El enterrador LeBron y el abrazo del lado oscuro
Con la Final 3-1 todo el mundo daba a los Cavaliers por muertos, no sin raz¨®n y a expensas de un bofet¨®n a la l¨®gica que est¨¢ a 48 minutos de una todav¨ªa improbable culminaci¨®n, y LeBron James era (otra vez) el centro de todas las cr¨ªticas: por pasar por encima de Draymond Green para provocarle, por pedir cuentas despu¨¦s ante los medios, por hacer lobby para que se sancionara al ala-p¨ªvot entre bastidores o simplemente por venirse abajo en el ¨²ltimo cuarto del partido que en teor¨ªa acababa con el rayo de esperanza que los Cavaliers hab¨ªan sembrado en el tercero.
En teor¨ªa. En su primer d¨ªa en Oakland tras ese cuarto partido, mientras la NBA debat¨ªa si exclu¨ªa a Green del primer match ball para los Warriors y los aficionados se arremolinaban a la entrada de su hotel para insultarle, LeBron James lleg¨® al entrenamiento con una camiseta del Enterrador, el m¨ªtico luchador de la WWE. Despu¨¦s apost¨® porque su equipo jugara con las camisetas negras con mangas, un modelo (no un color) que detesta en formas que est¨¢n bien documentadas. Para el sexto quiso repetir pero la NBA no permite en Finales que el equipo local juegue de oscuro. Al menos el Quicken Loans cambi¨® el habitual color vino de la grada por el negro ("blackout" a los Warriors) y el equipo salt¨® a calentar con la misma m¨²sica con la que el Enterrador es presentado en sus combates.
Primero pens¨¦ que hab¨ªa en todo esto un cierto humor ¨¢cido como t¨¦cnica de motivaci¨®n primaria. Pero seg¨²n han pasado los d¨ªas me da la sensaci¨®n de que sencillamente LeBron James ha terminado por abrazar el lado oscuro, una canalizaci¨®n definitiva y siniestra de su fuerza al estilo Darth Vader. Y creo que todo el proceso tiene que ver con Stephen Curry, que ning¨²n otro jugador de los que han aspirado a su corona (esencialmente Kevin Durant) hab¨ªa conseguido desesperarle, desquiciarle y finalmente motivarle de semejante manera. Es como si toda la parafernalia que (esencialmente con toda la raz¨®n) ha seguido la estela de estos Warriors durante el ¨²ltimo a?o hubiera provocado una repulsi¨®n activadora, regeneradora, en LeBron. Como si las siete derrotas contra el mismo y aparentemente perfecto equipo le hubieran demolido hasta un cad¨¢ver del que de repente ha resurgido, uno sin el que m¨¢s bien no hubiera podido resurgir jam¨¢s. LeBron, por una vez casi m¨¢s apartado que escrutado y m¨¢s obviado que criticado, necesitaba algo. Y era el lado oscuro. Y la banda sonora del Enterrador.
Escrib¨ª en mi cr¨®nica del sexto partido que ¨¦ramos injustos con LeBron y que por el hecho de que supi¨¦ramos que pod¨ªa jugar as¨ª, le exig¨ªamos que jugara siempre as¨ª. Le evit¨¢bamos el halago excesivo y nos concentr¨¢bamos con lupa amplificadora sobre sus defectos. Como si haber sido m¨¢s incluso de lo que promet¨ªa (el Elegido¡) no fuera suficiente. Como si por ser tan bueno tuviera que ganar siempre. Y haciendo cosas colosales: siempre. Su descomunal superioridad f¨ªsica y su forma de jugar, una revoluci¨®n en s¨ª misma hacia una versi¨®n 2.0 del jugador total, nos ha parecido muchas veces m¨¢s un motivo de cr¨ªtica que de halago. Como si eso lo tuviera de serie y le exigi¨¦ramos a partir de ah¨ª. Es muy injusto, por mucho que llegara a la NBA con un ego cargante que seguramente era el resultado de tener a todo un pa¨ªs mir¨¢ndole sin cumplir la mayor¨ªa de edad (en eso le comparo con Kobe: ?criticamos a quienes son de la ¨²nica forma que pueden ser para sobrevivirnos?). Por mucho que su marcha a Miami fuera horrenda en las formas y que necesitara la derrota en la Final ante los Mavericks para dejar de comportarse como una estrella del rock perdida en Florida.
En esa Final LeBron acab¨® completamente superado. Un a?o antes jug¨® solo de cuerpo presente los playoffs con Cleveland Cavaliers. Ha tenido malos momentos, evidentemente: lleva trece a?os en la NBA. Pero por cada uno de ellos quiz¨¢ deber¨ªamos acordarnos de sus 25 puntos seguidos y sus 48 totales contra los Pistons en los playoffs 2007, cuando con 22 a?os llev¨® a los Cavs a la Final remontando un 2-0 a los Bad Boys. O de los playoffs 2012, cuando jug¨® el cuarto partido de semifinales en Indiana con su equipo perdiendo 2-1: 40 puntos, 18 rebotes, 9 asistencias. Y el sexto de la final con los Celtics ganando 3-2, en el Garden y con la guada?a medi¨¢tica afilada sobre su cuello: 45 puntos, 15 rebotes. Se podr¨ªa seguir con una monta?a inacabable de n¨²meros pero sencillamente creo que de la guerra de aquellos que adoran criticarle contra los que no saben hacer otra cosa que adorarle sale un t¨¦rmino medio en el que cuesta darle el reconocimiento pleno que se hubiera dado a cualquier otro con sus n¨²meros y sus m¨¦ritos.
Y en parte creo que una de las claves de este ¨²ltimo LeBron es que ha dejado de anhelar el aprecio de cuanta m¨¢s gente mejor, el benepl¨¢cito medi¨¢tico. Ha dejado de hacerse ciertas preguntas y, con m¨¢s o menos raz¨®n, ha localizado un objetivo en el que ve todo lo que ¨¦l no ha tenido, multiplicado por mil. Con raz¨®n o sin ella, Stephen Curry se le ha aparecido como N¨¦mesis a LeBron James. Y lo que durante m¨¢s de un a?o nos ha parecido la marca del final de su ¨¦poca puede haberse convertido en realidad en el motor de su mutaci¨®n ¨²ltima. Al LeBron de la ¨²ltima semana no me lo imagino en locales car¨ªsimos y grabando anuncios con una sonrisa de oreja a oreja. Este LeBron de repente oscuro y feliz me hace pensar en la figura ¨²ltima del apocalipsis: ¡°Mir¨¦ y vi un caballo bayo. El que lo montaba ten¨ªa por nombre Muerte, y el Had¨¦s lo segu¨ªa: y le fue dada potestad para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra¡±.
No s¨¦ lo que va a pasar en el s¨¦ptimo partido. No s¨¦ si LeBron va a ganar o va a perder. Y si pierde no s¨¦ si lo va a hacer con una actuaci¨®n legendaria o con un d¨ªa para olvidar (su historia en duelos decisivos casi descarta esta ¨²ltima opci¨®n). Solo s¨¦ que parece (y supongo que las redes sociales son m¨¢s un veh¨ªculo transmisor que el verdadero culpable¡ o no) que en lugar de aplaudir la grandeza se aguarda la derrota para sacarle astillas. Me sorprende que entre dos jugadores como LeBron y Curry se espere a ver qui¨¦n queda en pie para reducir a cenizas al otro. Si pierde parecer¨¢ que no hay nada m¨¢s all¨¢ en el legado del primero. Si cae Curry, se dir¨¢ que para qu¨¦ tanto r¨¦cord de triples y tanto MVP un¨¢nime. Habr¨¢ crying Jordans y memes... porque seguramente se ha cruzado la barrera que separa lo divertido de lo patol¨®gico y la consecuencia sea la privaci¨®n del verdadero disfrute del deporte, que no es otro que visualizar la grandeza cuando, como es el caso, se expresa y se graba en la historia ante nuestros ojos. No s¨¦ qui¨¦n ganar¨¢ y no s¨¦ qu¨¦ har¨¢ LeBron James pero s¨ª s¨¦, casi porque lo he podido tocar con mis propias manos, lo que ha hecho durante la ¨²ltima semana. Lo que ha hecho en realidad durante toda su carrera. Y solo pretend¨ªa apreciarlo antes de que el resultado final decida para muchos qui¨¦n y qu¨¦ es. Aunque eso seguramente ya no importa ahora que ¨¦l lo tiene claro: es el brazo ejecutor del lado oscuro, la banda sonora del Enterrador.