La nota de Jordan antes de la final contra Espa?a en 1984: "Ya hemos aguantado demasiada mierda..."
Con 21 a?os, Michael Jordan fue oro ol¨ªmpico en Los ?ngeles. Su relaci¨®n con el entrenador Bobby Knight, que le hizo llorar tras un partido, fue muy compleja.


El 10 de agosto de 1984, en el m¨ªtico Forum de Inglewood, Estados Unidos gan¨® su ¨²ltimo oro ol¨ªmpico con un equipo amateur. Despu¨¦s vino el bronce de 1988 y, cuatro a?os despu¨¦s, la gloria de Barcelona 92, el Dream Team que cambi¨® el mapa del baloncesto mundial para siempre. En aquella final, el Team USA derrot¨® a una Espa?a maravillosa (Corbal¨¢n, Epi, Fernando Mart¨ªn, Beir¨¢n, Margall, Llorente, Arcega, Romay...) que hab¨ªa mantenido en vela a un pa¨ªs que celebr¨® como un ¨¦xito hist¨®rico (lo fue) la victoria en semifinales ante la te¨®ricamente todopoderosa Yugoslavia, que se hab¨ªa saltado el boicot que s¨ª llev¨® a cabo la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
En la final, Espa?a poco pudo hacer ante un rival desatado: 96-65, -23 al descanso contra unos j¨®venes estadounidenses que apretaban con una furia fan¨¢tica en defensa y fulminaban en transici¨®n. Era el estilo de Bobby Knight, un cl¨¢sico de los banquillos (entre 1971 y 2000 con los Hoosiers de Indiana) y un entrenador de vieja escuela: estricto, exigente y, como se ha ido sabiendo despu¨¦s, de excesiva mano dura; m¨¢s all¨¢ de lo normal y, finalmente, de lo sano e incluso legal. Era una Estados Unidos con Sam Perkins, Wayman Tisdale, Leon Wood, Alvin Robertson... y tres que (ya con otro estatus muy diferente) jugaron en Barcelona 92. Tres miembros del Hall of Fame: Chris Mullin, Patrick Ewing... y Michael Jordan.
Jordan promedi¨® 17,1 puntos en un torneo en el que EE UU no fall¨® (8-0) y gan¨® sus partidos por un marcador medio de 95,4-63,3. Una superioridad asfixiante y castrense que puso a Jordan ante los grandes focos a nivel mundial, si bien el escolta reconoci¨® despu¨¦s que se habr¨ªa pensado mucho estar en la cita ol¨ªmpica si hubiera conocido el car¨¢cter y los m¨¦todos de Knight. Con 21 a?os, estaba a punto de debutar en la NBA con los Bulls y ven¨ªa de los tres a?os en North Carolina en los que hab¨ªa pasado de Mike a Michael y de promesa centelleante a flamante n¨²mero 3 del draft. El resto es historia.
Michael Jordan tard¨® en ganarse la confianza de Knight, que detestaba a las estrellas individuales que ensombrec¨ªan la labor colectiva, del mismo modo que no congeni¨® con su forma de entrenar y comunicar. Pero antes de la final tuvo un ¨²ltimo gesto con el t¨¦cnico, en forma de nota an¨®nima escrita en un papel amarillo y colocada en mitad de la pizarra que hab¨ªa en el vestuario para la charla t¨¢ctica. Esta dec¨ªa lo siguiente: "Entrenador, no te preocupes, hemos aguantado demasiada mierda como para perder ahora". As¨ª lo cuentan tanto la autobiograf¨ªa de Knight como el libro sobre Jordan "Playing For Keeps", de David Halberstam, autor de algunos de las mejores obras de baloncesto jam¨¢s publicadas, como la citada o el cl¨¢sico "The Breaks Of The Game".
Aunque no llevaba firma, Knight escribi¨® en sus memorias que no tuvo mucha duda: "Todav¨ªa guardo el papel. Ten¨ªa claro qui¨¦n era el autor. Ya conoc¨ªa la letra de Michael por entonces. Mir¨¦ la nota, todos me miraban pero Michael ten¨ªa la cabeza hacia abajo, mirando al suelo. Pero no pudo evitar mirarme para ver c¨®mo reaccionaba. Todo lo que hice fue decir "Ok, vamos a jugar". Jordan acab¨® anotando 20 puntos, y Knight se enzarz¨® con ¨¦l en una discusi¨®n sobre bloqueos en el descanso, incapaz de encontrar otros argumentos para mantener la tensi¨®n en un equipo que no estaba dando ninguna opci¨®n de meterse en el partido a la Selecci¨®n espa?ola.
Fue un buen final para un torneo en el que Knight hizo llorar a Jordan cuando le pidi¨® que se disculpara ante el resto el equipo por sus seis p¨¦rdidas ante la Rep¨²blica Federal Alemana (78-67 final en la ruta hacia el oro). El entrenador le dijo que "nunca hab¨ªa jugado tan mal" y Sam Perkins, que hab¨ªa sido compa?ero de Jordan en los Tar Heels de North Carolina, cont¨® despu¨¦s que Jordan llor¨®... aunque no ser¨ªa f¨¢cil conseguir que lo reconociera.