"El deporte fue fundamental tras el horror del hurac¨¢n Katrina"
Despu¨¦s de sobrevivir al quinto hurac¨¢n m¨¢s mortal de la historia de EE UU, Nueva Orleans renace con un nuevo y fortalecido v¨ªnculo con sus equipos profesionales: Pelicans y Saints.
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
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¡°El deporte tuvo un rol m¨¢s importante de lo que la gente piensa en la recuperaci¨®n de Nueva Orleans. Yo estuve en el Superdome con los ojos empapados en l¨¢grimas cuando los Saints jugaron su primer partido en el estadio despu¨¦s del Katrina. Fue un mensaje al mundo, un veh¨ªculo perfecto para demostrar que est¨¢bamos de vuelta¡±. Natural de Nueva Orleans, Kristian Sonnier ejerce de vicepresidente en las oficinas de turismo de una ciudad que de hecho est¨¢ de vuelta (¡°casi completamente, la mayor¨ªa de la ciudad est¨¢ totalmente reconstruida aunque en algunas zonas todav¨ªa queda trabajo por hacer¡±) despu¨¦s de aquella pesadilla apocal¨ªptica que fue el Katrina, cuyo recuerdo se alarga sobre la ciudad como una cicatriz que solo se cierra con los testimonios de quienes consiguieron que emergiera de nuevo: ¡°Nueva Orleans ha cambiado a mejor. Hay m¨¢s gente joven, m¨¢s emprendedora, m¨¢s diversa¡ no se ha perdido nada de nuestras tradiciones y nuestra cultura pero ha habido un cambio positivo. Somos m¨¢s tolerantes, estamos m¨¢s unidos, m¨¢s orgullosos de vivir aqu¨ª y de ser de aqu¨ª. Cuando est¨¢s tan cerca de perder algo y lo salvas, lo valoras mucho m¨¢s¡±.

Incluso ahora, cuando el Mardi Gras acelera hacia el coraz¨®n de una fiesta que culminar¨¢ el martes 28 y la comitiva de la NBA aterriza en todo su esplendor para el All Star Weekend 2017, el Katrina asoma como permanente recordatorio. Pero ya no tanto de fragilidad y devastaci¨®n como de perseverancia, regeneraci¨®n, orgullo y esa energ¨ªa vital que emana desde el Barrio Franc¨¦s. En las notas omnipresentes de su m¨²sica, en el cruce de olores de sus restaurantes (m¨¢s de 14.000 en toda la ciudad) y en el esp¨ªritu mestizo y portuario de una forma de vivir que es criolla e ind¨ªgena, francesa y espa?ola pero tambi¨¦n irlandesa, alemana, desde luego africana¡ Un 'melting pot' que cumplir¨¢ 300 a?os en 2018: ¡°Eso a los europeos no os parece nada pero para Estados Unidos somos una ciudad vieja¡±, sonr¨ªe Sonnier, que recuerda en cuanto puede que, literalmente, no hay ning¨²n sitio como Nueva Orleans. Y que el deporte ayud¨® a que la gente lo recordara: ¡°M¨¢s de 100 millones de personas vieron por televisi¨®n aquel primer partido de los Saints en el Superdome en septiembre de 2006. En 2008 la NBA trajo el All Star y hemos tenido la Super Bowl en 2013, Final Four de baloncesto universitario tanto masculino como femenino¡ todos los grandes eventos del deporte estadounidense. Ha sido un veh¨ªculo fundamental. Mucha gente vio otra vez la ciudad por primera vez en esas retransmisiones¡±. Un veh¨ªculo fundamental: la Super Bowl 2013 dej¨® en caja casi 450 millones de d¨®lares y el All Star Weekend 2008 unos 90. Y, econom¨ªa directa a un lado, estos eventos (el All Star de la NBA volvi¨® en 2014) bombardearon el pa¨ªs con una imagen positiva que devolvi¨® un mensaje hermosamente amplificado: en 2010 Nueva Orleans lideraba el porcentaje de ocupaci¨®n hotelera en Estados Unidos, en 2014 por el aeropuerto Louis Arsmtrong pasaban ya m¨¢s pasajeros que antes del Katrina (10 millones), en el Mardi Gras de 2009 se volvi¨® a superar el mill¨®n de visitantes y para este a?o o el pr¨®ximo se espera que se rebasen los 10 millones de turistas. Eso supone casi 7.000 millones de d¨®lares en las arcas de la ciudad pero supone sobre todo, y hay que recorrer sus calles para entender hasta punto esto es importante, regresar a vol¨²menes similares a los de antes de ese maldito mes de agosto de 2005. El de la devastaci¨®n.
El Katrina, que obviamente aqu¨ª sigue siendo mucho m¨¢s que aquella estremecedora visi¨®n de m¨¢s de 26.000 personas sobreviviendo a duras penas en el maltrecho Superdome, fue muerte, pobreza, dolor y asco. ¡°No una cat¨¢strofe natural sino un fallo de infraestructuras¡±, como denunci¨® despu¨¦s del alcalde Mitch Landrieu. Los planes de contenci¨®n, evacuaci¨®n y finalmente rescate no estuvieron bien ejecutados. Y las presas de contenci¨®n del agua fallaron, jaque mate para una ciudad en la que solo la parte antigua est¨¢ construida por encima del nivel del mar, con hasta 53 brechas que propiciaron la mayor parte de los da?os y que se debieron, entre otras razones, a un ahorro de unos 100 millones en su construcci¨®n que, por ejemplo, hizo que su altura fuera casi diez cent¨ªmetros menor de lo realmente recomendable. Finalmente las heridas sociales (¡°a George Bush no le importan los negros¡±, grit¨® en un concierto Kanye West), las sospechas, las denuncias y el neologismo Katrinagate como aspirante a palabra del a?o en 2005, precisamente antes de que Katrina fuera sustituido por Katia como posible denominaci¨®n para huracanes. Ya no se pod¨ªa utilizar porque se hab¨ªa convertido en sin¨®nimo del m¨¢s absoluto horror desde que irrumpi¨®, tras nacer en las Bahamas, a trav¨¦s de Buras-Triumph en las costas de Luisiana el 29 de agosto de 2005, como hurac¨¢n de categor¨ªa 3 y con vientos de m¨¢s de 200 kil¨®metros por hora. El m¨¢s costoso (108.000 millones de d¨®lares de p¨¦rdidas) y el quinto m¨¢s mortal (el que m¨¢s desde Okeechobee en 1928) de la historia de Estados Unidos.
Devastaci¨®n
El agua se adentr¨® hasta veinte kil¨®metros tierra adentro. El 80% de Nueva Orleans qued¨® inundado y 1,3 millones de habitantes del ¨¢rea metropolitana fueron evacuados. La cifra de muertos totales (Florida Mississippi¡.) super¨® los 1.800, m¨¢s de 1.500 de ellos en Luisiana (m¨¢s de 1.100 relacionados de forma absolutamente directa con el cataclismo), donde sigue habiendo m¨¢s de un centenar de desaparecidos. Hasta 230.000 kil¨®metros cuadrados (el 45% de la superficie de Espa?a) fueron declarados zona catastr¨®fica; se hundieron puentes y se da?aron autopistas, m¨¢s de tres millones de personas se quedaron sin luz y el aeropuerto no recuper¨® una actividad normal hasta octubre. 215 cuerpos fueron encontrados en hospitales, los presos fueron abandonados a su suerte en las c¨¢rceles y los cad¨¢veres flotaron durante d¨ªas en las calles, imposibles de identificar una vez recuperados. Un horror al que sigui¨® la miseria: un mill¨®n de personas tuvo que dejar el Golfo de M¨¦xico, la mayor di¨¢spora de la historia de Estados Unidos. Se reparti¨® por los cincuenta estados del pa¨ªs y al menos la mitad (unos 18.700) de sus c¨®digos postales. Hubo tiroteos y suicidios y 204.000 casas quedaron muy da?adas o totalmente destruidas; Un tercio de los desplazados padecieron despu¨¦s s¨ªndrome post traum¨¢tico y m¨¢s de un cuarto, depresi¨®n. En 2006 Nueva Orleans ten¨ªa unos 200.000 habitantes, menos de la mitad que un lustro antes. Y un a?o despu¨¦s contaba 12.000 personas sin techo en sus calles, casi uno por cada 25 habitantes en el ratio m¨¢s alto del pa¨ªs. La gente regresaba, pero m¨¢s lo blancos que los negros (que son mayor¨ªa en una ciudad a la que llegan cada vez m¨¢s hispanos y asi¨¢ticos) y la pregunta entre dientes era hasta qu¨¦ punto se seguir¨ªa midiendo la recuperaci¨®n solo en funci¨®n de c¨®mo de m¨¢s ricos se estaban haciendo los que nunca hab¨ªan dejado de serlo.
Casi 8.000 miembros de la Guardia Nacional estuvieron desplazados en Nueva Orleans, donde se necesitaron 43 d¨ªas para desviar todo el caudal de un agua ya absolutamente contaminada hacia el lago Pontchartrain. Hasta el 5 de septiembre no empez¨® a regresar el suministro el¨¦ctrico, pasaron otras dos semanas hasta que comenzaron a reactivarse las actividades comerciales m¨¢s b¨¢sicas y las banderas ondearon a media asta en todo el pa¨ªs del 2 al 20 de septiembre. El Katrina: ese ¡°estar a punto de perderlo todo¡± al que se refiere Kristian Sonnier y que oblig¨® a que cada gesto, cada punto de apoyo y cada s¨ªmbolo fueran importantes. Y el deporte lo fue. Como instrumento de uni¨®n, motor econ¨®mico, aglutinador de ilusi¨®n¡ como lo que es en su mejor versi¨®n. Los Saints de la NFL, que hab¨ªan estado jugando en San Antonio y Baton Rouge durante el forzado exilio, siguieron en la ciudad aunque hubo rumores de traslado. Y fueron campeones de la Super Bowl 2010, otro abrazo entre Nueva Orleans y el mundo.
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Y los Pelicans se enraizaron en el coraz¨®n de la ciudad e incluso asimilaron en 2013 ese nombre que es el del p¨¢jaro identificativo de Luisiana pero tambi¨¦n el de la resistencia, ecol¨®gica y espiritual, contra las calamidades: el Katrina y los vertidos de petr¨®leo de 2010: ¡°Estamos orgullosos del equipo, de que un jugador como Anthony Davis sea feliz aqu¨ª y haya dicho tantas veces en p¨²blico que no se quiere marchar. La ciudad tiene una relaci¨®n muy especial con ¨¦l, es una afici¨®n tan fiel como la que m¨¢s en la NBA¡±, termina Sonnier.
Nueva Orleans tiene una relaci¨®n profunda con sus Pelicans¡ y con la NBA, que ahora ha tra¨ªdo a la ciudad el tercer All Star Weekend en una d¨¦cada, desde que David Stern quiso demostrar al mundo en 2008 que estaba lista para volver a los escaparates m¨¢s rutilantes. Y m¨¢s exigentes: recado a turistas e inversores. La jugada funcion¨®. Como blindar durante el traslado obligatorio a Oklahoma City (2005-07) la continuidad de la franquicia en Nueva Orleans cuando para algunos era un caso perdido. Como los Saints, los todav¨ªa Hornets vivieron sus mejores a?os justo despu¨¦s de la cat¨¢strofe, cuando (2007-08) con Chris Paul al mando parecieron durante algunos tramos de la temporada el mejor equipo de la NBA, ganaron su primer t¨ªtulo de Division y se vieron despu¨¦s sorprendidos por el colmillo retorcido de los Spurs en el s¨¦ptimo partido de las semifinales del Oeste. Durante esa ausencia de dos temporadas, los Hornets (con un enorme ¨¦xito de asistencia donde muchos vaticinaron una costalada hist¨®rica) volvieron a jugar nueve partidos a Nueva Orleans, cuidando y fortaleciendo el v¨ªnculo con su ciudad cuando otros sencillamente lo hubieran dejado sumergirse en las aguas de la cat¨¢strofe despu¨¦s, adem¨¢s, de tener que gestionar el traslado en menos de seis semanas de toda la franquicia a Oklahoma City: cuerpo t¨¦cnico, jugadores y unos 90 empleados de los cuales doce decidieron no mudarse. Pero acab¨® siendo otro de los muchos aciertos que iluminan la etapa Stern, uno cuya historia contin¨²a ahora, a caballo entre el Smoothie King Center y el m¨ªtico Superdome, con la celebraci¨®n del All Star Weekend 2017 en Nueva Orleans. 299 a?os de historia, m¨¢s de once de ellos despu¨¦s del Katrina.