?Por qu¨¦ las plantas de los pies y las palmas de las manos no se ponen morenas con el sol?
El grosor de la piel en estas zonas del cuerpo es el triple que en otras. Adem¨¢s, son ¨¢reas que est¨¢n generalmente poco expuestas a la luz solar

Conseguir un moreno elegante, con brillo y equilibrado es el objetivo estival de millones de personas. Muchos de ellos vienen, desde todos los rincones del mundo, a las tranquilas playas espa?olas. Es un lugar perfecto para conseguir un tono parduzco de esos que hacen nacer envidias. El m¨¦todo m¨¢s habitual es escoger un pedacito de arena, extender la toalla y espatarrarse como ca¨ªdo desde las alturas. El riesgo, claro, es acabar convertido en cangrejo moribundo en vez de en suave caramelo.
Otra cuesti¨®n que hay que tener en cuenta -adem¨¢s de los peligros de salir quemado como palomita rancia- es la de las regiones del cuerpo de dif¨ªcil acceso para los rayos solares. Por mucho que saque uno sus mejores dotes de contorsi¨®n a pasear, siempre hay recovecos que permanecen enrocados en el terreno nuclear. Hasta cierto punto, esto es inevitable. Y a continuaci¨®n explicamos por qu¨¦.
Es de dominio p¨²blico. Por muy de bronce que sea el bronceado, o muy de aceituna que sea tu aceitunado, las palmas de los pies y de las manos permanecen como pintadas con leche condensada. No hay forma humana o extraterrestre de trasladar el moreno a estos puntos. El motivo es, en realidad, m¨¢s f¨ªsico que otra cosa. La piel es en estos rincones hasta tres veces m¨¢s gruesa que en otros. Por lo tanto, es mucho m¨¢s dif¨ªcil que se produzcan las deseadas alteraciones crom¨¢ticas.
Sol con moderaci¨®n
Pero no es esa la ¨²nica explicaci¨®n. Es que, adem¨¢s, las palmas, por su posici¨®n, suelen recibir mucha menos luz solar que otras partes. A no ser que tenga usted la rara costumbre de ir por la calle como choc¨¢ndole los cinco a la bola de fuego que ocupa nuestro cielo. Pero esto, ciertamente, es improbable. As¨ª que, para la inmensa mayor¨ªa de los humanos, es misi¨®n imposible la de conseguir un tono de piel siquiera parecido al que todav¨ªa luce Sof¨ªa Loren -y, hasta aquellos poquitos afortunados que cogen el colorcillo, tienen que enfrentarse al hecho de que siguen sin ser Sof¨ªa Loren-.
Por lo tanto, ahora que llega el verano, los calores, los sudores, la sombrilla, las palas, las olas y el doble en terraza, hay que tener en cuenta que m¨¢s vale p¨¢jaro en mano que un colorado marrano. Lo de tomar el sol, con moderaci¨®n, midiendo bien los tiempos y tomando las precauciones pertinentes para no da?ar la piel. No es esto una competici¨®n para ver qui¨¦n se parece m¨¢s a un atleta apol¨ªneo de la antigua Grecia.