Hace 15 a?os el que escribe estas l¨ªneas aterriz¨® en la redacci¨®n de AS. En todo este tiempo no me hab¨ªa percatado de la existencia de Jorge Egocheaga. Supongo que esta confesi¨®n no me deja en muy buen lugar como periodista. Corro r¨¢pidamente a teclear su nombre en el santo grial del periodismo actual (el Search Engine Optimization) y veo en Google que ¡®s¨®lo¡¯ hay 74.800 resultados con su nombre, mientras que si pongo Cristiano Ronaldo aparecen m¨¢s de 194 millones de resultados. Puede que no fuera un problema s¨®lo m¨ªo sino de la cultura ¡®deportiva¡¯ que promulgamos los mass media, pero tampoco me conviene enga?arme con falsas excusas, ni es conveniente que escriba por aqu¨ª todo lo que se me pase por la cabeza, como hac¨ªa Hunter S. Thompson (inventor del periodismo gonzo), en El ?ltimo Dinosaurio, que relataba c¨®mo ¡®cantaba¡¯ literalmente borracho sus cr¨®nicas por tel¨¦fono con la absoluta convicci¨®n de que iba a ser despedido y que, en realidad, su editor jefe al d¨ªa siguiente le felicitaba al quedarse completamente maravillado por sus textos. He pedido escribir este art¨ªculo sobre ¡®Quiz¨¢s vivir sea esto¡¯, de Jorge Egocheaga (11-07-1966), porque nunca es tarde para enmendar errores (¡°lo que vale es el aqu¨ª y ahora, porque por un instante ya no existe el momento siguiente ante la implacable fuerza f¨ªsica de lo ¨²nico verdadero: el constante cambio¡±) y porque me he quedado fascinado con este libro. Por eso, Jorge, disc¨²lpame por tomarme la licencia de escribir esta rese?a dirigi¨¦ndome a ti como si te conociera de algo, cuando nunca nos hemos cruzado (en esta vida al menos). De momento, perm¨ªteme que, como gancho para el que s¨®lo busca leer algo sobre tus logros deportivos, ilustremos este reportaje con esta infograf¨ªa interactiva de los 14 ochomiles que tienes a tus espaldas, porque en Espa?a s¨®lo hay otras cinco personas con esta haza?a: Juanito Oiarzabal (1999), Alberto I?urrategi (2002), Edurne Pasab¨¢n (2010), Ferr¨¢n Latorre (2017) y Oscar Cadiach (2017).
Querido Jorge, escribo en primera persona para, aunque no te lo creas, pelear contra esa guerra, como dices t¨², de la lacra de la vanidad. Te muestro mis verg¨¹enzas para que te imagines, como bien recalcas, lo insignificantes que llegamos a ser todos en general (y los periodistas en particular, me atrevo a?adir yo). Me sorprende que tu libro no est¨¦ entre los m¨¢s recomendados de la literatura deportiva. Bueno, en realidad no. Confiesas que eres un tipo ¡°agrio y en ocasiones hasta claramente desagradable¡±, muy al margen de los focos medi¨¢ticos. En 2014 renunciaste, por ejemplo, al premio al mejor deportista asturiano de la Asociaci¨®n de la Prensa Deportiva del Principado de Asturias. De alguna manera, y sin querer entrar en ning¨²n tipo de comparaci¨®n, sigues la huella de Reinhold Messner (el primero que ascendi¨® los 14 ochomiles, entre 1970 y 1986; el primero en hacerlo sin ayuda de ox¨ªgeno porque siempre defendi¨® la aventura como una forma de vida; y Pr¨ªncipe de Asturias en 2018), pero por una nueva v¨ªa m¨¢s dif¨ªcil a¨²n: la de renegar de cualquier tipo de elogio. Los periodistas somos muy amigos de recomendar lo que nos llega regalado o lo que escriben amigos nuestros. Me cost¨® mucho encontrar y comprar tu libro (cuando en la librer¨ªa El¨ªas de Oviedo me dijeron que ten¨ªan un ejemplar, me dio la sensaci¨®n de que hab¨ªa descubierto el cofre m¨¢s codiciado de la isla del tesoro) despu¨¦s de seguir la recomendaci¨®n del ¡®Viejo Pull¡¯ en Youtube (tampoco le conozco de nada, pero considero que ser¨ªa muy saludable para el oficio de periodista la de citar siempre, no s¨®lo cuando ejercemos de tabl¨®n de anuncios de otros medios sino c¨®mo llegamos a descubrir una historia: no debilita el hecho de reconocer que no sabes de todo sino aparentar que lo sabes todo, por cierto, en AS el alpinista de verdad, quien m¨¢s sabe y quien mejor escribe sobre esto es nuestro fot¨®grafo Dani S¨¢nchez, con todos los respetos y admiraci¨®n a Sebas ?lvaro que en la actualidad escribe en Marca).
¡°Si conseguimos que uno de esos ni?os de Makalu pueda continuar sus estudios en Katmandh¨², habremos logrado cambiar una vida para siempre¡±
Jorge Egocheaga
Hace unos a?os, Jorge, habr¨ªa centrado todos mis esfuerzos en intentar entrevistarte a toda costa. Es curioso, los periodistas siempre pensamos que vamos a contar mejor que nadie algo que nunca protagonizamos nosotros. T¨², en este libro, lo haces de f¨¢bula (lo que demuestra, adem¨¢s, el papel superfluo y sobrevalorado que tenemos los plumillas). En una imaginaria entrevista me habr¨ªa gustado preguntarte por qu¨¦ decidiste desnudar tu alma cuando hab¨ªas llegado hasta aqu¨ª en la m¨¢s estricta intimidad. Quiero creer que hay otros miles de Jorges Egocheagas por el mundo, como dices t¨², porque ¡°m¨¢s de la mitad del mundo tiene mucho que decir, pero no puede hacerlo, mientras una peque?a fracci¨®n no tiene que aportar pero no calla¡±; lo que ocurre en la actualidad es que estamos m¨¢s centrados en el acaparar ¡®likes¡¯ y clics en lugar de buscar historias que lleguen al coraz¨®n. Leyendo hasta la ¨²ltima p¨¢gina de tu libro no hace falta que me expliques nada. Compartes con el lector un ejercicio ¨ªntimo sobre la humildad y honestidad con la que hay que encarar la vida, pese a que ¨¦sta muchas veces se empe?e en darnos tremendos bofetones. Caer y levantarse. Qu¨¦ f¨¢cil es decirlo, pero cu¨¢nto cuesta ponerlo en pr¨¢ctica. Puro deporte, lo siento Jorge. Por mucho que te empe?es en decir que no eres nadie en el mundo del deporte. Para m¨ª, no s¨¦ si preocuparme o alegrarme, re¨²nes todo lo que deber¨ªa representar un deportista impulsado por una coherencia que rompiste por una buena causa, porque los derechos de autor y todo lo que se recauda con tu librazo va para la creaci¨®n de becas para la educaci¨®n de ni?os del valle del Makalu, el lugar donde descansa tu mujer, J?elle. Pareces de otra pasta. Como el asunto de las marcas y los r¨¦cords, como aquello del ascenso expr¨¦s al Aconcagua que hiciste en 7 horas y 52 minutos, en 2007, cuando Kilian Jornet registr¨® siete a?os despu¨¦s un tiempo de 8 horas 45 minutos de Kilian. No voy a poner adjetivos grandilocuentes para gestas de las que no has querido presumir. Eso s¨ª, recurro a una entrevista de tu difunto hermano I?aki Ochoa, con la Revista Desnivel, para dimensionar tu figura como deportista y persona: ¡°Cuando todos los kazajos estaban en el campo base de Manaslu, con plumas hasta arriba y mil metros de nieve fuera, ¨¦l estaba en camiseta. Me preguntaban de d¨®nde le hab¨ªa sacado a este t¨ªo. Me impresiona por sus valores humanos. Siempre sale a todos los rescates, siempre se come todos los marrones, no se escaquea en abrir huella y luego los pulmones que tiene. Baj¨® el Manaslu en cuatro horas¡±.
"Me impresiona por sus valores humanos. Siempre sale a todos los rescates, siempre se come todos los marrones, no se escaquea en abrir huella y luego los pulmones que tiene. Baj¨® el Manaslu en cuatro horas"
M?S ALL? DEL DEPORTE
Le he dado muchas vueltas sobre escribir esta rese?a o no por aplicar la filosof¨ªa que cuentas en el libro. No sab¨ªa si compartir estas l¨ªneas era de alguna manera entrar en la perversi¨®n del sistema. Seguramente. Pero me ha podido m¨¢s la huella que me deja tu libro y la sensaci¨®n de que si hace 19 a?os alguien como yo entraba en la facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de la Complutense fue para descubrir historias como la tuya. Utilizar el deporte como excusa para contar algo m¨¢s profundo. Pero yo no tengo nada que aportar m¨¢s que recomendar tu excelente trabajo. Me estoy escribiendo un reportaje en modo de clickbait, eso s¨ª con mucho engagement, para el que est¨¦ curioseando le d¨¦ por comprar el libro. Escribo mucho, pero digo poco (y del libro menos, aun habi¨¦ndome pasado por la cabeza la idea de haber puesto por ejemplo 14 lecciones extra¨ªdas de tu libro). Estimado Jorge, decid¨ª tambi¨¦n publicar la rese?a no como periodista, sino ejerciendo mi obligada responsabilidad como lector, con una plataforma como esta, para agradecer la manera en la que has abierto tu coraz¨®n. Como dices Jorge, ¡°si conseguimos que uno de esos ni?os de Makalu pueda continuar sus estudios en Katmandh¨², habremos logrado cambiar una vida para siempre¡±, yo creo que bien merece la pena. Te creo, Jorge. S¨¦ que te importar¨¢ un pepino. La verdad es que no s¨¦ si tendr¨ªa mucho que hablar contigo porque tampoco soy un hombre de muchas palabras. A lo mejor en otra ¨¦poca, me habr¨ªa encantado conocerte. Incluso preguntarte c¨®mo ves como m¨¦dico el hecho de iniciarse en la escalada con 36 a?os despu¨¦s de superar una hernia (y si es normal desollarse los dedos al principio). Supongo que no ser¨¢ muy recomendable, como tampoco lo debe ser escalar la pared sur del Lhotse en pleno invierno. Supongo. Ya ves Jorge, as¨ª somos los periodistas. Cuando descubrimos un nuevo mundo nos comportamos como ni?os pensando que descubrimos nuevos horizontes cuando llevan much¨ªsimos a?os ah¨ª, como las monta?as. Quince a?os despu¨¦s me atrevo a escribir desde el coraz¨®n, y sobre lo que de verdad me apetece en estos momentos. Quiz¨¢s escribir (vivir) sea esto. Gracias, Jorge.