentra un lugar en pista que potencie al m¨¢ximo las habilidades que le llevaron al Partido de Estrellas la temporada pasada. Y Stan Van Gundy, curtido en mil batallas, no est¨¢ encontrando soluciones a corto plazo y ya veremos si le dejan tomarlas a largo, teniendo en cuenta la impaciencia inherente a la NBA actual, que impide desarrollar proyectos en un periodo de tiempo largo y exige resultados inmediatos.
Y ah¨ª andan los Pelicans. Lonzo Ball ha mejorado (14,4+4,1+5,1, con m¨¢s del 38% en triples) y no est¨¢ siendo el problema, pero tampoco la soluci¨®n. La falta de sincron¨ªa entre veteranos y j¨®venes, casi sin nexo de uni¨®n entre ambas generaciones, es brutal y nada parece funcionar en un momento de la temporada peligroso, en el que pueden luchar por escalar posiciones o bajar los brazos y mirar de reojo al draft. Pero claro, j¨®venes tienen de sobra y talento tambi¨¦n, solo les falta explotarlo, dejar atr¨¢s la regularidad, empezar a defender, resolver la falta de sincron¨ªa entre Ingram y Zion y corregir las barreras mentales que muchos arrastran desde su etapa en los Lakers y que han formado una manera de verles que parece eternizarse: mucho talento que no acaba de explotar. David Griffin en los despachos, Stan Van Gundy en pista, Zion de estrella... los Pelicans tienen de todo, pero no tienen de nada. Un equipo a la deriva.