El chasco de los Pelicans: las dudas de Zion, las sombras de Lonzo...
Uno de los equipos con m¨¢s hype a las puertas de la temporada se hunde sin remisi¨®n mientras acumula derrotas y espera el debut de su nueva estrella.
New Orleans Pelicans es una franquicia d¨¦bil, que no ha sido bendecida con la salud de hierro de los cl¨¢sicos de la NBA ni con la efervescencia de los mercados donde no hay otros referentes en el deporte profesional (en este caso los intocables Saints) o universitario (los Tigers de LSU). El apoyo social es difuso en Luisiana, la asistencia al Smoothie King Center solo necesita un peque?o soplo de viento en contra para hundirse, casi siempre entre las cinco peores de la NBA y en una comparaci¨®n atroz, como hecho social, con lo que se genera en el Superdome, a solo una pasarela de distancia, cada vez que juegan los Saints.
En el draft de 2012, cuando todav¨ªa eran Hornets, a la franquicia de NOLA le cay¨® un n¨²mero 1 que era m¨¢s que un gordo de la loter¨ªa. Ese billete, ganado por su 21-45 de la temporada anterior (a?o de lockout), val¨ªa el derecho de draftear a Anthony Davis, un proyecto de jugador generacional que jug¨® como tal casi desde su primer partido en la NBA. Y que se fue a los Lakers el pasado verano despu¨¦s de un amargo final en el que ¨¦l tens¨® demasiado la cuerda, los Pelicans entraron en histeria y la NBA se agit¨® con ese escrutinio desquiciado que sigue a la franquicia angelina. Despu¨¦s del jaleo, tremendo, qued¨® un l¨¢nguido final de ciclo: Davis hab¨ªa sido seis veces all star pero se iba con apenas tres series de playoffs jugadas con su primer equipo NBA. Solo una ganada, dos perdidas por un 1-8 total. Cinco partidos de eliminatoria ganados en siete a?os.
El panorama, pol¨¦micas y debates al margen, pasaba a ser desolador para una franquicia se?alada por su escasa solidez social, un futuro que algunos empezaban a ver en Seattle y una gesti¨®n taca?a de la familia Benson, a la que se acusaba de dirigir con un ojo (y casi todo el capital econ¨®mico) puesto en la joya de su corona: los Saints, otra vez. Sin embargo, la reacci¨®n de la propietaria, Gayle Benson, fue mod¨¦lica, r¨¢pida y con la energ¨ªa que parec¨ªa que ya no le quedaba a nadie en los Pelicans. Su mensaje fue claro: hab¨ªa futuro en el baloncesto profesional de Nueva Orleans, hab¨ªa futuro m¨¢s all¨¢ de Anthony Davis. Y este empez¨® con David Griffin, sacado del ostracismo cuando ya hab¨ªa recargado las pilas tras agotarlas en la construcci¨®n y gesti¨®n (procesos complej¨ªsimos) de los Cavaliers de la segunda etapa de LeBron James. Los campeones de 2016. El fichaje de, seguramente, el directivo m¨¢s reputado de los que hab¨ªa en el mercado no solo envi¨® un mensaje de optimismo y apuesta de futuro sino que pronto dio r¨¦ditos. Griffin, manos a la obra, reforz¨® unos despachos que se llenaron de nombramientos estrat¨¦gicos, incluido un equipo m¨¦dico muy criticado en los ¨²ltimos a?os. Griffin enfri¨® ¨¢nimos e hizo ver a Nueva Orleans que, l¨ªos y orgullo al margen, la oferta de los Lakers era la mejor por Davis. El negocio es el negocio. Capt¨® talento en todos los estratos, con golpes de efecto como la llegada al organigrama t¨¦cnico del gur¨² defensivo Jeff Bzdelik, responsable de la transformaci¨®n defensiva que casi hizo campeones a los Rockets 2017-18. Y oper¨®, finalmente, para hacer la transici¨®n deportiva a la era post Davis de la mejor manera posible.
Los Pelicans, de pronto, se vieron con un buen equilibrio entre veteranos que hubiera querido cualquier aspirante al anillo (Jrue Holiday, JJ Redick, Derrick Favors), el lote recibido de los Lakers (Lonzo Ball, Brandon Ingram, Josh Hart) y, como n¨²cleo estrat¨¦gico, un draft del que Griffin sac¨® los n¨²meros 17 (Nickeil Alexander-Walker), 8 (Jaxson Hayes) y, claro, 1. Con solo un 6% de opciones y con seis franquicias por delante en probabilidades, a los Pelicans les cay¨® el derecho de seleccionar al jugador m¨¢s esperado y m¨¢s medi¨¢tico desde, seguramente, LeBron James: Zion Williamson.
De la tierra quemada a equipo con m¨¢s hype
Un golpe de suerte que parec¨ªa confirmar que, efectivamente, el viento soplaba a favor en lo que no mucho antes parec¨ªa pura y dura tierra quemada. Zion pon¨ªa a los Pelicans en el mapa del deporte mundial. La franquicia cambi¨® ¨¦pocas sin transici¨®n, de la era Davis a la era Zion, entraba en quinielas para los playoffs y ten¨ªa esa bendici¨®n medi¨¢tica que, bien gestionada, levanta imperios improbables en el deporte USA. Los Pelicans, algo que hubiera sonado a broma pesada en el cierre de la temproada 2018-19, ten¨ªan hueco en la jornada inaugural (primer partido, el de la entrega de anillos a los Raptors), en la de Navidad (en Denver) y contaba hasta con 30 partidos de televisi¨®n nacional. Eso significaba, m¨¢s que cualquier otra cosa, la era Zion.
Hoy es 8 de diciembre y la temporada NBA no ha cumplido dos meses pero los equiipos ya han cubierto un cuarto de su camino en Regular Season. Y los Pelicans est¨¢n 6-17, acaban de perder por la mayor diferencia de su historia (130-84 en Dallas en un partido que estaba 104-66 al final del tercer cuarto) para enlazar su octava derrota seguida. Solo Cavaliers, Knicks y los Warriors en barbecho tienen peor balance que ellos. Su diferencial de puntos es el s¨¦ptimo peor de la liga (-7), su ataque es mediocre (18? por rating ofensivo), su defensa la segunda peor de la NBA (114,5 en el defensivo), las gradas del Smoothie King Center tienen cada vez m¨¢s calvas y la liga, en ca¨ªda constante en sus audiencias televisivas, replantea su calendario de retransmisiones de los de Luisiana (como ha hecho con los Warriors sin Curry ni Klay). Y, claro, Zion Williamson sigue sin debutar oficialemente como jugador NBA.
A los Pelicans les ha salido pr¨¢cticamente todo mal, pero desde luego sus males (deportivos y clim¨¢ticos) se centran en Zion y una ausencia estruendosa que todav¨ªa no tiene fecha de resoluci¨®n y que, inevitablemente y sea justo o no (el tiempo lo dir¨¢), mantiene abierto el ¨²nico debate posible para cuestionar a un jugador distinto a cualquier cosa que ha conocido la NBA hasta ahora: ?es posible aguantar el ritmo de partidos y viajes de la Regular Season con sus menos de dos metros y 130 kilos? ?Pueden sus rodillas asumir tantas noches por semana de castigo constante, el sost¨¦n de un jugador que basa gran parte de su estilo en sus extraordinarios muelles? Los Pelicans no tienen ninguna raz¨®n para acelerar la entrada del jugador que concentra su futuro, pero no pueden evitar ciertos cuchicheos por el camino. Va en el precio. Lo que se sabe por ahora es que el plan de entrenamientos va m¨¢s lento de lo previsto y que cuando juegue (si lo hace, que por ahora se cree que s¨ª) en este a?o rookie lo har¨¢ sin participar en las dos noches de los back to back. Zion, recuerdo tambi¨¦n, no cumplir¨¢ 20 a?os hasta julio de 2020.
Pero no es solo Zion, aunque el ala-p¨ªvot de Salisbury parezca lo ¨²nico que le importa a Am¨¦rica de un equipo en el que ning¨²n jugador ha disputado los 23 partidos de Regular Season, y en el que los siete primeros de la rotaci¨®n se han perdido ya casi 40 totales y Alvin Gentry solo tiene una unidad de cinco jugadores que ha disputado al menos 50 minutos de juego real. ?l y Terry Stotts son los ¨²nicos sin un quinteto que haya dispuado 75 minutos. Derrick Favors, fichado como sost¨¦n interior y profesional de las zonas para que el equipo no dependiera de Zion y Hayes (tambi¨¦n 19 a?os) solo ha participado en nueve partidos y ahora est¨¢ ausente por motivos personales. La pareja interior Zion-Favors sigue, por lo tanto, sin estrenar para el octavo equipo que menos porcentaje de rebotes atrapa sobre el total posible. Uno sin anclas en una defensa que en cada partido parece peor que en el anterior y que se despliega sin cohesi¨®n ni concentraci¨®n, lenta en las ayudas e incapaz de no caer en desajustes constantes.
Un entrenador en situaci¨®n dif¨ªcil
Alvin Gentry, aunque todav¨ªa no hayamos podido echar un vistazo a lo que realmente ten¨ªa que ser este nuevo proyecto, est¨¢ inevitablemente cuestionado. Lo que Griffin anunci¨® como el equipo m¨¢s r¨¢pido de la historia en transici¨®n es quinto en pace (ritmo de posesiones), sin la posibilidad de volar de lado a lado al ritmo de Zion (especialidad de la casa). A los Pelicans, parece obvio, les falta una personalidad que no pueden desarrollar hasta que no integren al que ser¨¢ su nuevo rey sol (o deber¨ªa). Y les falta un l¨ªder claro, un n¨²mero 1 con galones. Jrue Holiday es un jugador extraordinario, uno eternamente infravalorado, pero no es eso. No lo ha sido nunca y no lo est¨¢ siendo en el a?o once de su carrera NBA. Y Brandon Ingram (22 a?os) est¨¢ pegando el estir¨®n defintivo pero tampoco es, por ahora, un macho alfa. No en plena adaptaci¨®n a un nuevo entorno y un nuevo estilo, poniendo parches a su salida de los Lakers y despu¨¦s del susto que se llev¨® la temporada pasada con la aparici¨®n de co¨¢gulos de sangre que le dejaron en el dique seco y con serias cuestiones sobre un futuro que vuelve a parecer, y eso es mucho, brillante.
Los Pelicans necesitan que al menos uno del lote de los Lakers rompa en estrella. Y saben que Josh Hart, un trabajador de rotaci¨®n interesante, no tiene ese techo. Ingram s¨ª, y est¨¢ en 24,6 puntos, 7 rebotes y 4 asistencias por partido, mejorado como tirador en su gran avance con respecto al jugador tremendo que ya se anunciaba (aunque algunos no lo quisieran ver) en los Lakers. El problema, como en cualquier reconstrucci¨®n, es la paradoja que espera a unos Pelicans que no ampliaron el contrato rookie del alero y se ver¨¢n obligados a soltar mucho dinero si quieren retenerlo en el pr¨®ximo mercado, cuando sea agente libre restringido. Parece impensable que no se vaya bastante por encima de los 20 millones anuales el nuevo contrato de un jugador que se est¨¢ ganando lo que ya han firmado sus mejores compa?eros de generaci¨®n: Ben Simmons, Pascal Siakam, Jamal Murray, Jaylen Brown, Buddy Hield...
Despu¨¦s vendr¨ªan, claro, los nuevos contratos de Lonzo, Zion, Walker-Alexander y Hayes, un imposible en caso de que todos rinden a buen o muy buen nivel. Por eso el propio Griffin defend¨ªa antes de ponerse a los mandos de los Pelicans, y como analista televisivo, que la mejor propuesta para vender a una s¨²per estrella la forman un joven de m¨¢xima proyecci¨®n, un buen secundario y un buen lote de picks (m¨¢s por calidad que por cantidad) de draft. Si Ingram (ya en su cuarto a?o NBA, no hay que olvidarlo) por ahora es un ¨¦xito, Hayes apunta maneras aunque est¨¢ muy verde y Walker-Alexander tendr¨¢ que hacerse valer (veremos) como especialista anotador, es dif¨ªcil saber qu¨¦ va a ser de Lonzo Ball, un base con techo de jugador especial pero con suelo de pufo . Ni m¨¢s ni menos y casi sin t¨¦rmino medio. As¨ª son las cosas con un jugador con el que uno no estar¨ªa nunca tranquilo ahora mismo, ni apostando por ¨¦l ni descart¨¢ndolo como pieza de ¨¦lite. Lonzo tiene cosas que no aparecen en las estad¨ªsticas y que son de un valor tremendo, en ataque y en defensa, y tiene una sensibilidad para el juego muy especial que este verano pareci¨® a punto de relanzarse con lo que se anunci¨® como un tiro reformado y que dejaba atr¨¢s su extra?a y (en el entorno profesional) poco efectiva mec¨¢nica. Un nuevo Lonzo.
Lonzo, bien entrada ya la tempoada, decrece a pasos agigantados. Promedia 10,9 puntos, 4,3 rebotes y 5,7 asistencias. Pierde 2,7 bolas y sus porcentajes son p¨¦simos en general (37,5%) y poco m¨¢s que correcto desde el triple: 34% la mejor cifra de su carrera pero tambi¨¦n un dato envenenado. Empe?ado en reiniciarse como tirador, a veces parece imitar m¨¢s que complementar a un especialista como Redick. Tira demasiadas veces en los segundos iniciales de las posesiones y convierte lo que deber¨ªa ser un recurso en un puntual de su juego, algo que no deber¨ªa ser: lanza tres triples por cada tiro cerca del aro, baja su eficacia en cualquier zona de lanzamiento de dos y, tal vez lo m¨¢s preocupante, tira 6,7 triples por partido, no muy lejos de los 7,2 de Redick y en cifra superior a su media de asistencias (5,7). Esas dudas, y este proceso lo conocen bien los aficionados de los Lakers, en ataque se ceban mentalmente con un jugador que se acaba desconectando en defensa, donde en su mejor versi¨®n es diferencial. Mientra su hermano LaMelo apunta a n¨²mero 1 del pr¨®ximo draft, Lonzo languidece: los Pelicans est¨¢n 4-4 sin ¨¦l y 2-13 cuando ha jugado ¨¦l, que tiene un -5,8 de net rating en sus minutos en pista. Por ahora, en Nueva Orleans la situaci¨®n es similar a la de Los ?ngeles: quo vadis, Lonzo?
Este fallido reinicio de los Pelicans puede recibir un impulso en el momento en el que Zion Williamson debute... o puede acabar en annus horribilis, no digamos si en alg¨²n momento la franquicia decide que el ala-p¨ªvot aplace su debut a la pr¨®xima temporada. Por ahora, en Nueva Orleans han regresado a la desaz¨®n, la pereza y la decepci¨®n mientras lo que era hasta, en la mejor proyecci¨®n, una wildcard para los playoffs del Oeste va volviendo otra vez la vista al pr¨®ximo draft. Un ejercicio divertido para echar un rato delante del ordenador pero agotador para las franquicias, especialmente las que necesitan alimentar a una base social con facilidad para la desconexi¨®n. Las preguntas se acumulan pero por ahora, y mientras no se demuestre lo contrario, en Nueva Orleans pueden defenderse diciendo que a todas se responde de la misma manera: con Zion Williamson. Veremos si finalmente es as¨ª.