LeBron nunca ser¨¢ Jordan. Y el culpable es Stephen Curry
Ni Kobe Bryant. Ni tampoco Tim Duncan. Ni, por supuesto, Kareem Abdul-Jabbar. Lej¨ªsimos quedan las leyendas de los Celtics. Evidentemente, hablo de anillos; de campeonatos. Aquellas paranoias que tanto comentaban hace unos meses en Estados Unidos ten¨ªan y tienen todo el fundamento del mundo: se va a quedar corto. Lo sabe y lo odia.
LeBron James so?aba con ser el m¨¢s grande de todos los tiempos. La alargada sombra de Michael Jordan le ha perseguido desde que sali¨® del instituto?Saint Vincent-Saint Mary de Akron (Ohio). N¨²mero uno de su camada (Draft de 2003), mejor novato del a?o, cuatro veces MVP, seis Finales de la NBA (cinco consecutivas) y dos anillos de campe¨®n. Logros y n¨²meros que asustan a cualquiera y que le sit¨²an, a sus 31 a?os, entre los grandes de la historia de la competici¨®n. Pero El Rey quiere m¨¢s. Y no le culpo: un jugador de su nivel siempre debe aspirar al m¨¢ximo. Sin embargo, su plan de igualar o superar los seis anillos de Air se ha visto truncado por un joven de rostro angelical y desarrollo tard¨ªo con el que no contaba casi nadie.
El '23' sab¨ªa que los Spurs siempre estar¨ªan ah¨ª (hasta que se acaben todos y cada uno de sus componentes actuales), y tambi¨¦n que su camino se cruzar¨ªa m¨¢s de una vez con el bueno de Kevin Durant. Pero con el Este conquistado y las Finales como ¨²nico compromiso real campa?a tras campa?a, LeBron era consciente de que ten¨ªa tantas opciones como el que m¨¢s en estos tiempos de llegar al nivel de aquella sombra que nunca le ha dejado dormir tranquilo.
Dos anillos con su primer Big Three, vuelta a casa y la Conferencia en la que equipos m¨ªticos como Bulls, Celtics, Sixers y Knicks luchan, sabiendo que cualquier tiempo pasado fue mejor, como patio de recreo. No nos enga?emos, el alero se podr¨ªa tirar toda la temporada jugando 20 minutos y su equipo seguir¨ªa sin perderse ni un solo a?o la eliminatoria que decide el t¨ªtulo m¨¢s importante del baloncesto mundial.?
Entonces, cuando todo parec¨ªa controlado, los Golden State Warriors aparecieron en su radar. Peligro. Aquel Stephen Curry con los tobillos de cristal, cualidades defensivas muy mejorables y un equipo un poco mejor que regular, se convirti¨® de la noche a la ma?ana en el mayor fen¨®meno que ha vivido el deporte de la canasta desde el propio James. Triples imposibles (much¨ªsimos), highlights diarios para el recuerdo, sonrisa de jug¨®n y victorias, muchas victorias. El plan maestro que llevar¨ªa a LeBron directo al Olimpo, truncado por un base que puede haber cambiado el juego para siempre (lleva ese camino...).
Golpe tras golpe
De 23 a 67 victorias en solo tres a?os, un crecimiento brutal el que han experimentado los Warriors alrededor de Curry. El primer gran enfrentamiento entre los dos MVPs de Akron tuvo lugar en las pasadas Finales: 4-2 para los de La Bah¨ªa y otro anillo que se le escapaba a un James que no pudo poner m¨¢s de su parte. Hasta?35,8 puntos, 13,3 rebotes, 8,8 asistencias llevaron su firma durante la batalla, pero no hubo manera. Lo bueno, que ten¨ªa excusa: Kyrie Irving se lesion¨® (miembro estrella de su nuevo Big Three) y los Cavs nunca fueron los mismos.
Tras aquellas Finales y el gran inicio de temporada de los de Oakland (24-0) llegaron las paranoias. "Tienen m¨¢s hambre que nosotros", dec¨ªa El Rey. Y no le faltaba raz¨®n, ten¨ªan que despertar. El d¨ªa de Navidad estaba marcado en rojo. Partido duro, no demasiado vistoso (lo que quer¨ªan), pero otra vez para casa con derrota. No pasa nada, tambi¨¦n hab¨ªa excusa: Irving no estaba rodado (el equipo tampoco) y el choque se disput¨® en el Oracle Arena. Calma.
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Con dos derrotas en tres partidos llegaban los Warriors a The Q, su peor momento de la temporada (dentro de lo buen¨ªsima que est¨¢ siendo). LeBron se levant¨® aquel d¨ªa para escuchar a Curry hablar de Champ¨¢n, de los vestuarios de 'su' casa, etc. No coment¨® nada; estaba concentrado en conseguir ese ansiado triunfo que le permitir¨ªa dejar de lado las dudas y descansar tranquilo. Podemos con ellos, quer¨ªa pensar. Y entonces, sucedi¨®. Curry sac¨® su varita m¨¢gica de paseo por Ohio, golpe¨® una y otra vez desde el triple los sue?os de James (hasta siete...) y los campeones arrasaron en la misma cancha y sobre el mismo parqu¨¦ que hace solo unos meses vio c¨®mo levantaban el Larry O'Brien. Al final, 132 puntos, la peor derrota en casa para El Rey y un sinf¨ªn de estad¨ªsticas que ensalzan las opciones de los Warriors y dejan por los suelos la moral de los Cavs.
La cara de LeBron tras el robo de Curry fue un poema. Y no sorprende, la verdad. Al fin y al cabo, el point guard con cara de ni?o es el culpable de todo (en los ojos del '23'). Qu¨¦ bien estaba yo solo contra los Spurs, debe pensar (tres finales, un anillo). M¨¢s joven que ellos y con un esquema que llevaba a?os estudiando. Los Warriors no solo han roto el baloncesto, como han llegado a decir algunos analistas americanos. Tambi¨¦n han hecho a?icos los sue?os de King James, que ya vive pendiente de su espalda, a cuatro anillos de aquella sombra que se hace grande en cualquier pared. Y no por la edad (con 31, MJ ten¨ªa tres anillos), sino porque a la enorme carga de minutos se ha sumado un muchacho de buena familia, al que no aceptan como 'uno de los suyos', que est¨¢ convirtiendo la mejor liga del mundo en el jard¨ªn de su propia casa (all¨ª tambi¨¦n vuelan los triples, claro). LeBron nunca ser¨¢ Jordan. Y el culpable es Stephen Curry.