Los hermanos Gasol se r¨ªen del destino
Los mejores finales felices son los inesperados. Magn¨ªficos y escasos. Reconoced que os ha pasado: la chica que te gusta se va del bar y te quedas unos segundos mirando a la puerta, esperando que vuelva y se dirija hacia ti. No regresa jam¨¢s. O despu¨¦s de que tu equipo reciba un gol letal en el, digamos, minuto 92:48, diriges suplicante la vista hacia el ¨¢rbitro rezando, t¨² que eres ateo, para que lo anule por el motivo que sea, aunque sea por piedad. Pero el cabr¨®n se?ala el centro del campo y todo se vuelve negro. Siendo adolescente, llegas a casa antes de lo esperado y oyes ruidos extra?os procedentes, al parecer, de la habitaci¨®n de tus padres. ¡°Que sean los vecinos¡±, ruegas en voz baja, pero no: el pestillo est¨¢ echado. La realidad disfruta destruyendo ilusiones como ese ni?o gordo (siempre es gordo) y malcriado que te dice en el patio que los Reyes Magos no existen. Pero a veces, pocas veces, un sue?o se cuela por las rendijas y toma cuerpo. Este hito de Pau y Marc Gasol es una de esas ocasiones.
Tras aquellos maravillosos a?os en los que el Madison parec¨ªa Magari?os, la edad de oro del b¨¢sket espa?ol en la NBA se marchitaba. Se lesion¨® Garbajosa, las aventuras de Navarro, Sergio Rodr¨ªguez y Rudy no fueron como esperaban, Calder¨®n se apagaba, Pau dormitaba en los Lakers y s¨®lo Marc e Ibaka se manten¨ªan en la ¨¦lite, pero el escaso glamour de Memphis y la descomunal sombra de Durant y Westbrook les dejaban en un segundo plano. Winter is coming, pensamos. Y de repente sali¨® el sol. Radiante.
Marc, en ¨²ltimo a?o de contrato, decidi¨® ser m¨¢s ego¨ªsta, lo que en su caso significa pasar de 0 a 0,5. Suficiente como para subir sus n¨²meros y que, cuando Memphis arranc¨® como un avi¨®n, atrayendo m¨¢s miradas de las habituales, los medios USA comenzaran a se?alar lo evidente: al baloncesto se juega exactamente como el t¨ªo grande de la barba. Marc, que lo hace todo y todo bien, s¨®lo necesitaba que las c¨¢maras le enfocasen. De que los aficionados no pudieran apartar la mirada de ese cl¨ªnic permanente (defensa, pase, lectura, toma de decisiones, anotaci¨®n, rebote, liderazgo¡) ya se encarga ¨¦l. Con 29 a?os y en plenitud, en su caso no sorprende el rendimiento, sino que el gran p¨²blico lo valorase. Es ¡®Boyhood¡¯, una peli indie col¨¢ndose como protagonista de los Oscars.
Lo realmente inesperado ha sido lo de Pau. Tras dos a?os de apat¨ªa en los Lakers, esa fase de las relaciones moribundas que s¨®lo la rutina sostiene (bueno, la rutina y 20 millones de d¨®lares) era previsible que un cambio de escenario le sentase bien. Pero un bien moderado, como a m¨ª dormir ocho horas, no extraordinario como a Charlize Theron un vestido de gala. Ha sucedido lo segundo. Con 34 a?os, est¨¢ jugando una de las mejores temporadas de su carrera y el cambio de conferencia tambi¨¦n le ha ayudado. Tras toda una carrera luchando por el All Star con la legendaria cuadra de ala-p¨ªvots del Oeste de los ¨²ltimos 15 a?os, el Este le ha allanado el camino: de ser uno de los mejores interiores a ser el mejor. Sin m¨¢s. Este Gasol de Chicago nos recuerda lo que el feo final en Los ?ngeles casi nos hace olvidar: en un equipo malo tiende a dejarse llevar, pero en uno bueno es un jugador sublime. No sorprender¨ªa que aguantase el nivel varios a?os m¨¢s.
As¨ª, cuando pens¨¢bamos que se nos acababa el mejor espa?ol de la historia y, con ¨¦l, se machaba una etapa gloriosa e irrepetible (totalmente) de nuestro baloncesto, de golpe la chica volvi¨® a entrar en el bar y nos sonri¨®. Que los dos Gasol fueran titulares en el All Star habr¨ªa resultado una noticia sensacional hace tres a?os, pero ahora es mucho m¨¢s: es una alegr¨ªa inesperada, una partida extra, una venganza de todas aquellas veces que esperamos el milagro y nos quedamos con cara de tontos. Es una gran historia y es Historia. Es el recuerdo de que, como dijo el sabio, la vida puede ser maravillosa.