Ocaso o crisis: los Pistons y el peor momento de Blake Griffin
Horrible temporada de los Pistons y p¨¦simo momento de un Griffin que est¨¢ muy mermado f¨ªsicamente y cuyo futuro es ahora mismo muy dif¨ªicl de pronosticar.
El inicio de temporada de los Pistons es horrendo: 11-17, a solo un partido, eso s¨ª (la carrera no va a ser precisamente en h¨ªper velocidad) del octavo puesto del Este. Tienen el octavo peor ataque de la NBA y hay 17 defensas mejores por rating, as¨ª que en ambos casos est¨¢n en la mitad mala de la liga. El futuro no est¨¢ cerca, al menos si pasa por el (prometedor) Luke Kennard y esa inc¨®gnita por descorchar que es Sekou Doumbouya, el n¨²mero 15 del ¨²ltimo draft que no ha cumplido todav¨ªa 19 a?os y en el que algunos ven un futuro calco de Pascal Siakam. Por ahora ha jugado once minutos de Regular Season. Y el presente parece a punto de ser pasado, en un proceso lastimoso que podr¨ªa (ahora mismo parece que as¨ª acabar¨¢ siendo) llevarse por delante incluso a Dwane Casey, Entrenador del A?o con los Raptors antes de ser despedido, acabar en Detroit y ver como Nick Nurse ganaba el anillo de campe¨®n en Canad¨¢. Cosas.
Ese presente/pasado, un asunto obvio ahora que el mercado va a empezar a calentarse a medida que se enfr¨ªan las temperaturas, lo representa Andre Drummond, del que las altas instancias de la franquicia empiezan a distanciarse a meses de que se convierta en agente libre... con una player option de 28,7 millones. Lo representa Reggie Jackson, que tambi¨¦n acaba contrato (?18 millones esta temporada!) y que anda desaparecido con una lesi¨®n de espalda (y si no, ser¨ªa una lesi¨®n de cualquier otra cosa), superando plazos de recuperaci¨®n sin noticias ni aparentes avances ni demasiado inter¨¦s de nadie por saber qu¨¦ est¨¢ pasando. Lo representa Derrick Rose, brillante en una nueva etapa de un tour de redenci¨®n que cogi¨® mucho impulso en Minnesota, pero que es un jugador que vive colgado del ahora (y bastante es, ciertamente). Y lo representa tambi¨¦n, cada vez m¨¢s pasado que presente en la MoTown, o eso parece ahora, Blake Griffin.
Empieza a haber un halo de melancol¨ªa alrededor de la carrera de Griffin, en los trances de un jugador excelente que est¨¢ a un paso de saltar del escal¨®n del estrellato al del veterano con un contrato inc¨®modo, primero, y en busca de buenos acomodos deportivos, despu¨¦s. Es dif¨ªcil saber qu¨¦ hay en el segundo tramo de su vida deportiva, si un destino perfecto y un rol importante (no ya central) en un equipo ganador o si un l¨¢nguido ¨²ltimo trecho del camino. O pen¨²ltimo, porque hay otra certeza que salta de la pantalla de televisi¨®n en cuenta se pincha (una experiencia nada simp¨¢tica ahora mismo) un partido de los Pistons en el League Pass:
Blake Griffin est¨¢ jugando lesionado.
Porque Griffin tiene ya 30 a?os (cumplir¨¢ 31 en marzo) y casi una d¨¦cada de NBA encima (debut¨® el 27 de octubre de 2010). Y Griffin tiene el cuerpo bastante machacado. Pero, en una excepcional madurez que era un mostrador de su constante crecimiento en ruta hacia el jugador integral, rindi¨® a un nivel excelente la pasada temporada en Detroit. Hizo de todo, puso orgullo (algo que nunca deber¨ªa faltar en un equipo como los Pistons, pero que en su actual roster no abunda) y meti¨® a los Pistons en playoffs. Para ello se exprimi¨® en 75 partidos, su tope en un lustro y un esfuerzo que le vali¨® para ser all star (por sexta vez) y para estar en el Tercer Quinteto de la temporada (All NBA por quinta vez) pero que, como a Atlas cargando con la b¨®veda celeste, le hizo pagar una factura elevada. Reventado, se perdi¨® cuatro de los ¨²ltimos partidos de la Regular Season y, con una rodilla a menos del 30%, tampoco jug¨® en los dos primeros del 4-0 con el que los Bucks, sin sudar, eliminaron a un equipo al que Griffin dio, el ¨²ltimo esfuerzo, 58 minutos en los dos partidos de primera ronda jugados en el Little Caesars Arena. Cuando se sent¨®, desmadejado, en el ¨²ltimo parcial del partido-ep¨ªlogo de la temporada, el p¨²blico de Detroit se puso en pie para ovacionarle. Y la c¨¢mara fue de su rostro en el banquillo, el gesto vac¨ªo tras el ¨²ltimo esfuerzo, al de Ben Wallace en su asiento de primera fila. Otra vez: cosas.
De ah¨ª al quir¨®fano despu¨¦s de promediar 24,5 puntos, 7,5 rebotes, 5,4 asistencias y un 36% en triples. Tambi¨¦n m¨¢s de 35 minutos por noche. En esta temporada, negra como la noche por ahora para su equipo, se perdi¨® los diez primeros partidos, regres¨® el 11 de noviembre y ha jugado 15 de 28 (no todos completos, pocos sin problemas) con los peores n¨²meros de su carrera en casi todos los apartados: 16,3 puntos, 4,4 rebotes, 3,3 asistencias y, un espanto, un 37,3% en tiros de campo y un 27% en triples, un dato insoportable cuando se lanzan casi 6 por noche. Da la sensaci¨®n de que tira mucho de tres pero el problema es que tira mal: la pasada temporada lanzaba 7 por noche. Pero met¨ªa muchos m¨¢s y ese n¨²mero supon¨ªa el 38% de sus tiros totales, un porcentaje que ahora est¨¢ en el 43. Pero es que, hay que insistir todo lo que haga falta, est¨¢ jugando absolutamente mermado. Evita el contacto f¨ªsico, se acomoda en malos tiros para no buscar la zona y trata de forzar faltas sin la que energ¨ªa que, una paradoja habitual en estos casos, le hac¨ªa sacarlas cuando lo que pretend¨ªa era anotar por encima de quien se pusiera por delante.
Los Pistons y Blake Griffin son ahora mismo una mala simbiosis. Su nombre es (junto a los de Kevin Love o Chris Paul) uno de los gordos que podr¨ªan moverse en el mercado sin que suponga una sorpresa may¨²scula. Pero en Detroit est¨¢n ante una disyuntiva peliaguda. Si Griffin para, la foto fija ser¨¢ la de un jugador lesionado en el momento ¨¢lgido del mercado. Si juega renqueante, seguir¨¢ haciendo partidos nada convincentes. Ninguno de los dos casos es ¨®ptimo para mover un contrato de 34,4 millones de d¨®lares esta temporada, 36,8 la pr¨®xima y una player option de 38,9 en la 2021-22.
En principio hay que pensar, en todo caso, que todav¨ªa hay un gran jugador en Blake Griffin. Hace solo unos meses ejerc¨ªa de jugador franquicia en unos Pistons dispuestos de construir a su alrededor. Y su juego ha evolucionado hacia un estilo m¨¢s funcional para un veterano con cada vez menos explosividad f¨ªsica. Las lesiones, claro, son un problema en su caso. No solo las recurrentes de rodilla, un asunto para ¨¦l desde su a?o de freshman en Oklahoma. Su cat¨¢logo de percances es amplio, e incluye una fractura en la mano por pegar a un miembro del staff de los Clippers o las inoportunas lesiones que le frenaron en los playoffs de 2016 y 2017, cuando el equipo angelino enlaz¨® derrotas en primera ronda que acabaron definitivamente con el vuelo de la Lob City. Griffin, merece tambi¨¦n que se recuerde, se adapt¨® a los Pistons y se comprometi¨® con un equipo al que fue enviado en enero de 2018, justo despu¨¦s de superar la en¨¦sima lesi¨®n de rodilla y solo unos meses despu¨¦s de que, en julio, los Clippers le firmaran un contrato de 173 millones por cinco a?os tras convencerle con una campa?a rimbonbante bajo el lema clippers for life. Esa vida dur¨® medio a?o, parte del proceso que acab¨® con Kawhi Leonard y Paul George en L.A. Griffin ten¨ªa un contrato descomunal que honrar pero tambi¨¦n motivos para sentirse traicionado y empezar a jugar como un profesional fr¨ªo y descre¨ªdo. En cuanto lleg¨® a Detroit asumi¨® que ten¨ªa que hacer lo primero y pronto desterr¨® cualquier amago de caer en lo segundo.
Con todo, los Pistons siguen a un partido del octavo puesto del Este. Es dif¨ªcil saber ahora mismo cu¨¢les son sus objetivos, y este tramo de mercado les meter¨¢ sin duda en unos debates en los que el futuro importa mucho m¨¢s que el presente, con el coste que eso tiene en los vestuarios. Pero el hecho es que su temporada todav¨ªa tiene salvaci¨®n, al menos hasta cierto punto y si se rebajan las expectativas a m¨ªnimos, y a pesar de una rotaci¨®n en la que hay varios jugadores que est¨¢n agotando en Detroit las que deber¨ªan ser sus ¨²ltimas (aunque en la NBA siempre suelen ser pen¨²ltimas) oportunidades. Hay algo melanc¨®lico en estos Pistons y hay, cada vez m¨¢s, algo tambi¨¦n melanc¨®lico en la carrera de Blake Griffin. Que ahora pasa, por encima de todo, en que se recupere f¨ªsicamente al 100%. No hay otra y aunque tenga que volver a parar.