Kobe y Pau: una pareja que trascendi¨® m¨¢s all¨¢ de las pistas
Compa?eros inseparables, juntos conquistaron dos anillos, se enfrentaron en dos finales ol¨ªmpicas y enamoraron al aficionado espa?ol.

Kobe y Pau. Pau y Kobe. Dos jugadores, compa?eros, rivales, amigos e incluso hermanos. Dos profesionales del baloncesto que, desde 2008, desarrollaron una relaci¨®n que trascendi¨® m¨¢s all¨¢ de las pistas y que fue fruct¨ªfera tanto en lo profesional como en lo personal. Una asociaci¨®n que dur¨® siete a?os, pero que dej¨® una semilla en el interior de ambos que germinar¨ªa y que les mantendr¨ªa en contacto a pesar de no encontrarse en la misma franquicia. Un encuentro que se tradujo en dos anillos, tres Finales, multitud de highlights, intercambio constante de halagos e incluso dos episodios en forma de finales ol¨ªmpicas que ya son parte de la historia del baloncesto internacional.?
En el verano del 2007, muchas cosa pasaron en el mundo del baloncesto. Momentos trascendentales que ser¨ªan claves en el devenir del deporte espa?ol en general y en el de Los ?ngeles Lakers en particular. Los angelinos ven¨ªan de jugar los playoffs en las dos ¨²ltimas temporadas, pero las ca¨ªdas en primera ronda contra los Suns (4-3 y 4-1 respectivamente) desmadejaron a un equipo que hab¨ªa visto como Phil Jackson volv¨ªa al banquillo tras el mini descanso?del curso 2004-05, entrenando a una plantilla que estaba, en cuanto a talento y calidad, muy lejos de esos a?os dorados en los que Shaquille O?Neal dominaba la zona y Los ?ngeles coleccionaban anillos.
Kobe se hart¨®. Al finalizar la temporada 2006-07 y al ver el proycto estancado, fue al despacho de Jerry Buss a pedir el traspaso. Jackson relat¨® en su libro Once anillos que la perspectiva de perder a Bryant le parec¨ªa desoladora. "No ¨ªbamos a encontrar a una pieza igual en el mercado", aseguraba el Maestro Zen. Ante la insistencia del escolta, la entidad le permiti¨® negociar con varios equipos, algo que la estrella hizo en Barcelona. All¨ª no solo intent¨® llegar a un acuerdo con los Chicago Bulls mientras exig¨ªa a los Lakers que Jerry West regresara a sus funciones de forma permanente. Tanto ir y venir no favoreci¨® nunguna negociaci¨®n. O las exigencias de los angelinos para dejar escapar a su jugador franquicia eran elevadas o fue el propio Kobe el que no puso demasiado empe?o en salir de Hollywood. Parec¨ªa m¨¢s una rabieta, una demostraci¨®n de poder con el que exigir fichajes futuros a la instituci¨®n, un ¨®rdago. Pero nadie se imaginaba que fuera a ir a m¨¢s.
Efectivamente, Bryant no se movi¨® de Los ?ngeles y fue pitado en el primer partido de la temporada que los Lakers jugaron en el Staples ante los Rockets, en el que cayeron por 2 puntos con 45 del escolta. Eso s¨ª, lo que pocos sab¨ªan es que Kobe habr¨ªa aprovechado su estancia en Barcelona, ciudad que le recomend¨® el su ex compa?ero (que hab¨ªa pasado por la ACB) Shammond Williams, para ir a ver a Pau Gasol. De forma fortuita o no, ambos jugadores se encontraron en el gimnasio de un hotel y entablaron conversaci¨®n. Meses m¨¢s tardes, concretamente el 1 de febrerpo del 2008, el catal¨¢n era traspasado a los Lakers a cambio de Javaris Crittenton, Kwame Brown y los derechos de su hermano Marc. Una noticia que se celebr¨® con alegr¨ªa en Espa?a, que ve¨ªa a su referencia baloncest¨ªstica al lado del que, en ese momento, era el mejor mundo.
Kobe no tard¨® en subir a la habitaci¨®n del hotel en el que se acababa de aterrizar Pau Gasol para asegurarle que el objetivo era el anillo. Era lo que el de Sant Boi quer¨ªa: ganar. En los Grizzlies hab¨ªa visto como su protagonismo se reduc¨ªa y estaba ansioso de vivir una nueva aventura. Y qu¨¦ mejor lugar que la franquicia m¨¢s glamurosa, carism¨¢tica y (casi) ganadora de la historia de la NBA para hacerlo. La pareja debut¨® contra los Nets, un choque en el que Pau consigui¨® 24 puntos, 12 rebotes y 4 asistencias mientras Kobe llegaba perezosamente a los 8 tantos y se dedicaba a repartir juego (8 pases). Daba la sensaci¨®n de que quer¨ªa probar a su nuevo compa?ero. Ver de que pasta estaba hecha. Y le debi¨® gustar lo que vio: "Me gusta, me gusta", exclamaba en espa?ol al finalizar el duelo.
La temporada finaliz¨® con una dolorosa derrota en las Finales ante los Celtics, un extraordinario ejercicio aleccionador para ambos baloncestistas. Kobe oir¨ªa por ¨²ltima vez las famosas campanas, esas que posteriormente defini¨® como "tortura", que le dec¨ªan que no pod¨ªa ganar sin Shaq. El ba?o de realidad de Pau fue mayor. Carcomido por Garnett durante toda la eliminatoria, el apodo de Gasoft (un juego de palabras entre su apellido y soft, blando) le acompa?ar¨ªa durante el resto de su carrera, aunque la m¨²sica se silenci¨® notablemente con la redenci¨®n que el ala-p¨ªvot vivi¨® dos a?os despu¨¦s.
Los anillos y los hermanos
Antes de ese campeonato contra los Celtics, Kobe y Pau se enfrentaron en la final de los Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn y ganaron el anillo del 2009, una liberaci¨®n excelsa para Kobe. Pau tuvo que esperar un curso m¨¢s para vivir su propia redenci¨®n, cuando sus cr¨ªticos ya ni se acordaron de esa poca fuerza de cintura para abajo, una de sus mayores debilidades que desapareci¨® casi por completo en un s¨¦ptimo partido en el que se comi¨® a Garnett (al que dej¨® en 3 rebotes) y se fue a los 19 puntos con 18 rebotes, n¨²meros estratosf¨¦ricos que no le permitieron ganar un MVP de las Finales que fue para Bryant de manera justa (29+8+4 en las series) por mucho que la Gasolman¨ªa se empe?e en decir lo contrario.
La radiograf¨ªa del mito y su fiel escudero continuaron su asociaci¨®n hasta 2014, pero no volvieron a ver de cerca el anillo. Entre medias hubo reproches, miradas de reojo, culpas cruzadas entre ellos y el resto de la plantilla por el cada vez peor camino que llevaba el equipo y, finalmente, una separaci¨®n postergada por la petici¨®n de Bryant a Pau para que siguiera en Los ?ngeles. Entre medias de todo eso, a¨²n nos dio tiempo a disfrutar una final ol¨ªmpica m¨¢s, la del 2012, en la que para la retina de los aficionados siempre quedar¨¢ ese banquillo estadounidense que, al completo, fue a rendir peites¨ªa a un Pau que nunca vio el oro tan cerca. "Es duro ver perder a un hermano", dijo entonces Kobe. As¨ª lo llamaba. Hermano.?
Esa denominaci¨®n se mantuvo a lo largo de los a?os y a pesar de su separaci¨®n, tras jugar la escasa friolera de 6 partidos en una temporada, la 2013-14, en la que Bryant arrastr¨® lesiones continuas y fue incapaz de que su alianza con el mayor de los Gasol siguiera dando ¨¦xitos. En sus enfrentamientos hubo buen rollo, bromas, sonrisas, alegr¨ªas y a?oranza por esos tiempos en los que los Lakers ganaban anillos jugando un baloncesto colaborativo y basado en un tri¨¢ngulo ofensivo que hoy brilla por su ausencia (al igual que Jackson, su promotor), en la NBA. En m¨¢s de una ocasi¨®n e incluso ya retirado, Bryant se ha encargado de recordar a diestro y siniestro como su ex compa?ero pasaba tiempo con su familia, como jugaba con sus hijas o como se pasaba " 6 ¨® 7 horas en casa" viendo partidos o con cualquier otro menester.?
Una relaci¨®n que trasciende
Kobe Bryant se ha ido con 41 a?os de edad. Ha muerto, junto a su hija Gianna y otras siete personas, en un accidente de helic¨®ptero. Pero, aunque ya no est¨¦ entre nosotros, ser¨¢ eterno. Ego¨ªsta, chup¨®n, mal compa?ero, mal l¨ªder, psic¨®pata y, la traca para el final, jugador sobrevalorado. Se le ha llamado de todo. Tambi¨¦n en el reverso de la misma moneda, diciendo que era el mejor jugador de siempre o que estaba, incluso (s¨ª, tambi¨¦n se dijo), por delante de Jordan. No le ha superado, pero, desde luego, nadie ha estado tan cerca del mito. Por nivel. Por hambre competitivo. Por manera de jugar. por todo.
Kobe tendr¨¢ su lugar en la historia y la incre¨ªble reacci¨®n que ha tenido su muerte, que ha ca¨ªdo como una losa en el mundo del deporte y del baloncesto, as¨ª lo demuestra. Los mensajes de apoyo han sido constantes, con la ciudad de Los ?ngeles como punta de un iceberg que tiene congelados los sentimientos de cualquier amante de este deporte. Tambi¨¦n del de Pau, aquel jugador con el que se encontr¨® en un hotel de Barcelona y que luego lleg¨® a los Lakers para convertirse en, citando al propio Kobe, "el mejor compa?ero que he tenido". Eso sin contar, evidentemente, lo "indispensable" que el escolta lo consideraba en los dos anillos que conquistaron juntos. "Sin ¨¦l nunca lo habr¨ªamos conseguido".
"M¨¢s all¨¢ de la devastaci¨®n... mi hermano mayor... no puedo, simplemente no puedo creerlo", rezaba Pau en Twitter. Un mensaje que esconde el dolor que causa perder a alguien tan cercano, con quien has compartido tantas cosas dentro y fuera de la pista, con el que lo has vivido todo y has hecho de todo. Porque la relaci¨®n de Pau y Kobe no se encuentra solo en los dos anillos o en las tres Finales. En las victorias o en las derrotas. En las asistencias, los puntos anotados, las batallas libradas o los fracasos compartidos. Su relaci¨®n va m¨¢s all¨¢. Trasciende en otra dimensi¨®n en la que ya no se encuentra el baloncesto. Porque no eran ni jugadores, ni compa?eros de equipo. Incluso el t¨¦rmino amigos parece quedarse corto. Eran hermanos.