As¨ª es la guarida de los 'hombres de negro: paseo por el vestuario
Decorado con austeridad, sin grandes im¨¢genes y con predominio del blanco y negro, el silencio y abatimiento de los jugadores tras la paliza del Granca era la nota dominante
Uno pensar¨ªa que bajar al coraz¨®n de un infierno, donde forjan el hierro unos aguerridos 'hombres de negro', ser¨ªa un viaje apasionante. Las llamas en su g¨¦nesis. Pero no. El vestuario de Miribilla es un velatorio. Bueno, es l¨®gico, al menos tras un 0-25 en casi diez minutos. Es lo que pas¨® ante el Granca. S¨®lo dos medios escritos, uno de ellos AS, y una emisora de radio decidieron franquear la puerta de ese santuario inviolable hasta ahora que es el hogar de los jugadores cuando se visten de corto. Es una de las normas impuestas por ACB. Casi como una profanaci¨®n.
El protocolo suele ser siempre mec¨¢nico. Acaba el partido y los jugadores se encierran a cal y canto. Sito Alonso permanece enclaustrado en su despacho en la sala contigua, mientras un enjambre de ayudantes se dispara por todas partes cumpliendo su funci¨®n. El ome¨®pata Aitz Landaida se prepara como los mec¨¢nicos de F¨®rmula 1 en boxes; el m¨¦dico, Javi Gil, atiende dudas; el fisio, Josean Betolaza se dispone a mover articulaciones y el primero que le reclama, descalzo, es James; el preparador f¨ªsico, ?lvaro G¨®mez-Rubiera, tambi¨¦n echa un cable; y el encargado de material, Fernando P¨¦rez, est¨¢ a mil detalles. Txipi, eterno hombre orquesta del vestuario, pasea sin rumbo conocido mascando la derrota. ?scar Lata, primer ayudante, va bajando pulsaciones; y el tercero de a bordo, Mikel Torre, es una moto GP trayendo estad¨ªsticas, mandando recados y recibiendo pautas.
Unos diez minutos despu¨¦s de acabar el partido, Sito entra en el recinto. Da una charla que no dura ni treinta segundos y sale con cara seria con parte de su grupo de trabajo. El jefe de prensa, Jos¨¦ Luis Blanco, da permiso a los periodistas. "?Adentro!". El vestuario no es un compartimento rectangular. Tiene un recodo. No esperen alardes en este santuario, y m¨¢s con el funeral tras la paliza del Herbalife, el nuevo l¨ªder de la Liga Endesa tras la segunda jornada. El negro de las taquillas, el alicatado blanco y el suelo gris gobiernan este lugar hasta ahora no descubierto por nadie ajeno al club. Cada baloncestista tiene su taquilla, en riguroso negro, con zapatillas gigantes y su ropa, pero nada que ver con otros vestuarios de NBA y ACB con p¨®sters gigantescos de cada uno en su armario. Aqu¨ª hay fotos peque?as con el dorsal. Tampoco se encuentran grandes im¨¢genes del equipo, o decoraciones alegres, como esa pista de baloncesto que tiene dibujada el Obradoiro en el suelo. El club gallego tambi¨¦n despliega un fot¨®n en el techo del equipo haciendo pi?a tras una gran conquista. En Miribilla no se da rienda a nada de eso. Tras caer ante el Granca, en las entra?as del pabell¨®n de los sue?os hay silencio. Ni una voz alta. Y cabeza baja. "Nos hemos parado", masculla Ra¨²l L¨®pez con hielo en su rodilla. Bertans se quita las vendas de sus pies y algunos como Mumbr¨² se han despojado de sus botas para acomodarse en chanclas.
Nada m¨¢s entrar, puede apreciarse un gran escudo del Bilbao Basket y la imagen de la Amatxu de Bego?a. Unos metros m¨¢s all¨¢, un gigantesco espejo. Tambi¨¦n cuelgan de un corcho apuntes y detalles sobre el Granca y cada uno de sus jugadores. El que m¨¢s cerca se encuentra de la puerta es el griego Bogris, que repasa ya los apuntes para el viaje a Bonn de la Eurocopa.
Hannah est¨¢ a¨²n apesadumbrado, reflexivo sobre sus rodillas, con el torso desnudo, como la mayor¨ªa. En breve les espera la ducha. Todo el vestuario aparece coronado por una leyenda: 'Defensa. Balance. Acci¨®n=Reacci¨®n'. Hervelle es el primero que sale hacia la sala contigua, donde le esperan para un masaje. Luego acude Mumbr¨². Cerca de all¨ª est¨¢ la zona de la lavander¨ªa. Tambi¨¦n hay una m¨¢quina de refrescos. Y cuatro pizarras con decenas de apuntes, sobre ataque y defensa y grandes rasgos del juego, m¨¢s detalles de los rivales. "Principios b¨¢sicos=filosof¨ªa". "Ayuda a mi compa?ero/Al equipo", se lee. Cinco minutos de visita dan para hacerse una idea de c¨®mo es esta capilla del dolor, donde el silencio es el due?o. Decenas de fotos, un par de entrevistas y la puerta se cierra de nuevo a cal y canto. Regresa la intimidad al horno donde se forjaron los 'hombres de negro'.