"Perdimos en el 69 y se festej¨® en Las Ramblas"
Este viernes el Madrid vuelve a una Final Four 15 a?os despu¨¦s, y ser¨¢ en Barcelona, justo tras la lluvia de cl¨¢sicos en f¨²tbol. Ferr¨¢ndiz, el entrenador blanco con m¨¢s t¨ªtulos, ya jug¨® en casa del gran rival una final de la Copa de Europa en 1969. Dos a?os antes hab¨ªa ganado la Final Four de Madrid.


El Madrid vuelve a la Final? Four 15 a?os despu¨¦s y lo hace en Barcelona, donde usted ya perdi¨® en 1969 una final de la Copa de Europa. ?Qu¨¦ ambiente le esperar¨¢ al Madrid?
Tal y como est¨¢ de enconada la rivalidad Madrid-Bar?a, me temo que los seguidores cul¨¦s, al menos los que vayan, estar¨¢n claramente en contra del Madrid. Es duro asumir que el eterno rival gane la Copa de Europa en tu cancha. Y la afici¨®n del Barcelona lo dej¨® claro en 1969. En los ¨²ltimos minutos de la final, que tuvo dos pr¨®rrogas, se decant¨® totalmente por el TSKA. Escuch¨¦ m¨¢s veces la palabra TSKA en la Ciudad Condal de lo que lo hab¨ªa hecho en Mosc¨². All¨ª iban a los partidos muchos oficiales del ej¨¦rcito ruso y eran muy educados y respetuosos.
Raimundo? Saporta consigui¨® que aquella final se disputara en Espa?a, pero al clasificarse el club blanco, la FIBA le oblig¨® a que se jugara lejos de Madrid.
Fue tambi¨¦n un acto de amistad con Samaranch, porque tampoco ten¨ªa ning¨²n objeto que el Madrid jugase en Barcelona. Creo que ¨¦l debi¨® intervenir para que se celebrase all¨ª.
Y se plantan en Barcelona sin saber muy bien qu¨¦ ambiente se iban a encontrar.
No, sin saberlo, no. Yo me lo imaginaba muy bien y era contrario a ir a Barcelona. De no haber jugado all¨ª creo que habr¨ªa sumado otra Copa de Europa. Estoy convencido. Al TSKA ya le vencimos aquel mismo a?o en Mosc¨². Pero en Barcelona... conoc¨ªa demasiado bien lo que nos esperaba.
?Y c¨®mo eran los partidos en el Palacio de Deportes de Barcelona, en Montju?c?
Los recuerdos son muchos y muy pocos agradables. Llegaron a meterme una colilla encendida por el cuello de la camisa. El ambiente era tremendo.
Pero en aquella final del 69 las cr¨®nicas cuentan que el p¨²blico se mantuvo neutral muchos minutos.
S¨ª, lo reconozco, incluso aplaudieron jugadas de ambos equipos, pero al final se decantaron decisivamente cuando vieron que los sovi¨¦ticos pod¨ªan llevarse de verdad el t¨ªtulo.
?Es cierto que usted sal¨ªa a la pista? antes de tiempo para caldear el ambiente?
S¨ª, ten¨ªa la costumbre en todos los partidos, pero especialmente en Barcelona y Badalona. Sal¨ªa primero para que el p¨²blico se desahogara conmigo, cosa que hac¨ªa muy cumplidamente, y luego aparecieran los jugadores con los aficionados algo aplacados.
?Al estilo Mourinho?
Cabr¨ªa decir, aunque s¨®lo fuera por una cuesti¨®n de edad, que Mourinho es el imitador.
Emiliano fall¨® en los ¨²ltimos segundos del tiempo reglamentario, ?qu¨¦ recuerda?
Puede ser, pero si le hubi¨¦ramos dado m¨¢s balones a Emiliano en lugar de a Miles Aiken, nuestro americano, hubi¨¦ramos ganado. Aiken par¨® bastante el ritmo porque no pod¨ªa correr como los dem¨¢s y el arma del Madrid era el contraataque.
Aiken hab¨ªa sido el m¨¢ximo anotador en su tercer t¨ªtulo europeo un a?o antes, pero usted le puso la cruz casi nada m¨¢s llegar a Madrid.
No desde el principio. El problema es que a ¨¦l le costaba entrenarse fuerte, le dol¨ªa una rodilla, y en el Madrid todos deb¨ªan trabajar igual, porque nuestro principal arma era el contraataque. Eso a ¨¦l no le gustaba. Y si no le gustaba el contraataque, pues a m¨ª no me gustaba Aiken. En la final de Barcelona fren¨® nuestra velocidad y, sobre todo, fall¨® una canasta al final de la primera pr¨®rroga que hasta yo la hubiera metido (¨¦l mismo recuerda que la Demencia le cantaba: "Pizarr¨ªn?, enano saltar¨ªn").
Ha mantenido durante a?os que Aiken err¨® ese tiro a prop¨®sito s¨®lo para fastidiarle.
No puedo asegurarlo, pero me doli¨® tant¨ªsimo ?l sab¨ªa que al final de temporada estaba en la calle. Si hab¨ªa alguna posibilidad de que me arrepintiera, la olvid¨¦ con aquel fallo.
Dicen que le amenazaba con el infierno cuando tiraba desde? fuera.
Eso es una leyenda. Mis jugadores ten¨ªan libertad en todos los terrenos.
Pero al final el relevo de Aiken fue traum¨¢tico, porque ficharon a Whitmore y lo detuvo? la polic¨ªa.
Whitmore era de lo mejorcito jugando al baloncesto que he visto en mi vida y le pillaron fumando hach¨ªs. Lo quisieron meter en la c¨¢rcel y lo tuvimos que despedir. Lo dices ahora y la gente se r¨ªe. Yo lo hubiera castigado, aunque no hasta ese punto. Pr¨¢cticamente lo ech¨® el gobierno de la ¨¦poca, porque yo me lo hubiera quedado. Era un jugador tremendo.
Volvamos a la final de Montju?c?, ?cu¨¢l fue la reacci¨®n de los aficionados de Barcelona tras el encuentro?
Festejaron con entusiasmo nuestra derrota, creo que incluso? hasta en Las Ramblas.
?Fue la m¨¢s dolorosa de su carrera??
Una de las m¨¢s, porque perder el t¨ªtulo en casa de tu rival es muy duro.
Al Madrid de la d¨¦cada de los sesenta siempre se le recordar¨¢ por ser el primero en romper la hegemon¨ªa de los clubes de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
S¨ª, abrimos la puerta de las victorias ante los equipos del Este al resto de Europa. Hasta entonces vencer a los yugoslavos, checos, polacos, sovi¨¦ticos?... era impensable. Y el Madrid empez¨® a ganarles a todos y luego nos siguieron el Simmenthal Mil¨¢n y el Varese?.
En su palmar¨¦s hay cuatro Copas? de Europa, ?c¨®mo se prepara una final?
Los grandes equipos europeos se conocen bien. Es m¨¢s importante evitar meterle presi¨®n extra a los jugadores, no hay raz¨®n para modificar la actuaci¨®n psicol¨®gica habitual. As¨ª era en el Madrid de aquella ¨¦poca, donde los jugadores iban a por todas, no hac¨ªa falta ninguna preparaci¨®n psicol¨®gica?.
?Lleg¨® a espiar a su plantilla desde la habitaci¨®n de al lado poniendo un vaso en la pared?
?Me imagina con un vaso en la oreja para escuchar lo que se dice? Otra leyenda m¨¢s.
En la final de Barcelona tambi¨¦n estuvo Brabender, era su segunda temporada y ese mismo a?o se nacionaliz¨® y debut¨® con la Selecci¨®n. Uno de sus grandes aciertos, aunque estuviera a punto de echarle.
Le fich¨¦ por recomendaci¨®n de Philadelphia tras un maratoniano viaje por EE UU. En realidad, pretend¨ªa traer a un armario? y Brabender apenas pasaba del 1,90. Me planteaba cederlo al Canoe cuando Amescua (el delegado) me coment¨® que un entrenador de prestigio nacional acababa de decir, tras ver un entrenamiento, que era un petardo. En ese momento determin¨¦ que tuviera ficha del primer equipo. Luego pens¨¦? que me hab¨ªa equivocado, pero viendo c¨®mo se ejercitaba, c¨®mo defend¨ªa Y mira, acert¨¦. Nuestros nacionalizados no fueron fraudulentos porque siguen aqu¨ª m¨¢s de cuarenta a?os despu¨¦s.
En Espa?a se llegaron a prohibir los extranjeros para igualar la competici¨®n.
El Madrid ten¨ªa los mejores americanos y eso sentaba mal. Los equipos protestaron y en las reuniones de la Federaci¨®n se vetaron. En 1965 jugamos la Copa en Salamanca sin Luyk y sin Burgess, con Emiliano lesionado y Sevillano tocado, y nos llevamos el t¨ªtulo de paliza.
Perdi¨® la final de Barcelona?, pero en 1967 hab¨ªa ganado la Final Four en Madrid. ?En qu¨¦ cambia jugarse el t¨ªtulo en dos d¨ªas en vez de en uno?
Son dos cosas diametralmente diferentes. La Final Four es una de las mejores cosas que hay en el baloncesto internacional, con cuatro aficiones y un colorido extraordinario. En la Final Four que ganamos nosotros todo el p¨²blico era del Madrid, porque entonces los seguidores no viajaban. Fue una barbaridad el ambiente favorable que nos encontramos. Y de entonces, de la final ante el Simmenthal, es esa hist¨®rica foto en la que aparezco en el banquillo dando un brinco enorme junto a Clifford Luyk.
?Qu¨¦ consejo le da al actual Madrid?
Que siga como en sus ¨²ltimos partidos importantes. Est¨¢ jugando bien, pero sobre todo veo un potencial enorme en la mayor¨ªa de sus jugadores. Me ha sorprendido la progresi¨®n de Tomic y creo que Mirotic ser¨¢ una gran figura. El equipo tiene un porvenir tremendo y lo que lamento es que Messina no pueda disfrutar del trabajo realizado. Digan lo que digan ahora, es un gran entrenador y un campe¨®n.
?Cree que Messina se ha arrepentido de su dimisi¨®n??
No lo s¨¦, pero muy satisfecho no debe andar.
?Considera que sin ¨¦l la plantilla se ha liberado?
Cuando se va un entrenador, en cierto modo, se liberan unos y otros lo sienten. No creo que todo el equipo se haya sentido liberado, eso no lo concibo. Alg¨²n que otro jugador s¨ª; pero eso, aunque no se crea, le ocurrir¨ªa al mism¨ªsimo Mou.
?Y a usted que le sucedi¨®?
Lo mismo, pero en mi caso hubo mayor¨ªa de liberados. Aunque ahora estoy encantado de c¨®mo me tratan los que fueron mis jugadores.
"Me voy porque los t¨ªtulos me salen por las orejas", dijo antes de dejar el banquillo en 1975. Pero 20 a?os despu¨¦s volvi¨® a levantar la Copa de Europa, la ¨²ltima del Madrid, esta vez desde los despachos, como asesor presidencial?.
S¨ª, era el responsable de la secci¨®n. Yo gan¨¦ cuatro Copas de Europa como entrenador y una como directivo. Entonces hab¨ªa mucha presi¨®n por el vac¨ªo de t¨ªtulos, como ahora, porque llev¨¢bamos 15 a?os sin ganar. Y recuerdo, y eso nunca ha trascendido, que estuve a punto de vender a Sabonis antes incluso de la Final Four. Llegu¨¦ a hablarlo con el presidente, Ram¨®n Mendoza, y con el vicepresidente, Lorenzo Sanz.
Suena? a locura s¨®lo plante¨¢rselo, ?por qu¨¦ lo hizo?
Ten¨ªa mis razones y hasta ah¨ª puedo decir; aunque reconozco que Sabonis es de lo mejorcito que ha pasado por el Madrid.