El esc¨¢ndalo Louisville: sexo, dinero ilegal y adi¨®s al t¨ªtulo
La NCAA ha desestimado la apelaci¨®n de la universidad de Rick Pitino y ha declarado desierto el campeonato de baloncesto del a?o 2013.
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No hubo ninguna c¨¢mara profesional. No se emiti¨® por ning¨²n canal de televisi¨®n. No hay una web, un peri¨®dico, que hoy tenga la foto. Ojala alguien lo haya grabado con un m¨®vil, pero lo dudo. Ayer en el KFC Yum! Center de Louisville, Kentucky, se vivi¨® uno de los momentos m¨¢s importantes de la historia reciente del deporte estadounidense y, al menos hasta el momento, no tenemos ninguna prueba gr¨¢fica del mismo.
Me imagino la escena. Alg¨²n ejecutivo de la Universidad de Louisville, seguramente joven y con poco poder, encargado del asunto por un superior hundido en su despacho y sin fuerzas para ir hasta el parqu¨¦, con gesto serio, triste. Un operario, pongamos que ya entrado en su sexta d¨¦cada de existencia, con cuarenta a?os de trabajo en la instituci¨®n, en mono. Y nadie m¨¢s. S¨®lo ellos. Descolgando una banderola, vi¨¦ndola caer al suelo, arrug¨¢ndose despacio. S¨®lo una luz encendida. Silencio. Y sus pasos, saliendo de noche por una puerta trasera. Sin mirarse a la cara.
El pabell¨®n no volver¨¢ a lucir el s¨ªmbolo que recordaba que ganaron la NCAA, en su competici¨®n de baloncesto en el a?o 2013. Porque lo cierto es que no la ganaron. El comit¨¦ sancionador de la Asociaci¨®n Deportiva Universitaria de Estados Unidos les ha quitado ese trofeo y les ha obligado a aceptar que entre diciembre de 2010 y el a?o 2014 no ganaron ning¨²n partido. Nada. Han borrado su historia del mapa y, para oprobio de la propia competici¨®n, el t¨ªtulo de 2013 ha quedado desierto.
Ayer se sustanci¨® la apelaci¨®n que Louisville present¨® ante la NCAA. En ella argumentaban que la sanci¨®n era excesiva y que, adem¨¢s, ya hab¨ªan despedido a todos los implicados en el esc¨¢ndalo, entre ellos a su entrenador Rick Pitino, am¨¦n de haberse autoimpuesto no jugar el March Madness, el torneo final de la NCAA y el que corona al campe¨®n del a?o, en 2016. Como es l¨®gico, de nada les ha servido.
Porque el esc¨¢ndalo es de tal magnitud que va a arrastrar por el fango la figura de Pitino, va a llevar a la verg¨¹enza absoluta a Louisville y, adem¨¢s, va a tener ramificaciones en toda la NCAA. ?sto es s¨®lo el principio, la punta del iceberg de un sistema que se va desmoronar en las pr¨®ximas fechas con ca¨ªdas estrepitosas de a saber cuantas personas y organismos esenciales de la cultura deportiva norteamericana.
En Louisville se pag¨® a strippers y prostitutas para hacer fiestas y convencer a chicos de institutos de que jugaran para la universidad. Evidentemente, muchos de ellos menores. Katina Powell, una de esas strippers, escribi¨® un libro contandolo y aport¨® pruebas y se?ales de c¨®mo los empleados de Louisville contactaban con ella y pagaban su tarifa.
Se violaba, de esta manera, la norma de la NCAA de no poder ofrecer beneficios extras, m¨¢s all¨¢ de las becas estipuladas, a los atletas de sus departamentos deportivos. Y, a la vez, atra¨ªan la mirada del FBI, que comenz¨® a investigar el tema desde un punto de vista no deportivo sino criminal, por el hecho de ofrecer sexo a menores, y se encontraron con un entramado a¨²n m¨¢s grande.
?ste consist¨ªa en que la empresa de ropa deportiva Adidas aportaba un dinero a ciertos empleados de Pitino que ¨¦stos hac¨ªan llegar a las familias de los chicos que quer¨ªan reclutar para el equipo de baloncesto.
Seg¨²n todo lo que sabemos, lo que han contado numerosos periodistas, lo que el FBI encontr¨® tirando de ese hilo a¨²n no se ha hecho p¨²blico y se estima que en pocos meses ser¨¢n docenas (docenas) las grandes universidades implicadas en este fraude.
Fue ¨¦sto ¨²ltimo, lo de Adidas, lo que acab¨® con a carrera y el legado de Rick Pitino, y por lo que fue despedido. No por el tema de las prostitutas. Conviene dejar esto claro para entender porque la NCAA se ha mostrado tan dura con Louisville y no ha hecho el m¨¢s m¨ªnimo caso de su apelaci¨®n.
El entrenador, que ha puesto una demanda a la universidad reclam¨¢ndoles 44 millones de d¨®lares por su despido, sabe que no volver¨¢ a trabajar nunca. Y Louisville sabe que estos 16 a?os en los que Pitino fue su cara ser¨¢n, para siempre, a?os de la verg¨¹enza.
El t¨ªtulo de 2013 no existi¨®; no tiene importancia que se ganaran los partidos, que se celebrara el anillo, que hubiese desfile, alegr¨ªa, l¨¢grimas, abrazos y un famoso tatuaje en la espalda del entrenador, porque en los libros de historia el campe¨®n de ese a?o ser¨¢ un espacio en blanco. Y todo el que acuda al pabell¨®n sentir¨¢ la ausencia de la banderola amputada. Es el precio a pagar por un esc¨¢ndalo que va a poner del rev¨¦s a toda la NCAA.