BALONCESTO

La Selecci¨®n que venci¨® al miedo y acab¨® con los traumas

Nueve de los 12 jugadores que ganaron el Mundial a¨²n juegan. Garbajosa, Jim¨¦nez y Berni se retiraron, pero siguen en el baloncesto y nos hablan del oro, de sus an¨¦cdotas, y del futuro.

ADREES LATIF

Medio siglo da para mucho, pero pasa r¨¢pido. Al menos eso dicen los veteranos. Al baloncesto espa?ol le ha dado en estos 50 a?os para asomar primero la cabecita en Europa, hacer cima y ganar un Mundial. Fue en Jap¨®n 2006 y fue el primer gran t¨ªtulo de la Selecci¨®n masculina absoluta. El m¨¢s grande de todos a¨²n. El triunfo del talento, pero tambi¨¦n de la camarader¨ªa, la pasi¨®n y la competitividad de un equipo casi irrepetible. Un grupo de jugadores que acab¨® con el trauma de varias generaciones. Unos deportistas que desde muy j¨®venes mostraron "una facilidad natural para encarar los problemas y superarlos, y para hacerlo adem¨¢s de manera colectiva, que han mirado siempre al futuro sin ning¨²n miedo", afirma Jorge Garbajosa, uno de los campeones en Saitama, tambi¨¦n en el quinteto ideal de aquel campeonato junto a Papaloukas, Gin¨®bili, Carmelo Anthony y Pau Gasol.

Pau Gasol, en el aeropuerto de Heathrow, Londres con un ejemplar de As. RODOLFO MOLINA (DIARIO AS)

Un grupo que ha perdido la etiqueta de j¨²niors aunque siempre mantendr¨¢ el apelativo de oro. Su promedio de edad en la actualidad se eleva a los 36 a?os. Van desde los 41 'tacos' de Carlos Jim¨¦nez a los 30 de Sergio Rodr¨ªguez. Pero de aquella Selecci¨®n hist¨®rica, en la que varios jugadores peinan ya canas, nueve siguen en activo, nueve. Cuatro de ellos en la NBA (Pau y Marc Gasol, Calder¨®n y Sergio Rodr¨ªguez), otros cuatro en la ACB (Navarro, Reyes, Mumbr¨² y Rudy) y uno m¨¢s en Francia (Cabezas). Solo tres est¨¢n retirados, y los tres siguen enganchados al baloncesto. Garbajosa es el actual presidente de la Federaci¨®n Espa?ola tras ganar las elecciones en 2016. Carlos Jim¨¦nez fue nombrado en 2014 secretario t¨¦cnico del Unicaja de M¨¢laga, donde acab¨® su carrera en 2012. Y Berni Rodr¨ªguez es el director deportivo del Real Betis Energ¨ªa Plus. Lleg¨® al cargo el pasado verano solo cinco d¨ªas despu¨¦s de retirarse.

Formaron una Selecci¨®n que conect¨® con la gente y todav¨ªa hoy no han perdido esa pasi¨®n por el baloncesto que les hizo campeones. Nos lo cuentan los tres exjugadores y ahora directivos. "?ramos un grupo especial en muchos sentidos", recuerda Berni Rodr¨ªguez, que se guard¨® el bal¨®n de la final tras apabullar a Grecia por 70-47. "Siempre congeniamos y tuvimos una gran pasi¨®n por el baloncesto. Quiz¨¢ por eso muchos de mis compa?eros han alargado tanto sus carreras y los que ya no estamos en activo seguimos ligados al baloncesto. Tratamos de trasladar aquel entusiasmo desde otro ¨¢ngulo, desde los despachos, donde te das cuenta de todos los problemas a solucionar que rodean a un equipo y antes ni percib¨ªas. Ahora te llevas la responsabilidad a casa. La vida real quiz¨¢ sea esta, no la que viv¨ª previamente como jugador".

A Berni no le cuesta imaginarse a m¨¢s excompa?eros en labores directivas, incluso en el banquillo: "Mumbr¨², Pau Gasol, Navarro, Reyes... son gente muy comprometida. Por eso no me extra?ar¨ªa que m¨¢s de uno siguiera en el baloncesto cuando se retire. A Pau, por ejemplo, quiz¨¢ lo vea m¨¢s en un cargo institucional porque es un gran comunicador y transmite muy bien su mensaje".

Carlos Jim¨¦nez era el m¨¢s veterano en Saitama, el capit¨¢n en un equipo en el que estaban cinco de los jugadores que ganaron el Mundial j¨²nior en 1999 m¨¢s Calder¨®n (oro en el Europeo j¨²nior en 1998 y ausente por lesi¨®n un a?o despu¨¦s). Pero no fue Jim¨¦nez quien levant¨® el trofeo, y no lo fue porque hubo un error de protocolo y la copa se la dieron a Pau Gasol, al mejor jugador espa?ol de todos los tiempos pero a quien aquel error a¨²n le duele cuando se lo recuerdan. "Siempre tuve claro que era una Selecci¨®n con un gran recorrido, que lograr¨ªa m¨¢s ¨¦xitos -afirma Jim¨¦nez-. Y ah¨ª siguen jugando varios de ellos m¨¢s de diez a?os despu¨¦s. Es inevitable que otros continuemos, una vez retirados, en el baloncesto. Quiz¨¢ hayamos tenido m¨¢s oportunidades que compa?eros anteriores. ?l ¨¦xito nos ha ayudado, aunque no me plante¨¦ el futuro hasta casi el final de mi carrera. En mi cabeza siempre estuvo entrenarme al m¨¢ximo y pocas cosas m¨¢s. Lo que s¨ª ten¨ªa decidido es que no iba a ser entrenador. Despu¨¦s de toda una vida haciendo lo que me mandaban, no iba con mi personalidad ponerme a dar ¨®rdenes. Ahora, tras salir de la burbuja en la que te encuentras como jugador, tengo una visi¨®n m¨¢s global del baloncesto. En mi cargo mantengo una relaci¨®n muy normal con los jugadores, aunque no hay que confundir cercan¨ªa con debilidad".

Jim¨¦nez cree que continuar en el baloncesto una vez colgadas las botas es una decisi¨®n muy personal, pero "hay jugadores con un gran v¨ªnculo, como el de Gasol con la NBA," que les puede ayudar a aclarar su futuro. "Algo que no siempre es f¨¢cil". "No s¨¦ si alguno ser¨¢ entrenador, pero hace diez a?os me hubiera imaginado a Garbajosa de presidente antes que en un banquillo". Y as¨ª ha sido.

Pau Gasol en la Cl¨ªnica Kato de Saitama, Jap¨®n. RODOLFO MOLINA (DIARIO AS)

Las an¨¦cdotas de entonces ayudan a entender ahora los mecanismos que manten¨ªan emocionalmente unido al grupo. C¨®mo encaraban los problemas y les daban soluci¨®n. Garbajosa rememora la lesi¨®n de Pau Gasol en la semifinal ante Argentina, una fractura en el quinto metatarsiano del pie izquierdo que le tuvo m¨¢s de tres meses de baja, y lo que ocurri¨® en las horas posteriores: "Nos acab¨¢bamos de meter en la final del Mundial tras ganar a Argentina, pero el equipo estaba hundido porque nuestro amigo, que tanto se merec¨ªa haber llegado hasta ah¨ª, se lo iba a perder. Al d¨ªa siguiente se fue a una cl¨ªnica con el doctor (Delf¨ªn Galiano) para someterse a unas pruebas m¨¦dicas y determinar el alcance exacto de la lesi¨®n. A la vuelta, decidimos esperarle todos juntos a la entrada del hotel (Urawa Royal Pines). Iba en silla de ruedas y nos metimos el equipo entero en el ascensor, era de esos grandes para muchas personas, camino de nuestra planta, la 14. Pero paramos antes, empujamos la silla de Pau y lo dejamos tirado, all¨ª solo. En seguida bajamos corriendo para ver c¨®mo estaba y lo encontramos ri¨¦ndose a carcajadas. Fue una gran manera de devolver la alegr¨ªa al grupo. Apenas un gesto, pero nos ayud¨®".

Horas despu¨¦s, ya en la misma ma?ana de la final, Berni, Reyes y Sergio Rodr¨ªguez recorr¨ªan un mercadillo en los alrededores del hotel y all¨ª encontraron uno de los detalles que marcaron la celebraci¨®n posterior. Nos lo cuenta el propio Berni: "Eran unas cintas para la frente t¨ªpicas de los samur¨¢is. Las compramos y las guardamos bien. No las sacamos hasta el final, cuando quedaba un minuto y medio. Yo estaba en la pista y ve¨ªa a mis compa?eros de reojo como se estaban repartiendo las cintas, me puse hasta nervioso pensando que me iba a quedar sin la m¨ªa. Hubo para todos y, la verdad, es que nos las colocamos de cualquier manera, nos daba igual para un lado o para el otro. Nuestra gu¨ªa, que nos hac¨ªa de traductora, no paraba de re¨ªrse porque muchos nos las hab¨ªamos puesto del rev¨¦s y no se pod¨ªa leer la inscripci¨®n en japon¨¦s".

Imagen del c¨®mic de la celebraci¨®n de la selecci¨®n espa?ola en el Mundial de Baloncesto de Jap¨®n 2006. jesus rubio (diario as)

Aquellas cintas fueron otro bonito recuerdo para conservar, como el bal¨®n por el que 'pele¨®' Berni o las redes de las canastas, en propiedad de Rudy y Marc Gasol. Pero tambi¨¦n hubo p¨¦rdidas irreparables, como la de Garbajosa, que extravi¨® la cinta y ahora lo lamenta. "Si, me hubiera gustado mantenerla. Imagina a mis tres compa?eros en un mercadillo compr¨¢ndolas justo antes de la final por si gan¨¢bamos. Esa Selecci¨®n era as¨ª". La celebraci¨®n por el oro se alarg¨® durante varias horas con la presencia de los alemanes Nowitzki y Femerling en la famosa planta 14 y, tras aterrizar en Madrid v¨ªa Londres, sigui¨® en una Plaza de Castilla repleta de aficionados en la que el seleccionador Pepu Hern¨¢ndez, otra pieza del ¨¦xito desde la normalidad y su manera de llevar al equipo, grit¨® aquello de "Ba-lon-ces-to".

Las man¨ªas de un campe¨®n del mundo

Jorge Garbajosa, pieza clave en el t¨ªtulo mundial, uno de los jugadores destacados en la historia del baloncesto espa?ol, siempre sobresali¨® en la pista por su gran capacidad de concentraci¨®n. Sab¨ªamos que era un jugador de rutinas, al que le gustaba repetir gestos en la preparaci¨®n de cada partido para que todo saliera bien y mantener as¨ª la atenci¨®n. Pero no fue hasta despu¨¦s de su retirada, en 2012, cuando conocimos la magnitud de sus rituales. En realidad, descubrimos muchas de sus man¨ªas dos a?os despu¨¦s de decir adi¨®s, cuando se public¨® su biograf¨ªa: 'Garbajosa, el l¨ªder silencioso' (Jos¨¦ Joaqu¨ªn Brotons, Turpial). En ella narra los momentos de ¨¦xito, pero tambi¨¦n la angustia y los miedos que acechan a los deportistas, y desglosa su enorme repertorio de man¨ªas.

Jorge Garbajosa, exhibiendo el trofeo del Mundial 2006. RODOLFO MOLINA (DIARIO AS)

"Pensaba que si no hac¨ªa eso que me reconfortaba, las cosas no iban a salir bien", explica. Esta era su rutina previa a los partidos: "Cuando llego al vestuario me desnudo, me vendo y empieza el ritual. Me visto con la ropa de juego, primero los pantalones y luego la camiseta, despu¨¦s el calcet¨ªn izquierdo y la zapatilla de ese pie, a continuaci¨®n el calcet¨ªn derecho y la zapatilla derecha. Salgo al campo sin pisar ninguna l¨ªnea, por supuesto tampoco la l¨ªnea de tres. Meto 50 triples, diez desde cada una de las posiciones del per¨ªmetro. Y diez tiros libres sin fallo; si se produce, vuelvo a empezar. Regreso al vestuario sin pisar ninguna l¨ªnea y me quito la camiseta, luego las zapatillas, primero la izquierda, luego la derecha y me pongo a leer. Si el suelo del vestuario es liso no pasa nada, pero como tenga baldosas empieza otro ritual. Tengo que situar los pies de forma que, sentado en un banquillo o una silla, la parte exterior del pie roce el interior de la baldosa y el tal¨®n roce la parte de atr¨¢s del cuadrado. As¨ª estoy todo el rato leyendo. Cuando llega el segundo entrenador y avisa que viene el entrenador, me pongo las zapatillas, primero la izquierda y luego la derecha, las ato y desato siete veces cada una de forma alternativa. Escucho la charla en la misma posici¨®n en la que estaba leyendo, rozando las l¨ªneas de la baldosa. Acaba de hablar y tengo que entrar el primero en el servicio. Me pongo frente al grifo y me lavo las manos cuatro veces, levanto la cabeza, me miro al espejo y me mojo el pelo cuatro veces".

Regreso al vestuario sin pisar ninguna l¨ªnea y me quito la camiseta, luego las zapatillas, primero la izquierda, luego la derecha y me pongo a leer. Si el suelo del vestuario es liso no pasa nada, pero como tenga baldosas empieza otro ritual...

Es el momento de salir a la pista y el ritual contin¨²a: "Necesito abandonar el vestuario el ¨²ltimo; espero a que salgan todos, sin prisas. Voy hasta el comienzo de la fila, le doy un golpe en el pecho a cada uno del equipo y me pongo el ¨²ltimo en la formaci¨®n para salir a la cancha. Salimos todos al campo y saludamos en el centro con el grito com¨²n. Empieza la rueda de calentamiento y tengo que ir a la cola de los que tiran para ponerme el ¨²ltimo. En ese momento sigo un orden en el tipo de lanzamiento: primero una bandeja sin levantar los pies del suelo, segundo una bandeja saltando, tercero una bomba corta desde cerca, cuarto un poco m¨¢s lejana, quinto un tiro de dos, sexto un triple. Paramos para hacer los estiramientos y con el preparador f¨ªsico repito los ejercicios que aprend¨ª en Italia, siempre los mismos. Pitan los seis minutos para presentar a los jugadores, tengo que conseguir un ¨²ltimo bal¨®n y meter un triple. Preparado para la presentaci¨®n, necesitaba que me pusieran una toalla en el hombro izquierdo, tomar un buchito de agua, tapar la botella y tirarla al suelo intentando que cayera de pie, cosa que casi nunca pasaba. Aguantaba la presentaci¨®n de todo el equipo con el agua en la boca y luego me la tragaba. En la presentaci¨®n, cuando o¨ªa el n¨²mero 15 pegaba tres saltitos y sal¨ªa corriendo por el pasillo formado por mis compa?eros. Luego, la ¨²ltima rueda de calentamiento y ten¨ªa que hacer primero un mate a una mano y luego a dos. Un minuto y medio antes de empezar el partido el entrenador nos daba las ¨²ltimas instrucciones y yo, de rodillas, me ataba las zapatillas que previamente hab¨ªa desatado, en este caso una sola vez. Otro buchito de agua, me secaba las manos, gritos de ¨¢nimo y saltaba al campo cuando los otros cuatro ya estaban dentro; ten¨ªa que esperar. Salto inicial y empezaba el partido. Usaba los mismos calcetines y la noche anterior y el d¨ªa del partido com¨ªa siempre lo mismo y, si hab¨ªa una racha de victorias, ni me afeitaba ni me cortaba el pelo".

Tener man¨ªas de este tipo es m¨¢s habitual de lo podr¨ªamos pensar entre los jugadores de ¨¦lite, aunque acumular tantas como Garbajosa no est¨¢ al alcance de cualquiera. Eso s¨ª, a¨²n desconocemos qu¨¦ murmuraba antes de lanzar cada tiro libre: "Dije que lo contar¨ªa una vez retirado, pero no lo he hecho. Es algo muy personal".