Mundobasket 2006 | Espa?a 70 - Grecia 47
Espa?a es el Sol Naciente
Campeones sin Pau y con un gran partido de Garbajosa y Navarro
El Sol Naciente ilumina el Naismith Trophy, el Campeonato del Mundo de baloncesto, que reluce en las manos de toda Espa?a. Pau Gasol, con sus muletas, es el Jugador M¨¢s Valioso del Mundial. Jorge Garbajosa es el Larry Bird de Espa?a. Y, en pleno Imperio del Sol, Juan Carlos Navarro brilla como una centella fugaz de aquellas que intentaba atrapar, de chiquillo, por los pinares sevillanos de Aznalc¨¢zar.
En el Imperio del Sol, Espa?a sube al Monte de los Cedros del t¨ªtulo mundial: furias rojas adornadas con la banda blanca de los pilotos suicidas del Emperador, bombas volantes contra los portaaviones estadounidenses en Okinawa. Pero no, no son kamikazes. La Bomba es Navarro. Son nuestros h¨¦roes, son los j¨²niors de oro, son los campeones del mundo. Son Espa?a: como Santana en Wimbledon, en 1966, como las pasadas de Alonso a Schumacher, como Nadal a la carga en Roland Garros, como el gran Madrid pentacampe¨®n de Europa al mando de Don Alfredo di Stefano, como el Tour eterno de Miguel Indurain, como los Juegos de Barcelona... y como la explosi¨®n de Pau Gasol en la NBA. All¨ª, en el coraz¨®n de ese sue?o de estrellas donde hab¨ªa llegado primero Fernando, Fernando Mart¨ªn...
Y es uno de los pr¨ªncipes imperiales, el pr¨ªncipe Hitachi, el que pone el Naismith Trophy en las manos de Espa?a, en plena descarga de recuerdos, tras la final. Fue final, pero no fue partido. "Nosotros somos el mar. Siempre estamos ah¨ª. Vosotros sois la tormenta. Como la tormenta, lleg¨¢is con furia y espuma, resopl¨¢is... y os perd¨¦is en la atm¨®sfera. Y nosotros siempre permanecemos y permaneceremos", dec¨ªa a sus incautos enemigos. En el Saitama Arena, Espa?a fue el viento, la tormenta, la tempestad, el aire, el fuego y el agua.
Perdida.
Y Grecia fue un juguete: como los Sixers de Julius Erving, en 1980, en las manos de Magic Johnson, cuando Kareem Abdul-Jabbar estaba roto en el hospital. Como aquel Madrid de Ferr¨¢ndiz que en 1975 no supo qu¨¦ hacer con "la" Ignis de Varese que se hab¨ªa quedado sin Dino Meneghin. Gasol estaba fuera de la pista, en el banquillo y con muletas, pero tuvo mucho que ver con la cat¨¢strofe griega: desaparecido Pau del mapa del partido, la gran Grecia campeona de Europa se encontr¨® perdida en mitad del desierto ante una guerrilla roja ajustada que primero les golpe¨® en el interior con Felipe Reyes (8-6) y despu¨¦s les cosi¨® con los triples (18-12, 28-12, 31-16...) de Garbajosa y Navarro.
A Baby Shaq s¨®lo le quedaba liarse la toalla a la cabeza y pedir un buen filete para bajar el colapso sangu¨ªneo. Se diluy¨® en una mesita de noche con los plomos fundidos por el gran calibre de Marc Gasol, alias La Tanqueta. Contra tanquetas no valen armarios. En el descanso, 43-23, tras triple mortal de Berni Rodr¨ªguez a falta de un segundo. Los aplausos tenues y la risita conejil del Pr¨ªncipe Imperial Hitachi, en reconocimiento a Espa?a, dejaban bien clara la situaci¨®n: en las alturas del Monte de los Cedros, Niitaka Yama Nobore, la consigna del ataque a Pearl Harbour, ya s¨®lo hab¨ªa sitio para la flota espa?ola del Pac¨ªfico.
Sin su gran objetivo en pista, el portaaviones Pau Gasol, en el dique seco del banquillo, Grecia se desarticul¨®. El campe¨®n de Europa, el verdugo de EE UU, navegaba asediado por una inesperada pesadilla m¨®vil: un enjambre defensivo que relampagueaba en defensa individual y se replegaba hacia la rapid¨ªsima zona de ajuste. Nada de trincheras. Esa zona era el cr¨¢ter rojo de un volc¨¢n vomitando lava incandescente hacia Grecia: all¨ª desaparec¨ªan los tiros griegos, salvo algunos de Kakiuzis, y se ahogaban Baby Shaq y Papadopulos. En ataque, Espa?a sal¨ªa a galope tendido: con Pau Gasol, Grecia hubiera podido esperar un ataque posicional cargado hacia dentro. Sin Pau, lo que hab¨ªa era un safari permanente y sostenido contra las fuerzas de Giannakis. Espa?a cerraba los tiros exteriores, aseguraba los rebotes (Jim¨¦nez, 11, Marc, 7)... y sal¨ªa de estampida en busca de la artiller¨ªa: Garbajosa y Navarro. Si Grecia se abr¨ªa en busca de los tiradores, abr¨ªa hueco interior y pagaba por ello: Felipe Reyes, 10 puntos en nueve minutos de juego. Hemorragia griega. Lecci¨®n magistral de guerra m¨®vil, guerra-rel¨¢mpago: Mariscal Pepu.
Larry.
Y cada vez que Grecia intent¨® acercarse, apareci¨® Larry Bird. Perd¨®n, Jorge Garbajosa. No es de Boston ni de French Lick, Indiana, sino de Torrej¨®n de Ardoz, provincia de Madrid, que ahora pondr¨¢ sucursal en Toronto, Canad¨¢. En el minuto 30, Grecia hab¨ªa gateado como hab¨ªa podido hasta el 51-34. Ah¨ª, Sergio Rodr¨ªguez, quiz¨¢ vi¨¦ndose ya en mitad de su viaje a Portland, Oreg¨®n, se elev¨® a mitad de la zona griega... y sirvi¨® a Larry Garbajosa, el gatillo listo a la derecha, en territorio de tres puntos: Boom. 54-34.
Justo ah¨ª, el gran Papalukas baj¨® los brazos, acab¨® el tercer cuarto... y Giannakis hizo a?icos su pizarra a los ojos de sus jugadores, en un ataque fren¨¦tico. Pero era la m¨¢s pura y simple impotencia.
El final viene de la mano de unos n¨²meros de esc¨¢ndalo (60-36, 66-38), Navarro gir¨¢ndose al banquillo, Navarro besando a Pau y Larry Garbajosa, el m¨¢s duro de todos, a lo suyo: anotando tiros lejanos, implacable. Y si no los anotaba, cog¨ªa los rebotes: hasta 10, cinco ofensivos. Dig¨¢moslo en idioma NBA, destino de Garbajosa: Clutch player, jugador de momentos decisivos. Y lleg¨® la quinta falta de Diamantidis, abrumado. Y Baby Shaq, avergonzadito, no se quitaba la toalla del descomunal morrillo. Papaloukas viv¨ªa su noche m¨¢s amarga. Y Espa?a viv¨ªa el momento, Espa?a vibraba, Espa?a cantaba victoria, Espa?a tocaba el Naismith Trophy, Espa?a era de oro. Nunca pierdan la memoria de este d¨ªa.
Pasar¨¢n los a?os y todos querremos recordarlo, querremos contar aquella ma?ana de Jap¨®n en la que Espa?a, el Sol Naciente, subi¨® al Monte de los Cedros...
Dedicatoria a su padre fallecido
Pocas horas antes de la final le comunicaron a Pepu Hern¨¢ndez que su padre hab¨ªa fallecido en Madrid. El seleccionador guard¨® su pena y pidi¨® que no trascendiese la noticia, sobre todo a los jugadores. Al recibir el trofeo al equipo campe¨®n, Pepu mir¨® al cielo. Don Jos¨¦ Hern¨¢ndez Medina (Madrid, 1919) ten¨ªa dos hijos, Jos¨¦ Vicente y Rafael. El sepelio tendr¨¢ lugar ma?ana, en el cementerio de La Almudena.