M¨®naco: la esencia de la F1

'Graham Hill, fabuloso, ganador del Gran Premio de M¨®naco. S¨®lo cinco participantes terminaron la prueba'. Era el titular de AS un 27 de mayo de 1968, por primera vez aparec¨ªa la carrera del Principado en las p¨¢ginas de este medio, a¨²n sin cumplir el a?o de vida. Era el 26? GP monegasco y cont¨® con la presencia de "su alteza seren¨ªsima el pr¨ªncipe Raniero". Y aquella cr¨®nica, en un fald¨®n de la p¨¢gina 35 que poco tiene que ver con las cuatro o cinco p¨¢ginas de F¨®rmula 1 que encuentran en este diario en un fin de semana de carreras, reflejaba que asistieron unas "60.000 personas llegadas, pese a las dificultades de los transportes, de los departamentos franceses lim¨ªtrofes y de Italia.

Casi 50 a?os despu¨¦s el envoltorio del hist¨®rico GP de M¨®naco apenas guarda alguna semejanza con una carrera que ya ese disput¨® por primera vez en 1929, antes de que existiera el Mundial de F1. Cambian los monoplazas: del rudimentario Lotus 49 que pilotaba Hill (motor Ford, Cosworth V8, caja de cambios de cinco velocidades, aerodin¨¢mica b¨¢sica...) al detallista Ferrari SF70H que arras¨® este a?o en la 75? edici¨®n con doblete, Vettel primero y Raikkonen segundo (unidad de potencia h¨ªbrida, cambio secuencial de ocho velocidades, aerodin¨¢mica indescifrable, cientos de personas trabajando en la f¨¢brica...).

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Cambian los pilotos, porque Graham Hill, como cualquier profesional de los circuitos en aquella ¨¦poca, compaginaba la F1 con multitud de disciplinas automovil¨ªsticas. "Yo en un a?o compet¨ª con 26 coches diferentes en 53 carreras", confesaba a AS el tricampe¨®n Jackie Stewart, que lamenta: "Es un desperdicio de talento que estos pilotos hagan s¨®lo 20 carreras al a?o". Estos pilotos, los actuales, estrellas de su deporte mundialmente reconocidas.

Cambian los asistentes, porque M¨®naco ya no es un buen destino vacacional en la Costa Azul para las clases pudientes, sino un enclave para los m¨¢s ricos de entre los m¨¢s adinerados, muchos de ellos deportistas de alt¨ªsimo nivel, un para¨ªso del lujo con yates de dimensiones insultantes, tiendas de firmas exclusivas y hoteles con precios prohibitivos en los que uno, simple enviado especial, se siente heredero de alg¨²n trono centroeuropeo. M¨®naco es un lugar exclusivo, pero incluso el lujo all¨ª es aut¨¦ntico. Aunque en este apartado es justo reconocer que algo no ha evolucionado: las "dificultades de los transportes" reflejadas en aquella informaci¨®n de 1968 perviven en 2017, con interminables colas de veh¨ªculos para acceder por las escasas entradas del Principado. Ferrari, Lamborghini o Maserati esperan como los utilitarios de cualquier trabajador de la hosteler¨ªa. El atasco iguala a ricos y pobres.

La esencia pervive en Montecarlo

Cambia el envoltorio, s¨ª, pero no cambia la esencia: una carrera en la que, m¨¢s all¨¢ del n¨²mero de contrincantes que lleves por delante, o por atr¨¢s, tu principal rival est¨¢ en los guardarra¨ªles que te rodean. ¡°Pod¨ªamos celebrar esta carrera todos los fines de semana¡±, dec¨ªa Hamilton reci¨¦n llegado al gigante motorhome de Mercedes en M¨®naco (m¨¢s espectacular es la casa flotante de Red Bull en esta carrera). ?l vive en el Principado, recorre a diario con su MV Augusta las carreteras que forman el trazado y aun as¨ª esta carrera es ¡°muy especial¡± para ¨¦l. Los 20 pilotos de la actual parrilla de la F¨®rmula 1 pueden exponer sus razones individuales, pero si tuvieran que elegir un gran premio de todo el calendario siempre ser¨¢ este. ?Por qu¨¦?

Para empezar, no es simplemente un circuito urbano como Singapur, Abu Dhabi o Bak¨². M¨®naco es el circuito urbano, con 75 ediciones a sus espaldas, y mientras algunos trazados contienen curvas ic¨®nicas del automovilismo, todos los giros de Montecarlo son imprescindibles para entender la competici¨®n: Santa Devota, Massenet, Loewe, Tabac, el t¨²nel, Chicane, Piscina o Rascasse¡­

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Su paddock tambi¨¦n es ¨²nico, incluso hoy, porque los aficionados pueden acercarse sin ning¨²n tipo de acreditaci¨®n o entrada a pocos metros de sus ¨ªdolos y pedirles aut¨®grafos o fotograf¨ªas desde el otro lado de la valla. O seguirles por el estrecho pasillo que separa los motorhome del pit lane con cuidado para no errar un paso y terminar en el mar. Y no hacen distinci¨®n, son un reclamo tanto los reci¨¦n llegados como las leyendas que se dejan ver, como Prost o Fittipaldi.

Se hablaba de esencia, de identidad: est¨¢ en los muros. Quiz¨¢s deba valorarse m¨¢s el m¨¦rito de rodar a 270 kil¨®metros por hora en un carril cercado por guardarra¨ªles que ya a 50 km/h, en pleno atasco de salida, parece estrecho. Y a todo eso hay que sumar los desniveles con la subida a Monte Carlo con descensos, t¨²neles, cambios de luz o chicanes cerradas. Apenas ha cambiado el trazado en casi 90 a?os. Habla Hamilton: "Me encanta ver los v¨ªdeos 'on board' de Senna en M¨®naco, verle salir del t¨²nel y pensar que es lo que hago yo cada a?o. Esta pista es siempre el mayor desaf¨ªo de cada a?o, el circuito te mantiene los pies en el suelo".

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Cualquier victoria tiene valor en la F1, pero las conseguidas en M¨®naco se cuentan por separado. Se puede tener una, de lo que presume Montoya, como Raikkonen, Button, Trulli, Hakkinen, Rindt o Brabham, entre otros. Se pueden tener dos, como los tres grandes pilotos de la d¨¦cada: Fernando Alonso, Hamilton y Vettel. O como Lauda, Coulthard, Scheckter, Fangio... Se pueden tener tres, como Stirling Moss, Stewart o el campe¨®n fugado, Nico Rosberg. Cuatro como el profesor Prost. Cinco como el m¨¢s grande, Michael Schumacher, o como el ¨²nico vencedor de la Triple Corona, Graham Hill. Pero arriba, con seis triunfos, siempre est¨¢ Senna. Uno de los pilotos que encaja a la perfecci¨®n con esa idea, la de la esencia de la F1. Como Schumacher. Como Ferrari, como McLaren, como Williams... Como M¨®naco. 

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